Al norte de Iraq, en Kirkuk, uno de los feudos multietnicos del país más pacíficos hasta ahora, se han reanudado los combates entre kurdos e insurgentes. Ante el alcance de los radicales suníes las tropas oficiales dejaron hace unos días el codicidado enclave petrolero sin un sólo tiro, que los kurdos aprovecharon. Durante décadas Kirkuk ha sido objeto de disputas y en las últimas horas más que nunca, sigue siéndolo. Saqueos y anarquía se turnan con momentos de calma y vuelta a la confrontación. Incluso hay quién piensa que es momento de referendum aplazados para incorporarse a la región autónoma del kurdistán. Más allá, en la periferia del sur de Kirkuk, los yihadistas del ISIS han tomado el control. La amenaza yihadista obligo ayer a cerrar a la mayor refinería iraquí del país. Bagdad es el objetivo cada vez más cercano, sus calles empiezan a temblar con las primeras acciones. Aunque el avance hacia el sur parece haberse ralentizado, el grupo extremista promete llevar su sanguinaria batalla hasta la capital y allá donde existen venerados santuarios chiíes.