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Mujeres andaluzas precursoras del feminismo

En su gran mayoría se dedicaron a las letras, pero también a la pintura, la política e incluso al espiritismo. Pero si algo tienen en común es su defensa de los derechos y libertades de las mujeres.

Carmen de Burgos en 1901. / CENTRO DE ESTUDIOS ANDALUCES
La almeriense Carmen de Burgos en 1901. / CENTRO DE ESTUDIOS ANDALUCES.

La historia del pueblo andaluz también la escribieron mujeres. Muchas de ellas han pasado a la historia sin gran reconocimiento, a pesar de que sus acciones trascendieron las barreras temporales y geográficas, afectando al futuro de España, del movimiento obrero y, por supuesto, del feminismo y la emancipación de las mujeres. Estas son algunas figuras históricas del sur del país cuya memoria debe ser reivindicada.

Ángeles López de Ayala

Nacida en Sevilla, pasó parte de su infancia en Zahara de la Sierra (Cádiz). Inició su instrucción religiosa en el Convento de Santa Catalina, pero pronto abandonaría la vida monástica para dedicarse a las letras. Con apenas 16 años terminó su primera novela, El triunfo de la virtud, dividida en cuatro tomos.

López de Ayala se dedicó principalmente a la dramaturgia y el periodismo, pero también fue una férrea defensora de los derechos de las mujeres. De ideología republicana y cercana al anarquismo, en 1898 fundó la Sociedad Progresiva Femenina, una organización que propugnaba el laicismo, los valores del movimiento obrero y el sufragio femenino.

Amalia Domingo Soler

Nació y creció en Sevilla y, junto a Ángeles López de Ayala, formó parte de la Sociedad Progresiva Femenina. Criada solo por su madre, con ocho años perdió la visión casi por completo, lo que desencadenó problemas de vista que la acompañarían durante el resto de su vida.

Sin embargo, su salud visual no le impidió labrarse una carrera como novelista y escritora, publicando su primera poesía a los 18 años de edad. Domingo Soler fue una importante militante de la emancipación femenina, pero también se convirtió en la principal exponente divulgativa del espiritismo en España, llegando a formar parte de la logia masónica Hijas de la Regeneración, fundada por Amalia Carvia.

Amalia Carvia

Esta gaditana se dedicó a la escritura y la pintura, pero ha pasado a la historia por su firme compromiso con la lucha por la libertad de las mujeres. En 1895 fundó las Hijas de la Regeneración, la primera logia de masonas en Cádiz. Pero Carvia también se involucró, junto a su hermana Ana, en la creación de grupos feministas que reivindicaban el sufragio y otros derechos civiles. Es el caso de la Asociación General Femenina (activa en Cádiz y Huelva) o la Liga para el Progreso de la Mujer, la primera organización feminista de ámbito estatal.

El Gobierno de la Segunda República otorgó en 1934 la Cruz del Caballero, a una docena de veteranos que habían defendido sus ideales, labrándose en la lucha cierta fama y reconocimiento. Amalia Carvia, con entonces 72 años, fue la única mujer en recibir esta distinción.

Victoria Kent

Quizás sea la figura más reconocida de esta lista, pero no se reivindica mucho su origen malagueño, donde vivió hasta 1917. Kent fue la primera mujer del mundo en ejercer como abogada ante un tribunal militar. Junto a Clara Campoamor y Margarita Nelken, fue una de las primeras diputadas en ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados, durante la Segunda República.

A diferencia de Campoamor, fue contraria a la legalización del voto femenino, por lo que perdería popularidad en las elecciones de 1933, si bien volvió al Congreso tras las elecciones de 1936. Con el Golpe de Estado franquista y la posterior dictadura, Kent se refugió en Nueva York. Allí conocería a Louise Crane, hija de Josephine Crane, una de las fundadoras del MoMa. Victoria y Louise compartirían un romance hasta el fin de sus días, y juntas militaron por el fin de todas las dictaduras del mundo.

Carmen de Burgos

Natural de Almería, Carmen de Burgos es recordada como una importante periodista, traductora, escritora y defensora de los derechos de la mujer. Miembro de la Generación del 98, escribió una columna diaria para el Diario Universal, donde firmaba bajo el pseudónimo "Colombine".

La escritora defendió a capa y espada la legalización del divorcio, lo que la acercó a otras figuras progresistas como Giner de los Ríos. Con la proclamación de la Segunda República en 1931, De Burgos se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fundó también una logia masónica, Amor, en la que ocupó el cargo supremo de Gran Maestre.

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