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A Very English Scandal 'A Very English Scandal', la historia del político que quiso asesinar al joven que fue su amante

Jeremy Thorpe, fallecido en 2014, pasó a la historia del Reino Unido como el primer político juzgado por un caso de intento de homicidio, el de un amante que le chantajeaba. La miniserie dirigida por Stephen Frears cuenta la historia de ambos.

A very english scandal

MARÍA JOSÉ ARIAS

A Very English Scandal ofrece lo que promete con su título y, de paso, algo más. La que hoy estrena Amazon Prime Video es una miniserie muy británica que se mete de lleno en uno de esos escándalos de la vida privada de los políticos que tanto gustan a los tabloides ingleses. Dirigida por Stephen Frears y escrita por Russell T. Davies basándose en el libro de John Preston, cuenta a lo largo de tres episodios la historia de Jeremy Thorpe (Hugh Grant), miembro del Partido Liberal británico de gran proyección que fue juzgado en los setenta acusado del intento de asesinato del que fue su amante durante años, Norman Josiffe (Ben Whishaw).

Grant, que no se prodiga mucho en la pequeña pantalla y que no es la primera vez que se mete en la piel de un político, es el encargado de dar vida a Thorpe, un hombre poderoso, consciente de su situación en el escalafón que no duda en recurrir a la influencia de su posición para salirse con la suya tanto en lo personal como en lo profesional. Manipulador y de carácter engañoso, lleva una doble vida. Tras veinte años como parlamentario y habiendo sido el líder del Partido Liberal entre 1967 y 1976, pasó a la historia reciente del Reino Unido como el primer político juzgado por intento de asesinato en Reino Unido.

A very english scandal

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En una época en la que la homosexualidad estaba cerca de ser despenalizada en el país, Thorpe se cruza en una cuadra con un joven de carácter introvertido, delicado y dulce al que decide convertir en su amante. Era la década de los sesenta y Norman Josiffe -después se cambiaría el apellido por Scott- se mudaba con un hombre mayor que él, siempre varios pasos por delante en todo y que le abre un abanico infinito de posibilidades al rescatarle de una vida que odiaba. Primero, con todo el descaro del mundo, le instala en la casa de su madre para después arrendarle una suerte de estudio minúsculo que se convierte en la prisión de Norman. Allí le visita cuando le place para mantener sus encuentros sexuales lejos de la vista de todos. Hasta que se harta y decide volar en solitario.

A Very English Scandal cuenta a lo largo de tres episodios de una hora de duración cómo se fraguó su relación, en qué términos, y cómo lo que comenzó siendo algo idílico para ambos torno en un camino de piedras para uno y en un molesto capítulo de su vida para otro que intentó borrar a golpe de pistola. Cada capítulo aborda una de esas etapas de su historia con un Grant que transmite el cinismo de su personaje y sus aires de estar por encima de todo en cada plano. Frente a él, un Whishaw que moldea con soltura a un joven que no tiene las cosas demasiado claras, herido y que da bandazos emocionales y vitales sin terminar de encontrar su lugar.

La singularidad de esta miniserie dirigida por Frears no es tanto la historia en sí, que no deja de ser un capítulo escandaloso de la historia británica que da muestras del poder de la política y de lo que se mueve entre bambalinas, sino el desarrollo de la misma. Lo que empieza siendo el encuentro de dos amantes ocultando su relación ante los flashes se convierte en una historia de venganzas, chantajes e intentos de asesinatos televisada. Norman, sin la protección del hombre al que acusa de haberle incitado a la homosexualidad, acaba convertido en un chantajista que amenaza la carrera política del que fuera su amante.

El joven escribe una carta -así arranca A Very English Scandal- en la que lo que demanda a cambio de su silencio es su National Insurance Nurmber, una simple tarjeta de identificación que le permita existir y subsistir y que le había sido prometida. Sin ella no puede enderezar su vida. La suya al final es una carrera de obstáculos por salir adelante. Mientras, Thorpe va escalando posiciones en su carrera política, con sus discursos encendidos ante la Cámara y su habilidad para manejar a voluntad de los demás hasta convertirse en el líder del Partido Liberal más joven en 100 años. De cara a la galería es un padre y esposo modelo. Por dentro se encuentra solo y busca en relaciones callejeras e impersonales con otros hombres llenar ese vacío.

Una historia contada en tres partes, en tres actos, que aborda temas como la influencia de la figura de poder, la clandestinidad de los homosexuales en un Reino Unido, el doble rasero de la justicia y el poder de la opinión pública.

Un drama con sitio para la comedia

La sorpresa que esconde A Very English Scandal -el final de la historia está en la hemeroteca y las buenas actuaciones tanto de Grant como de Whishaw eran de esperar- es el tono que utiliza en algunos momentos. La comedia, pese al drama que se está contando, está muy presente. Esa comicidad de lo extravagante, lo exagerado, lo absurdo, lo ridículo, lo torpe… se extiende a lo largo de toda la miniserie. En especial en la trama del asesinato, pero también en algunas escenas de Norman interactuando con el mundo desde su particular ingenuidad y fragilidad. Él solo quiere ser escuchado, recibir la condición de víctima y, aunque disfruta con la atención de los focos, está completamente destrozado y se siente utilizado.

A very english scandal

A very english scandal

Contrasta este toque de humor buscado con la tragedia que en realidad se está contando, la de ser homosexual antes y solo unos años después de que dejase de ser delito. La escena de Norman en comisaría cuando acude a denunciar que ha sido incitado a la homosexualidad por Thorpe recuerda, por la frialdad del lugar y las preguntas, a la del interrogatorio protagonizado por Benedict Cumberbath en su interpretación de Alan Turing -fallecido más de una década antes de lo que se cuenta aquí en The Imitation Game.

Aunque en el caso de Norman la homosexualidad ya no fuese perseguida por la ley -su historia se prolonga después de la aprobación-, la realidad es que aún tenía mucho que cambiar en la sociedad para su normalización y aceptación. Hay una escena en la que un parlamentario cuenta cómo su hermano se suicidó porque no pudo soportar la presión y la persecución que es demoledora. A Very English Scandal está plagada de ‘pequeños’ momentos así que sirven para retratar una época más allá de la rocambolesca historia de Thorpe y su acusación de intento de homicidio.

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