Opinión
Ya en campaña y sin candidato

Por Sato Díaz
Coordinador de Política.
-Actualizado a
"El clan Ayuso-Quirón se está forrando a costa de todos y Feijóo se calla, no vaya a ser que le hagan como a Pablo Casado". "Hay Gobiernos autonómicos que están usando el dinero de la gente para satisfacer las exigencias de las élites y para hacer negocios". "Este es el milagro privatizador de la Comunidad de Madrid: una sanidad que se apaga poco a poco, mientras brillan las cuentas de resultados de las empresas privadas". Son frases del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su comparecencia del miércoles a petición propia en el Congreso de los Diputados.
El ciclo electoral, a punto de comenzar. El Congreso ya es el anticipo de una larga campaña que se prevé que se extienda, como un goteo, durante los próximos meses con el horizonte de 2027, cuando se celebrarán las municipales, algunas autonómicas y, si la legislatura aguanta, las generales. El pasado miércoles en la Cámara Baja Sánchez y Alberto Núñez Feijóo bajaron al barro y apretaron el botón 'campaña electoral'.
Extremadura arrancará la maratón de urnas el 21 de diciembre. A la vuelta de la esquina se vislumbran los comicios en Castilla y León, con marzo en el horizonte. Las elecciones andaluzas se tienen que celebrar también en el primer semestre del 2026. Como el PP se ha plegado a las exigencias de Vox y ha elegido a Juan Francisco Pérez Llorca como sustituto de Carlos Mazón, el runrún de unas elecciones inmediatas en el País Valencià se apaga de momento. Mientras, la legislatura en el Estado se sitúa en un escenario de bloqueo tras el anuncio de Junts de que no aprobará las leyes del Gobierno.
El propio Feijóo incluso se animó el miércoles a hacer algún anuncio en clave electoral desde la tribuna del hemiciclo. Se comprometió, si llegara a gobernar, a dedicar una vicepresidencia de su Ejecutivo a vivienda y a llevar a cabo "una bajada histórica de impuestos". Santiago Abascal no se quedó corto. El líder ultra aprovechó la sesión parlamentaria para marcar falsas distancias con el PP, siendo duro con Feijóo. "Si defienden juntos todo lo esencial (...) con una lista conjunta de PP y del PSOE podríamos debatir con más sentido", ironizó el de Vox, mientras su formación negocia con el PP la investidura del nuevo president de la Generalitat Valenciana. Populares y ultras se saben parasitarios, los unos de los otros, si aspiran a reeditar gobiernos de derechas autonómicos.
Sánchez, por su parte, dibujó una estrategia emanada de Moncloa y ejecutada por Ferraz de cara a los comicios autonómicos. Él se sitúa en uno de los polos de la disyuntiva y en el otro coloca a los presidentes autonómicos del PP, dejando fuera a Feijóo. De esta manera, logra dos cosas. Por un lado, contrapone la gestión del PP, que está siendo criticada por el empeoramiento de los servicios públicos en sus territorios (DANA en País Valencià, cribados en Andalucía, incendios en Castilla y León y Extremadura) con la gestión del Ejecutivo, que alardea de buenos datos económicos y de impulsar medidas sociales. Así, el PSOE intenta resaltar que existen dos proyectos políticos diferenciados que compiten en las urnas del nuevo ciclo electoral.
Esto va acompasado de una decisión que Sánchez tomó hace meses: que algunos de sus ministros sean los líderes territoriales del partido y candidatos para sus autonómicas. Es el caso de María Jesús Montero en Andalucía, Diana Morant en el País Valencià, Ángel Víctor Torres en Canarias o Pilar Alegría en Aragón. En una situación parecida se encuentra Francina Armengol, que, aunque no se sienta en el Consejo de Ministros, conlleva la responsabilidad de ser la presidenta del Congreso de los Diputados con la de liderar el partido en Illes Balears.
Además , al puentear a Feijóo, Sánchez intenta transmitir la imagen de que el PP está falto de liderazgo. La polarización que busca la estrategia de Moncloa es con los dirigentes populares autonómicos, sobre todo con Isabel Díaz Ayuso, a quien no le faltan tampoco ganas de confrontar directamente con el presidente español. De esta manera, se puede prever que las campañas autonómicas serán también un escenario en el que el enemigo a batir de las derechas será el propio sanchismo, y no las candidaturas regionales.
No le falta razón a Sánchez al ningunear el liderazgo de Feijóo. Cada vez es más evidente que el dirigente conservador no pasa por un buen momento. Las encuestas señalan que la fuga de votos del PP a Vox es constante y, desde ya hace meses, algunos importantes sondeos indican que la ciudadanía percibe como más presidenciable a Abascal que al gallego. La ultraderecha ha olido sangre y no suelta a la presa. Lo que en un primer momento era un calendario electoral favorable al PP (unos comicios en Castilla y León, Extremadura o Andalucía se veían como indiscutibles victorias del PP que debilitarían a Sánchez), ahora son nuevas heridas que el PP tendrá que cicatrizar negociando con Vox. Tragando sapos.
Y Vox utiliza estas heridas de los populares para sacarles más sangre. La ultraderecha tiene un proyecto de país y de mundo que está alcanzando el protagonismo en esta década. La derecha tradicional no pilla el ritmo de los tiempos. Abascal ha leído bien el momento y aspira a exprimir todo lo que pueda al electorado del PP. Por eso fue tan duro con Feijóo el pasado miércoles en el Congreso. Sin embargo, los números son los que son y ambas formaciones derechistas se necesitarán para gobernar. Por eso, mientras Abascal golpea al líder del PP en la corte madrileña, pactan sottovoce en València el futuro Govern. Vox humilla al PP en el Levante, e intentará hacerlo también en Extremadura, Andalucía, Castilla y León... Así busca sacar rédito en estos territorios, incluyendo su agenda ultra en los programas de gobiernos del PP.
¿Y la izquierda alternativa?
En la comparecencia de la Cámara Baja de esta semana tomó la palabra la portavoz de Sumar, Verónica Martínez Barbero y en un intento de confrontar en el PSOE en materia de vivienda, uno de las grandes tragedias del país, se llevó la reprimenda de Sánchez, quien le afeó su "juego" de hacer "como que no están en el Gobierno". Mientras las tres primeras fuerzas en votos del país dejan ver sus estrategias y tienen proclamados sus líderes de cara al nuevo ciclo electoral, la izquierda alternativa sigue deshojando las margaritas.
El debate de los nombres cuesta a las izquierdas, que se esmeran en trabajar primero el proyecto político que en nombrar una persona candidata. Pero mientras en los debates en el Congreso se suceden las disputas entre Sánchez, Feijóo y Abascal, los tres candidatos para las próximas generales salvo giro de guion inesperado, en la izquierda alternativa estatal no existe este referente electoral. Han sonado nombres, y se han ido autodescartando. Mientras, Yolanda Díaz no acaba de dar un paso a ofrecerse como cabeza de lista que algunas fuentes dan por hecho. Algunas formaciones del espacio de Sumar, como es el caso de la IU de Antonio Maíllo, piden acelerar ya el proceso y abrir un procedimiento de primarias. Las primarias pueden ser un revulsivo movilizador del espacio político, aseguran. Por su lado, Podemos sigue su hoja de ruta propia con Irene Montero como referente, en este sentido hizo los deberes hace meses.
La legislatura ha tenido dos momentos críticos en los que, de haberse precipitado un adelanto electoral, no habría habido candidato elegido de la izquierda alternativa estatal. El primero fue en abril de 2024, cuando Sánchez abrió un periodo de cinco días de reflexión sobre si debía dimitir tras los ataques de la derecha y ultraderecha a su esposa Begoña Gómez. El segundo, este mismo verano, cuando un informe de la UCO relacionaba a José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García con el cobro de supuestas mordidas. La izquierda tiene un agujero si apareciera hoy un imprevisto que llevara la legislatura a su fin. A finales de 2025, nadie tiene claro bajo qué fórmula y quién encabezará una coalición de las izquierdas en el Estado. Gabriel Rufián, a principio de verano, propuso hacer algo al respecto, mover ficha, pero nadie siguió su impulso. Hoy el político independentista es aplaudido por sus intervenciones en el Congreso por sectores progresistas de todo el Estado y de diferentes generaciones.
Las tensiones internas, el ritmo frenético de la política actual, la coyuntura internacional y el estar en el Gobierno hace que los partidos que integran Sumar no hayan encendido todavía las luces largas. El tacticismo a corto plazo se impone en un espacio político que tiene que modular sus actuaciones dependiendo de las decisiones que va adoptando Sánchez. Y en esta la legislatura, en la que ciertamente no hay una mayoría progresista en el Congreso que lo permita, el Gobierno de coalición y los ministerios de Sumar van obteniendo victorias lentamente, pero la izquierda no ha conseguido imponer nuevos paradigmas como sí hizo en la anterior. Con la pandemia de covid-19 se doblegó el paradigma que decía que lo privado funciona mejor que lo público, pues entendimos que sin la cosa pública no sobrevivíamos. El feminismo se situó en el centro del debate político, hegemónico, dominando los debates públicos con el ministerio de Montero en el centro de los mismos. La reforma laboral de Díaz derrumbó ese mantra de las derechas de que más derechos de los trabajadores suponía destrucción de empleo y empeoramiento de la economía.
Sin embargo, la sensación es que los vientos soplan en otra dirección en los últimos meses. La victoria progresista en Nueva York, el ascenso del partido verde británico ante el giro reaccionario de los laboristas de Keir Starmer, la acción decidida de gobierno de Claudia Sheinbaum en México, la remontada de Die Linke, Lula siempre... Todos estos son hechos que muestran que la historia no está ya decidida y que la escriben los pueblos. Las movilizaciones globales, y particularmente en el Estado español, en favor del pueblo palestino y contra el genocidio cometido por Israel demuestran que hay mimbres sociales para impulsar otro mundo posible. Una propuesta de izquierdas hoy tiene el objetivo de mirar más allá de 2027, diseñar un proyecto de país y global alternativo al neoliberal que pueda frenar la reacción de la ultraderecha. A la izquierda de aquí le urge acelerar la construcción del sujeto político que afrontará el nuevo ciclo electoral que en el Estado español arranca en diciembre. Y mostrar ya quiénes serán los referentes del mismo.

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