Opinión
No ser un miserable te librará de pagar impuestos

Por Israel Merino
Reportero y columnista en Cultura, Política, Nacional y Opinión.
La paciencia es como el chicle enorme aquel que comprábamos de niños y venía enrollado en una cajita con una ranura como la de un cajero automático: es larguísima y plana y elástica y le sabe a azúcar a todo aquel que la masca sin parar, pero al final se agota. O se rompe. Y entonces todos nos ponemos a llorar porque, ay, mamita mía, cómo fuimos incapaces de ver que todo se pudriría como una sencilla naranja al sol.
Cómo estará la cosa con el tema de la vivienda que ahora el señor Sánchez quiere premiar a aquellos caseros que no se comporten como unos déspotas, usureros, miserables, sanguijuelas, hienas y parásitos con sus inquilinos; la moral, sentada a lomos de un caballito blanco rumbo a ninguna parte, se ha reventado por un barranco horrible y ahora debemos premiar con exenciones fiscales a quienes no sean unos mierdas. Para enmarcar, señores. Para puto enmarcar.
Enfados aparte, imagino que habréis visto que el presidente del Gobierno, el tipo más comprometido con – que no contra – la tortura habitacional a esta orilla del Mississippi, ha anunciado con una de sus brutales coreografías – cada día se parece más a Métrika: solo le falta escupir a su público – un estupendísimo paquete de medidas – ya paro con los sarcasmos, que este párrafo se te va a hacer infumable – para paliar la metástasis que el cáncer contra la decencia, pues no pienso concederles la victoria narrativa de referirme a ellos solo como especuladores, ha generado en este país.
Sánchez, mientras guiñaba un ojo a todos los caseros para insistirles en que se estén tranquilitos, que para algo la omertá se aprende en el barrio y antes se arrancaría un dedo a bocados que perjudicarlos lo más mínimo, ha anunciado una batería de propuestas entre las que se incluye alguna mínimamente decente, como la promoción de varios miles de viviendas protegidas – que no públicas –, hasta una serie de lametones y no en el sobaco para dar un poquito más de gusto a todos los que nos extraen la riqueza y la tranquilidad y la vida cuales usureros de la Toledo medieval.
Entre las lindezas anunciadas por el presi podemos encontrar, para tranquilidad más de aquellos que tienen varios pisos que para ti, chavalito asqueado al que te han reducido los sueños a imaginar un puto techo sin termitas que no te parasite el 70% de tu meado poder adquisitivo, una fantástica campaña para reformar viviendas arrendadas con dinero del erario público – es decir: de esa caja común a la que contribuyes con tu bolsillito – y una discretísima exención del 100% del IRPF a todos aquellos caseros que se comporten de acuerdo al índice de precios marcado por el Gobierno – es decir: que dejarán de contribuir a esa cajita común que luego les pagará la reforma –.
Bravo. Me quito el sombrero, me cago en la copa y me lo vuelvo a poner; estoy extasiado, maravillado, en puro trance; me cortan las venas ahora mismo y sale líquido de frenos en lugar de sangre. Cuando pensaba que era imposible que este herido país dejara de financiar todavía más a los pobres caseros, solo dueños del patrimonio, el dinero líquido y lo poco que pueda quedar de futuro, llega un partido autodenominado socialdemócrata, pega un croché en la comisura de la boca a todos aquellos que lo votaron el 23J y decide, ante la desvergonzada inacción de su principal socio de gobierno, premiar a aquellos campeones que tengan un mínimo de humanidad y decidan, ojo, cumplir voluntariamente la ley y poner un poquito de freno al exterminio legal que hacen mes a mes del poder adquisitivo de sus inquilinos. Mientras, supongo, nosotros tendremos que gritar de la alegría mientras apuramos un poco más la botella de aceite de oliva, que todavía estamos a mitad de enero y este mes es muy jodido.
Como decía al principio, la paciencia es un chicle enorme que se puede estirar y estirar y estirar, pero tarde o temprano se rompe, y, me temo, acaba de pasar; todos aquellos que tenemos a un miserable parásito a nuestro cargo, aunque en especial los chavales, hemos comprendido que no queréis hacer absolutamente nada para revertir la situación; vuestro plan de vida es jodernos la nuestra a cambio de cuatro putas monedas manchadas en sudor que ni siquiera es vuestro mientras jugáis a los darditos con un par de medidas que si salen bien os beneficiarán de la hostia y quizá, pero solo quizá, nos suavizarán un pelín la situación a nosotros, pero si salen mal, ahí está el truco de esta infamia a la que ya no sé ni qué nombre ponerle, os beneficiarán una barbaridad igualmente mientras nosotros, como siempre, barreremos con nuestro hambre las pelusas de la entrada.
Ah, eso sí: no os olvidéis luego de invitarnos a votar para parar a Vox y el Partido Popular. Todos aquellos chicos a los que estáis escupiendo en la cara irán encantadísimos, no me cabe la menor duda.
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