Opinión
S.O.S por la democracia

Escritor. Autor de 'Quercus', 'Enjambre' y 'Valhondo'.
-Actualizado a
Hasta hace unas semanas, yo mantenía la esperanza de acabar políticamente con Trump, como el elemento más nocivo por su inmenso poder y su efecto expansivo para las democracias planetarias, por dos motivos.
El primero es que se lo cargaran los propios empresarios estadounidenses, pues, como el dinero no conoce lealtad alguna, si la economía de EEUU entra en recesión, pedirían sin miramientos su cabeza. Poderoso caballero es don Dinero, que, en definitiva, es el que gobierna y manda. Pero resulta que, salvo Brasil y China, el resto de países, especialmente la UE, se han plegado de manera vergonzosa y humillante a sus bravuconadas arancelarias y los yanquis ya celebran su victoria populista MAGA. Es decir, la cobardía y la falta de dignidad de la UE —son unos vendidos, algunos comprados por los lobbys— y de otras potencias al no enfrentarse al ogro de pelo naranja, está facilitando su estrategia. Un vasallaje vejatorio que marcará nuestra historia, pues, además del objetivo económico, Trump utiliza los aranceles como arma de chantaje político. Por ejemplo, subiéndoselos exponencialmente a Brasil por el ajusticiamiento de Bolsonaro. Es decir, permitiéndose, como el más ruin autócrata, injerencias en el trabajo soberano de la Justicia brasileña. Actitud salvaje e irrespetuosa, que no se atrevería a utilizar el peor sátrapa. Es a lo que está acostumbrado: la ley de la jungla y de la cachiporra, que son la antítesis de la democracia.
A su éxito económico va a colaborar igualmente —más de lo mismo— la aceptación de la OTAN, con su impresentable secretario general a la cabeza, de elevar el gasto militar a un 5%. ¡Que se estremezca el pacifismo, hasta la mili vuelve! Cifra absolutamente desproporcionada que se ha sacado de la manga (los países más avanzados gastan algo más del 4% del PIB en educación), menos para EEUU, que será el proveedor principal de las ventas y el gran beneficiario de un negocio redondo. Su estrategia es de una simpleza tan bobalicona, que lo que no entiendo es por qué el mundo civilizado no se rebela contra ella. Miren el absurdo: EEUU gasta un 3,38% en Defensa y exige a los miembros de la OTAN un 5. ¡Impresionante!
Si me apuran y para sonrojo de la humanidad, puede que Trump consiga incluso el premio Nobel de la Paz, bajo el argumento de que EEUU ya no necesita —como históricamente ha hecho— provocar guerras para mantener su industria armamentística que tanto empleo les genera, porque los imbéciles cobardicas miembros de la OTAN y la UE se armarán hasta los dientes sin necesidad de guerras. Solo con crear el ambiente propicio de miedo e inseguridad, unos panfletos terroríficos por los buzones y cuatro noticias sesgadas en los telediarios, unos kits de supervivencia repartidos por los supermercados, más unas cuantas amenazas de un tipo chiflado, bastan. Con la Von der Leyen y Mark Rutte sobándole impúdicamente la espalda. ¡Qué asquito, madre!
La nueva estrategia de disuasión, el Si vis pacem, para bellum de Julio César llevado al extremo, pasa ahora por enriquecer aún más a los EEUU, arreglarles su economía antes de que se la meriende China, a costa de recortar el Estado de bienestar en el resto del planeta o de provocar, directamente, miseria y hambruna. ¡Con un par! ¡Viva el vino y los paganinis!
Es verdad que es un ególatra perturbado, un delincuente condenado por 34 delitos, instigador de una horda de bárbaros, ya indultados, para asaltar el Capitolio sin consecuencias penales para él, pero consigue todo lo que quiere. Lo consigue sin oposición, saltándose las leyes. Si algún juez/a valiente paraliza uno de sus decretos, cuando llega al Supremo lo desautorizan con su mayoría trumpiana (6 republicanos contra 3 demócratas), pues ya se ocupó en su primer gobierno de colocar a sus obedientes jueces de mandato vitalicio. Si los datos del desempleo, que son números, suben y no le cuadran, por muy objetivos que sean, se carga de un plumazo a la jefa de Estadística de Empleo, y si no le gusta el título de algún libro —digo título, pues jamás ha leído uno completo— despide a la directora de la Biblioteca del Congreso, por "no servir adecuadamente a los intereses del contribuyente." Matar a un ruiseñor y Las aventuras de Huckleberry Finn acaban de ser prohibidos en algunas aulas de Estados Unidos. Igual que cesa, de manera inaudita, pues no tiene potestad, a la gobernadora de la Reserva Federal, Lusa Cook. Despliega soldados en las ciudades gobernadas por los demócratas, inventándose una inseguridad que no avalan las estadísticas, o amenaza con la mano dura y la ampliación de la pena de muerte. O sea, el Manual de la extrema derecha.
Los inmigrantes tiemblan de miedo y se esconden igual que hicieron los judíos de los nazis, ante su "caza" injusta e inhumana. Los funcionarios son expulsados de sus puestos de trabajo, dejando al Estado sin control. Igual que se ha cepillado la USAID, tras 60 años de misiones humanitarias. Se ha salido del Acuerdo de París que defiende la naturaleza y de la Organización Mundial de la Salud en su deriva antivacunas. Su apuesta medioambiental es petróleo, plástico y ladrillo, pues lo del cambio climático es un invento de los izquierdosos, por muy premios Nobel que sean. Corta las subvenciones, asfixiándolas económicamente, a las universidades que no aceptan sus extorsiones, mientras los científicos escriben cartas contra su política anticiencia, antes de largarse de los Estados Unidos de América. Son cómplices necesarios del genocidio en Gaza que da alas al exterminador Netanyahu. Tierra masacrada, aniquilada como nunca otra, en la que Trump planifica levantar resorts turísticos, especialidad de la casa, mientras sus familiares hacen negocios sin pudor en Arabia o venden teléfonos móviles dorados de la marca Trump. La democracia convertida en un casino familiar a base de criptomonedas. Hagan juego, señores: Papá legisla, los chicos hacen millones. Despropósito tras despropósito que, de haberlo imaginado hace 20 años, nos habrían encerrado en un psiquiátrico. Dislate tras dislate que ensombrece el argumento de la novela 1984 de George Orwell.
El segundo motivo para cargarse a Trump era la lista Epstein. El millonario financiero pederasta que se suicidó en la cárcel, a pesar de su custodia policial, sin desvelar esa lista de personajes, ricos e influyentes, que participaban en sus abominables orgías con menores. Niñas que les conseguía su pareja, Ghislaine Maxwell, condenada a 20 años de cárcel en 2021 con testimonios y pruebas irrefutables.
Conociendo el pelaje de ambos individuos, su moralidad, su gran amistad a lo largo de 15 años, su camaradería expuesta en multitud de papeles y fotos, no es de extrañar que haya suscitado una gran polémica en Estados Unidos, polarizando, una vez más, a la sociedad entre los que creen que Trump estaría en esas listas y los que no. ¿Tú qué opinas? Dudas que han generado mucho temor y nerviosismo en la Casa Blanca, pues en la campaña electoral Trump prometió la difusión de esos papeles de Epstein y ahora se niega. ¿Por qué será? Cuando hace dos semanas Melania Trump amenazó con demandar a Hunter Biden por 1.000 millones de dólares si no retira que conoció a su marido a través del pederasta Epstein, es bastante elocuente. ¡1.000 millones, colega!
Cuánta indignación y recato de la impertérrita Melania, nacida en la antigua Yugoslavia comunista, ahora, y cuánto silencio con la condena a su marido por los pagos a la actriz porno Stormy Daniels o sus soeces y misóginas declaraciones a la CNN: "Si eres rico o famoso, las mujeres se dejan..."
Pero qué casualidad que Ghislaine Maxwell, tras 4 años de silencio en prisión y tras entrevistarse durante dos días con Todd Blanche, antiguo abogado personal de Donald Trump y en la actualidad número dos del Departamento de Justicia, haga ahora estas declaraciones: "No tengo constancia de que exista ningún listado de 'clientes'... El presidente Trump nunca se comportó de manera inapropiada con nadie. Las veces en las que le vi fue un caballero en todos los sentidos".
En un santiamén, a tomar por saco la lista de Epstein y Donald Trump convertido de pronto en Santa Teresa de Jesús. Lo próximo, y sin esperar muchos meses, ya lo verán ustedes con sus ojitos de asombro, será la excarcelación —llámalo indulto— de la cómplice y conseguidora Ghislaine Maxwell, que llevaba niñas a Epstein y a otros multimillonarios para que las violaran. ¡Sin palabras! ¡No tengo más preguntas, Señoría!
En fin, que todo lo que afecta a Trump, en ética y en estética, es tan increíble y a la vez tan cutre, extravagante y burdo, tan surrealista y distópico, que causa pánico. Tristeza y dolor. Todo lo contrario a los valores e ideales por los que luchamos los hombres y mujeres de la Tierra. En unos años, los historiadores, si es que queda alguno y no han prohibido los libros, escribirán sobre las consecuencias nefastas para la humanidad de la elección de este personaje. La irresponsabilidad de sus votantes, la inacción de la izquierda y de los intelectuales, la apatía de la gente, la cobardía de los gobiernos para buscar alternativas económicas y alianzas políticas en otras latitudes, y la reflexión seria de qué estamos haciendo mal para haber llegado a esta situación devastadora.
Pensar que son los propios ciudadanos los que han elegido democráticamente a semejante individuo hace que salten todas las alarmas pidiendo socorro. Gritando auxilio. ¿Qué le ocurre al ser humano del siglo XXI? Un S.O.S. mundial para salvar las democracias. En verdadero peligro de extinción ante el auge oscuro y angustioso de la extrema derecha. Extensible al resto de países, una vez que han demostrado que el modelo matón de clase de Trump les funciona: Despotismo, manejo de los medios con disparates y mentiras, amenazas y violencia verbal –de la acusación a los haitianos de comer mascotas a quedarse con Groenlandia–, persecución de los inmigrantes, guerra al feminismo y a la diversidad, negacionismo científico y climático, para que siempre prevalezca el dinero y el negocio, lucha contra los avances sociales en igualdad alzando la bandera de su falsa libertad, ataque a lo público, de la educación a la sanidad, a los servicios de la comunidad, para que todos los derechos sean de pago.
Vienen a por la democracia, vienen a por el Estado de derecho y de bienestar. En nuestras manos y nuestros corazones está defendernos, levantar barricadas de nuevo, dejarnos de silencios y lamentaciones y pasar a la acción valientemente para pararlos. Cada gesto, cada opinión y comentario en las redes, cada pequeño paso –en el trabajo, en el bar, en la tertulia con los amigos, siempre a la espera de que nos abran las urnas–, por humilde que parezca, adquiere en este momento un valor extraordinario. Habla, contesta, no te quedes callada. Somos más, muchos más, porque nos asiste la razón contra su barbarie. El humanismo ante el odio y el embrutecimiento. La empatía ante su egoísmo y su insolidaridad. Pequeños granos de arena, simples gotas de agua, que, unidas, crean los océanos y los desiertos. ¡Hermana, hermano! ¡Vamos a por ellos!


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