Opinión
La Vuelta a España de la dignidad
Por Guillermo Zapata
Escritor y guionista
Cada etapa de la Vuelta a Españadde ciclismo 2025 se ha convertido en un acto de protesta por la presencia del equipo israelí Premier Techeen y una forma de denuncia contra el genocidio que el Estado de Israel está perpetrando en Palestina.
Mientras la vuelta se desarrolla, una enorme flotilla que partió del puerto de Barcelona con ayuda humanitaria intenta llegar a Gaza. El ejército israelí ya ha dicho que no permitirá su llegada.
En el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se inicia un encierro de docentes con el nombre Marea Palestina que exigen al gobierno español mayor contundencia en la lucha contra el genocidio.
En Inglaterra, el socialdemócrata que más le abre las puertas a la extrema derecha (Starmer) detiene a cientos de personas (entre ellas el guionista Paul Laverty) por apoyar a Palestine Action, una organización de apoyo a Palestina a la que el gobierno británico ha ilegalizado cómo si se tratara de una organización terrorista.
El festival de Venecia ha estado atravesado por las protestas contra el genocidio, a través de movilizaciones explícitas, de declaraciones públicas o de la ausencia de Gal Gadot después de que organizaciones pro palestinas pidieran su expulsión del festival. Lo más relevante ha sido la presentación de la película La Voz de Hind, dirigida por la tunecina Kaouther Ben Hania y que cuenta el asesinato de una niña palestina, Hind Rajab, a partir de las grabaciones auténticas de las llamadas que hizo a la media luna roja para intentar que la salvaran después de que el ejército Israelí tiroteara el coche en el que iba más de trescientas veces.
En EEUU, Donald Trump le niega el visado a los delegados palestinos en la reunión de Naciones Unidas.
El Alcalde de Madrid acusa a la ministra de Infancia y Juventud, Sira Rego, de fomentar el antisemitismo por apoyar las propuestas en la vuelta ciclista.
Palestina no es sólo el epicentro de un genocidio atroz en el que se practica de forma sistemática la hambruna, el asesinato de civiles (decenas de miles de niños y niñas han sido asesinados) y la aniquilación premeditada y sistemática de los periodistas que, sobre el terreno, intentan contar lo que está pasando. Palestina es también la medida del mundo. El eje que separa la civilización y la barbarie. Y en España ese eje se sitúa en el borde de las etapas de la vuelta ciclista a España.
Lo primero que impugnan las protestas es la idea de que existe algún ámbito separado de la política cuando hay un genocidio. La idea de que el cine, o el deporte, o el turismo, o las relaciones personales o cualquier cosa de las que atraviesa nuestra vida es una esfera neutral y que no debe entrar en la cuestión palestina ha quedado disuelta por completo. No, no existe ningún lugar a salvo de la presión ciudadana porque todo lugar neutral es un lugar de complicidad con lo que está pasando.
En segundo lugar, ese espacio de complicidad se convierte en un espacio de complicidad precisamente porque hay una movilización social para denunciarlo. Donde no hay presión es donde se producen precisamente esos “espacios neutros”, a salvo de la disputa sobre el genocidio. ¿Y qué son esos espacios? Son los espacios que nos permiten no ver lo que vemos. Este genocidio es el primero de la historia que no se sostiene sobre la ocultación. Sabemos lo que vemos, es innegable, palpable, evidente. Pero lo es también porque una gigantesca red de millones de personas ha decidido que las redes sociales no son espacios neutrales durante un genocidio. Donde hay movimiento, no hay neutralidad posible. El movimiento de presión actúa tanto hacia arriba como horizontalmente. No permite que nos olvidemos de lo que pasa. Es molar, pero sobre todo molecular. Su obsesión, precisamente, es que no se recupere normalidad. Cómo dice el escritor y periodista Ignacio Pato: “Que menos que no siga todo como si nada”.
En tercer lugar, las movilizaciones han demostrado que tienen un enorme poder. La vuelta se está planteando la necesidad de que Premier Tech deje la competición. Varios equipos han manifestado su incomodidad por la situación y la retransmisión de la vuelta ha contribuido a que el debate se amplíe, por más que Perico Delgado insista en que no hay que protestar así, que es lo que dice siempre alguien que quiere que las protestas sean algo que pueda ignorar cómo si nada, es decir, que cuestiona la base misma de cualquier protesta.
La situación en Gaza hoy no es mejor por todo ello, es cierto. Quien tiene fuerza para obligar a Israel a detener el genocidio va, en el mejor de los casos, muy lento, y en el peor es un aliado de Israel. Pero ningún movimiento existe a partir de un cálculo racional sobre sus efectos, no se pone en marcha porque sabe que va a conseguirlo, sino porque no puede soportar hacer como si nada. Y en ese terreno, en ese lugar que está entre lo que parece imposible y lo que nos negamos a ignorar, es donde nacen todas las transformaciones sociales. La historia es ni más ni menos que lo que pasa en esa zona de incertidumbre.
Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.