Opinión
Antònia Font
Por Varios Autores
CON CEDILLA// SEBASTIÀ ALZAMORA
Quizá el título de esta columna pueda llevar a confusión, ya que parece que se refiera a una señora o señorita. Y bueno, eso no deja de ser cierto, ya que, en efecto, existe una persona llamada Antònia Font, que vive y trabaja en Mallorca, pero ahora no hablamos solamente de ella, sino también de un grupo musical con el mismo nombre. Nótese el matiz: no solamente, sino también. Y es que la homonimia entre Antònia Font y los Antònia Font –mallorquines también, por supuesto– no es casual, sino que el grupo decidió expresamente bautizarse con el nombre de Antònia Font: y no de cualquier Antònia Font, sino de una Antònia Font bien concreta e individual, ésa a la que hemos aludido y que vive y trabaja en Mallorca. Para colmo, ninguno de los miembros de Antònia Font (de los miembros del grupo, no de la chica, se entiende) se llama así y ninguno de ellos es mujer, sino cinco tíos con toda la barba que se llaman Joan Miquel Oliver, Pau Debon, Pere Debon (éstos son hermanos, sí), Jaume Manresa y Joan Roca. En resumen, Antònia Font ni canta ni toca en Antònia Font, pero el grupo lleva su nombre. Reconozco que es un poco lioso; si no fueran todos amigos míos (los y la Antònia Font), incluso yo podría confundirme.
Un carrerón
Además de amigotes, en pocos años Antònia Font se han convertido, para muchos, en el mejor grupo pop en catalán surgido en mucho tiempo. En Catalunya y Balears, sus canciones se escuchan por todas partes, sus conciertos venden todas las entradas, el personal se sabe de memoria las letras medio surreales, vitales y suavemente melancólicas que escribe Joan Miquel Oliver (que ahora acaba de debutar como novelista con la flipante El misteri de l’amor), y reciben todo tipo de premios y reconocimientos. Hace unos días, les dieron otro premio, pero no en su tierra, sino en Valladolid: nada menos que el Premio de la Música, concedido por la SGAE y la Sociedad de Artistas de España, al Mejor Disco Pop del Año. Lo recibieron por su último trabajo, Coser i cantar, en el cual recuperan los temas más conocidos de sus cinco álbumes anteriores (Antònia Font, A Rússia, Alegria, Taxi y Batiscafo Katiuskas) y los reinventan mediante una brillante lectura sinfónica.
Alegría
Escuchar las canciones de Antònia Font es algo fácil, bonito y gratificante, como, claro está, coser y cantar. Tienen la infrecuente virtud de transmitir alegría de vivir y están habitadas por robots, alpinistas samuráis y astronautas rimadores que se parecen sospechosamente a cualquiera de nosotros, sólo que estos personajes viven en un mundo de melodías felices y memorables, como deben ser las melodías del mejor pop. Escúchenlos y ya me dirán. Y no, el teléfono de Antònia Font no se lo damos a nadie.