Opinión
Del Gobierno vasco
Por Público -
-Actualizado a
RAMÓN COTARELO
Es frecuente leer que el acceso del PSE al Gobierno vasco y de Patxi López a la Lehendakaritza es un ejercicio de normalidad democrática en Euskadi; que el desplazamiento de Ibarretxe y el PNV es el resultado de la normal alternancia de gobierno en una democracia y que así lo entenderá la sociedad vasca.
En un sistema parlamentario, forma gobierno el partido o persona que suma mayor apoyo en la cámara, no necesariamente fuera de ella. Luego el Gobierno de Patxi López es legítimo y legal, mientras que las reacciones destempladas del PNV sólo evidencian el mal perder de los nacionalistas que habían identificado su partido con las instituciones, al estilo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México en su día.
Dichas reacciones van desde sugerir que el proceso electoral es ilegítimo a causa de la Ley de Partidos (Iñigo Urkullu) hasta la de que el PNV deje de presentarse a las elecciones en España (Javier Arzallus) pasando por la que resalta que el Gobierno del PSE no es el de la mayoría vasca que es abertzale (Juan José Ibarretxe) y la que sostiene que no se ha tratado de una verdadera alternancia, sino de una operación para excluir al nacionalismo de las instituciones (Joseba Egibar). Pero el tremendismo verbal ha dejado paso a una actitud pragmática de aceptación de la nueva situación.
Ahora bien, además de legal y legítimo, el Gobierno de Patxi López es excepcional porque está basado en un acuerdo de dos partidos que son incapaces de coincidir en nada más. Hasta el extremo, incluso, de que no incorpora una coalición de Gobierno, como sería lo lógico, sino solamente una parlamentaria, y ello porque, después de decir Patxi López en la campaña electoral que no negociaría con el PP, ninguno de los dos partidos ha considerado oportuno escenificar más la excepcionalidad del giro formando dicha coalición.
Tanto el PSOE como el PP consideran que el País Vasco es un problema de Estado que requiere soluciones excepcionales y estas, por definición, no pueden ser normales. La prueba está en el discurso de investidura de Patxi López que, con celo encomiable, quiere ser el lehendakari de todos los vascos, pero desde una estructura frentista de gobierno del nacionalismo español que ha venido a sustituir a la que había, igualmente frentista, del vasquismo, sustentada en la mayoría parlamentaria nacionalista por la presencia de los independentistas radicales en el Parlamento. Hoy, la ausencia de estos ha permitido constituir este Gobierno monocolor socialista con apoyo del PP, situación que puede cambiar si los independentistas radicales deciden deponer de actitud, obedecer a la Ley de Partidos y volver a las instituciones.
Como todo en la vida, esta solución excepcional puede salir bien o mal. Si sale bien será una muestra de madurez de los dos partidos de ámbito estatal, capaces de anteponer los intereses del Estado a los suyos propios. Si sale mal y los independentistas radicales deciden retornar a las instituciones obedeciendo la Ley de Partidos, este puede ser el último apeadero antes de la estación termini del reconocimiento del derecho de autodeterminación.
Ramón Cotarelo es Catedrático en Ciencias Políticas