Lo lógico sería que Hillary tirara la toalla. También lo era que se hubiera divorciado de Bill Clinton cuando estalló el caso Lewinski. Entonces, Hillary no se divorció, y ahora no sé si tirará la toalla. Sin duda es una mujer ambiciosa, claro que sí, pero no creo que ésa sea su única motivación para seguir peleando como lo hace. Visto desde fuera, y dado que los USA nos gobiernan a todos, queramos o no, yo prefiero mil veces a Obama. Sin embargo, me sorprendió mucho comprobar en un viaje a Nueva York, a principios de Marzo, que reputados demócratas mostraran un apoyo decidido a Hillary, que ya había empezado a perder las primarias en varios estados.

Se lamentaban éstos (los reputados demócratas) que, por una vez que parece que su partido puede muy bien arrebatarle la presidencia al maligno Bush, la candidatura de su partido se la tengan que disputar una mujer y un afroamericano. Y se inclinaban por Hillary no por el hecho de ser mujer, sino porque la creen inteligente y muy capaz, con una experiencia que pocos habrán tenido antes de reinar desde la Sala Oval, con una enorme capacidad de influencia debida a sus extraordinarios contactos, y porque conocen su labor como representante del estado de Nueva York.

Ésta no es una cuestión baladí. La prensa en Estados Unidos es muy poderosa, y la fiscalización que hace de los representantes políticos, exhaustiva. Hay de todo, como en todas partes, pero muchos periodistas hacen las preguntas que tienen que hacer, y no admiten (ni su público tampoco) evasivas como respuestas. El que intenta responder con evasivas, se la carga. Recuerden los debates televisados de la campaña entre Hillary y Obama, que lamentablemente coincidieron en el tiempo con “nuestros” debates entre Zapatero y Rajoy antes de las elecciones, porque el resultado es que la diferencia entre nuestros y sus políticos, y sobretodo entre nuestros y sus periodistas, es abismal.

A mí me gusta Obama, pero respeto a Hillary. Otra cosa será juzgarla cuando gobierne... si es que llega a gobernar.