Opinión
Mirando al precipicio
Por Juan Carlos Escudier
-Actualizado a
Por si no tuviéramos bastante, al drama de los 3.327.801 parados hay que sumar el insomnio de Sonsoles Espinosa, la mujer de Zapatero que, como el mismo presidente ha reconocido, es quien soporta por las noches, ya en el tálamo conyugal, su angustia por el aumento del desempleo. Sonsoles no debe de pegar ojo por culpa de su marido que, como apuntaba la noche del martes en Telemadrid el dueño del difunto gato Soseki, o sea Sánchez Dragó, “recuerda al ministro de Franco que en cierta ocasión dijo: hace unos años estábamos al borde del abismo, y ahora hemos dado un paso hacia delante”.
Para revertir esa “inquietante tendencia hacia el suicidio colectivo”, González Urbaneja proponía ayer en ABC “una estrategia de salvación, por ejemplo de dos años, hasta vísperas de las elecciones”, con un nuevo Gobierno “capaz y competente” que incluya a expertos de la oposición. El presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid no estaba para bromas, como bien sabe Wyoming, y zurraba por igual a empresarios y sindicatos: “Ante semejante catástrofe, ¿se puede pedir más flexibilidad para despedir cuando se despide como quien cose? ¿Se pueden pretender más salarios para los instalados cuando tantos se van a la calle?”.
Se imponía escuchar en Teleramírez (Veo TV) a Pipi Estrada, ese Casanova en paro trocado en filósofo y analista, para entender cómo hemos llegado al precipicio. “Todo lo que nace inclinado acaba cayéndose”, dijo primero en una certera aproximación a Newton. Después descubrió a los culpables del derrumbe: “Esa burbuja, ¿por qué estalla? Hemos tenido el dinero muy fácil. Por ejemplo, los obreros hemos vivido como ricos. Hemos tenido una casa, dos coches, y todo eso trae estas consecuencias”. No hay saco que aguante tanta avaricia.
A Enric Sopena, que es hombre sensible y sintético, le dolía el paro en una sola línea de su artículo de El Plural. Lo que realmente le soliviantaba era que la situación económica no evolucione favorablemente de una vez por todas, porque así “Zapatero no tendría por qué reunirse –tan a menudo como viene sucediendo en la actualidad– con los principales banqueros o responsables financieros de este país”, que están forrados pero son aburridísimos, y eso no hay estadista que lo soporte.
Por caridad
Quizás le faltó a Sopena la grandeza de Federico I de la Cope, que predica mucho, sí, pero también pide trigo, al menos para el Arzobispado de Madrid. “Una pareja con dos niños es que tienen que comer y cenar en los comedores de beneficencia (...). Están ampliando los comedores, pero va a hacer falta mucho más dinero. Rásquense un poquito el bolsillo y ayuden, porque lo que viene...”. ¿Quién dijo que Losantos no tiene corazón?