Para los medios de comunicación sólo es noticia la novedad. Por eso, el sida, que ha ocupado tanto espacio en los medios, ya no tiene sitio. Se ha comido el cupo.

Por otro lado, las catástrofes condenan a sus víctimas al anonimato sacándolas de los medios de comunicación.

La aparición de los tratamientos antirretrovirales, que evitan la muerte irremisible de estos enfermos, pero no curan la enfermedad, creó en la opinión pública la sensación de que el problema estaba resuelto, y en las autoridades sanitarias un triunfalismo nefasto. Como la enfermedad no tiene cura, la aparición de nuevos casos se suma a los ya existentes por lo que la situación empeora cada año, no mejora. En los últimos seis años la población que convive con estos enfermos se ha duplicado en Europa. Además casi el 70 por ciento de los seropositivos ignoran que lo son, por lo que la posibilidad de transmisión, en estos casos, es 3,5 veces mayor. Urge contener la euforia propagandística y pasar a la acción. Tres son los frentes que se recomiendan en la última reunión de expertos celebrada en Bruselas hace unos días: 1) facilitar las pruebas diagnósticas: test inmediatos para todo el que lo solicite, sin barreras, citas previas, etc. 2) Favorecer la accesibilidad a los tratamientos (la población marginal está fuera de control y de las cifras oficiales: no existe, pero están ahí) 3) acabar con la estigmatización de los afectados que favorezca la viabilidad de los dos puntos anteriores.

Estamos ante una epidemia que en los últimos 10 años, sólo en Europa, ha matado a 300.000 personas innecesariamente porque se les hicieron las pruebas demasiado tarde. Es la mayor catástrofe de nuestra era, hay ponerse a ello ya. No más actos testimoniales: Acción.