Cuando eres el central estrella de uno de los equipos más importantes del mundo y un simple agente de la Guardia Urbana se atreve a ponerte una merecida multa -que te da igual pagar porque tienes pasta a espuertas- tienes tres opciones:

1) Cogerla, pagar e irte.

2) Mosquearte y abonar la denuncia.

3) Comportarte como alguien con pocas luces, insultar a los agentes y demostrar que además de chulo eres un tacaño.

Parece que Gerard Piqué, a quien últimamente le pica el gusanillo del protagonismo fuera del campo, no eligió la mejor opción la madrugada del pasado domingo. Las frases con las que se despachó con la Guardia Urbana de Barcelona fueron dignas del mejor episodio del usted no sabe quién soy yo.

"Voy a hablar con tus jefes y se te va a caer el pelo" es mi favorita. Vivimos en una sociedad en la que un tío que se dedica a dar patadas a un balón se puede sentir por encima del bien y del mal y amenazar a un agente con un par. Esta frase lo demuestra.

No es el primero ni será el último. El mundo está lleno de lumbreras como Esperanza Aguirre, Nacho Uriarte, Edurne (también) Uriarte, Pilar Rahola o Enrique López (ex magistrado del Tribunal Constitucional), capaces de llevar la prepotencia al máximo delante de quien se les ponga delante.

Las amenazas de Piqué son un buen resumen de cómo actúa quien se siente por encima de los demás. La frase de "esta multa la va a pagar tu padre" también me fascina. Hay que tener jeta. Me encantaría escuchar lo que opina el central del Barça de todos aquellos que no pagan sus impuestos, de los corruptos, de la casta...

Este futbolista se ha marcado un 'Espe' y después, con un par, un Juan Carlos de Borbón al pedir disculpas en Twitter de la misma forma en la que lo hizo el anterior rey al volver de cazar un elefante en Botswana: "Se ha exagerado mucho lo que dije pero, en cualquier caso, lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir".