Público
Público
EL ANÁLISIS DE PABLO IGLESIAS

Activismo medioambiental

Pablo Iglesias en La Base.
Pablo Iglesias en La Base.

No me canso de decir que uno de los principales problemas de nuestras democracias es la corrupción y la degradación del periodismo y de los medios de comunicación. A propósito de las acciones simbólicas contra obras de arte por parte de activistas por la justicia climática, atendamos a esto que dice en CTXT Juan Bordera: El verano ha sido histórico: sequías en decenas de países, ola de calor tras ola de calor, países como Pakistán sufriendo inundaciones espantosas, estudios de acreditados científicos que avisan de la inminencia de los temibles puntos de no retorno climático, y, de repente, van dos chicas jóvenes, lanzan el contenido de una lata de sopa de tomate al cuadro Los Girasoles de Van Gogh, y se arma la de dios. 

Poco después, un Monet, de la serie Los Almiares, ha sido víctima del puré de patatas del colectivo Letzte Generation y hasta la figura de cera de Carlos III de Inglaterra ha recibido un tartazo. Ya lo avisamos hace meses: el tiempo de la desobediencia civil ha llegado. Ahora toca analizar qué está pasando para tratar de que esta sea útil a la causa.

El colectivo Just Stop Oil, que pretende -mediante desobediencia civil no violenta- que no haya nuevas inversiones en combustibles fósiles en el Reino Unido, es el responsable de dos de las acciones, girasoles y tartazos, y con ellas se ha desatado un tsunami de opiniones y artículos sobre la legitimidad de este modus operandi.

No recuerdo una acción de ningún movimiento social reciente que haya suscitado tanto debate como la del cuadro de Van Gogh. Un debate que ya querríamos muchos que hubiera sido provocado por los sucesos que apuntan a un desastre en ciernes para buena parte de la humanidad. Pero parece que eso no importa tanto, o quizá es que la concatenación de desastres –y la 'espectacularización' de los mismos– nos tiene ya anestesiados. 

Esa es una razón de peso para defender este tipo de acciones, que al menos permite abrir un paréntesis entre las habituales dosis de anestesia que ofrecen los grandes medios de comunicación. Unos medios que deberían estar informando mucho más y mejor sobre un problema tan crucial. Y seguro que lo harían, claro, si no tuvieran entre sus accionistas y financiadores a muchas de las compañías responsables de generar el problema y beneficiarse de él a corto plazo –a largo no ganará nadie–. 

Por el impacto mediático y el debate generado podría parecer que la acción es un éxito incuestionable. Pero, como casi todo, quizá no sea tan simple: que precisamente unos medios de comunicación que sistemáticamente ignoran el problema, se niegan a profundizar en el estado del mismo y sus causas, o directamente llaman a negacionistas para debatir e "informar" sobre caos climático, presten tanta atención a una acción, debería hacernos reflexionar al respecto de su utilidad.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias