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Análisis PP, Cs y Vox buscan el refrendo de su experimento en Andalucía

El presidente de la Junta dice que el domingo está en juego “un gobierno que acompase las reformas” u “otro que las intente bloquear”.

El líder de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, pasa ante el candidato Juanma Moreno (c-d), durante la sesión de investidura que este último ganó en enero pasado. - EFE

raúl bocanegra

El escaparate andaluz ha cambiado de manos. Si durante 37 años, fueron los socialistas lo que invitaban a todo el mundo a mirarse en el espejo de Andalucía, ahora lo hacen PP, Cs y Vox, los partidos que desde el pasado 2D marcan las políticas a seguir en la Comunidad. Y viceversa. Ahora, el PSOE utiliza la Junta como ejemplo de mal gobierno, como se pudo comprobar en el debate del pasado martes.

El resultado del próximo domingo tendrá una influencia segura en el Gobierno de Andalucía, una fórmula inédita hasta ahora que forma una coalición de PP y Ciudadanos, a la que sostienen los apoyos parlamentarios de Vox. Este jueves el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (PP), manifestó que lo que está en juego es "un gobierno que acompase las reformas" que se están poniendo en marcha en Andalucía o uno que las "intente bloquear”.

Además de esto, de decidir quién gobierna, si Pedro Sánchez -con la mayoría de la moción de censura a Mariano Rajoy que o llevó a La Moncloa o con cualquier otra alternativa- o Pablo Casado -por la vía de la repetición del experimento andaluz, en alguna variante- y, por ende, si la ciudadanía refrenda el experimento andaluz, mañana se sabrá también cuál es la correlación de fuerzas entre los tres partidos que configuran la mayoría en Andalucía.

Todo el mundo da por hecho que Vox, el partido de ultraderecha que obtuvo 12 escaños el pasado 2 de diciembre en las autonómicas, irrumpirá esta vez con fuerza en el Congreso, pero nadie sabe con cuánta. Algunas fuentes hablan incluso de que podría llegar a ser la tercera fuerza del país, por detrás de PSOE y PP y por delante de Ciudadanos y Podemos. Tal vez, por ello, Casado les ha abierto la puerta de un posible Ejecutivo dirigido por él.

El próximo presupuesto de Andalucía -que se votará tras las municipales del próximo 26 de mayo y que Vox aún no se ha comprometido públicamente a apoyar- y la misma estabilidad del Gobierno andaluz dependerá en gran medida de esta derivada. Si Vox obtiene un resultado muy alto, la presión que podrá ejercer sobre el Ejecutivo de PP y de Ciudadanos será mucho mayor que la que le dan los 12 diputados que hoy tiene y que configuran el grupo más pequeño de la Cámara Autonómica. De momento, y a la espera de la votación, Vox es una incógnita. Tampoco se sabe cómo reaccionará Ciudadanos si se cumplen algunos augurios y el partido de Albert Rivera se ve superado por el de Santiago Abascal.

Por si acaso, Moreno -que tiene firmado un acuerdo con los ultras que le ha permitido ser presidente- y sus colaboradores se han esforzado esta semana en preservar el Ejecutivo de las tensiones electorales y han pasado a defender que en Andalucía hay “gobierno para rato”, que durará una legislatura completa.

Al mismo tiempo, los conservadores han cargado las tintas en busca de todos los votos posibles. Así, el presidente comparó este viernes a Vox “con un melón sin catar, que puede salir bueno o saber a pepino”, y lo contrapuso al PP, su partido, que ofrece, a su parecer, “un proyecto fiable que ya ha dado grandes servicios a España”.

“Frente a la tentación que tengáis, que puede ser legítima, os pido, por Dios, que concentremos el voto porque si se dispersa, al final, saldrá ganando el PSOE”, dijo Moreno. Los líderes autonómicos de Ciudadanos han utilizado parecidos argumentos y han llamado a concentrar el voto en Albert Rivera, “el estadista que necesita España”.

La influencia del 28-A en la izquierda

El resultado del domingo influirá también en la batalla que se presagia en el PSOE de Andalucía por el control del aparato. No es lo mismo, como ya sabe Susana Díaz y como le recordó el mismo secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, la mañana siguiente a las elecciones autonómicas, ganar que ganar y gobernar. Ser presidente que no serlo.

Díaz ha hecho una campaña intensa, en la que se ha recorrido Andalucía, y en la que ha acompañado al presidente Sánchez en varios mítines. En ella, ha tratado de movilizar el voto para el PSOE recordando a todos su propio ejemplo y el de los socialistas andaluces, a quienes la alta abstención y la desmovilización del electorado de izquierdas, por numerosas causas sacó del Gobierno por primera vez desde la creación de la Junta de Andalucía. La suma de las derechas y de la ultraderecha dio paso a la mayoría que hoy manda en la Comunidad.

En San Vicente, sede del PSOE de Andalucía, cuentan con mejorar los datos del pasado 2D y de las pasadas generales, las de 2016, en las que la primera fuerza en la Comunidad fue el PP. Díaz y los suyos se preparan para capitalizar el resultado, si, como parece, este es bueno.

Adelante Andalucía también busca mejorar los resultados de las autonómicas, en las que no fue capaz de captar la fuga de sufragios socialistas. Las votaciones del domingo darán también pistas al respecto de si la derrota de la izquierda el pasado 2 de diciembre fue un accidente provocado por una conjunción de circunstancias particulares o tiene visos de perdurar en el futuro. Se sabrá si PSOE y Adelante Andalucía suman más que Vox, PP y Cs y anuncian, con ello, una posible recuperación del Gobierno andaluz en las próximas autonómicas, sean estas cuando sean. Los estudios sociológicos más profundos indican en cada ocasión que Andalucía es una comunidad que tira más a la izquierda.

Las elecciones permitirán también saber si los sindicatos -que se han conjurado para evitar una segunda victoria de las fuerzas conservadoras, liberales y ultras- conservan el poder de convocatoria que ya demostraron en 2012, en las autonómicas de aquel año. Cuando todo el mundo daba por hecho que Javier Arenas, presidente entonces del PP de Andalucía, gobernaría Andalucía con mayoría absoluta, el resultado permitió que el PSOE conservara el Gobierno después de cerrar un pacto con IU. La labor sindical fue, como han reconocido diferentes dirigentes del PP, decisiva para provocar aquel vuelco, que retrasó seis años la llegada de la derecha al Ejecutivo de Andalucía.

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