Caciques, falangistas y banqueros: así se tramaron con el dinero de los emigrantes las redes clientelares de Ourense
El historiador Félix García Yáñez desvela cómo se tejieron las tramas políticas y financieras de la provincia a través de Caixa Ourense, fundada en tiempos de la República y que creció gracias a los ahorros de los exiliados económicos.
A Coruña-
Los caciques que durante décadas construyeron las redes clientelares que aún hoy dominan la provincia de Ourense se financiaron y enriquecieron con el dinero de miles de trabajadores y trabajadoras que se vieron obligados a emigrar durante el franquismo por motivos políticos y económicos.
Caixa Ourense, la caja que nació a principios de los años 30 del siglo pasado vinculada a la Deputación Provincial, fue la herramienta que esas élites emplearon durante la guerra, la posguerra, la dictadura, la transición y los primeros años de la democracia para promover ese trasvase de rentas y para cimentar con dinero de los ahorradores el poder que la derecha conservadora de la provincia sigue manteniendo en la actualidad.
Lo cuenta el historiador Félix García Yáñez en Caixa Ourense (1933-1999), sete décadas de aforro popular provincial, un documentado ensayo de investigación publicado en gallego por Alternativas Económicas que se lee a ritmo de novela y que explica la intrahistoria del fenómeno. "Me pregunté a dónde había ido a parar el dinero de los emigrantes. De ahí surgió el libro", cuenta el autor.
Durante la década de los años 60, cuando en España se iniciaba la era del desarrollismo, el 56% de la población de Ourense con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años tuvo que emigrar a otros países, principalmente en Europa y en América, ante la falta de oportunidades para prosperar en su propia tierra. La inmensa mayoría de esos exiliados económicos destinó lo que ahorraba en la emigración a abrir depósitos y cuentas en Caixa Ourense. Muchas de ellas en divisas, que el régimen franquista impulsaba porque necesitaba moneda extranjera tras el fracaso de la etapa de autarquía en la que instaló al Estado tras la guerra civil.
Instrumento de las élites burguesas
La entidad fue fundada en 1933, durante la segunda república, como instrumento de las élites burguesas para canalizar el ahorro local e intentar que revirtiera en la provincia a través de su obra social y de proyectos económicos de promoción propia. A partir de 1936, sin embargo, ese dinero sólo sirvió para financiar los gastos de guerra del Gobierno de Burgos, primero, y después al franquismo, que manejaba la caja a través de personas vinculadas directamente a la Falange y el régimen, que obligó por ley a que el presidente de su consejo de administración fuera el presidente de la Deputación. A los vocales también se les exigía una firme vinculación con el Movimiento.
A principios de los años setenta, en España había 87 cajas de ahorro. Caixa Ourense ya era la segunda en depósitos en divisas procedentes del extranjero, tras una década de agresivas estrategias comerciales que le llevaron a enviar empleados a países como Francia, Bélgica, Holanda, Suiza y Alemania, para captar clientes en las ciudades receptoras de migrantes ourensanos.
En 1970, la entidad ya era la segunda en saldo medio por cuenta corriente de todas las de España. El régimen facilitaba su trabajo a través del Instituto Español de Emigración, creado en 1956 para apoyar y planificar el éxodo de los compatriotas más desfavorecidos de cuyas gananacias en el extranjero se quería aprovechar.
"Caixa Ourense fue fundamental para el sustento de las redes clientelares de la provincia", continúa García Yáñez. Bajo la dirección de Ricardo Martín Esperanza, una figura clave en la historia de la caja, la entidad consolidó en los 60 y lo 70 un tupido entramado de inversiones en empresas e industrias, compró y promovió instalaciones hoteleras, se implicó en el sector de la construcción y abrió sucursales en municipios de toda la provincia.
Alcaldes franquistas directores de sucursales
"Los directores de esas oficinas eran los alcaldes del pueblo o representantes destacados del poder franquista", recuerda el autor. "Fueron colocando en la entidad a sus hijos, a familiares y amigos, eran los que decidían qué préstamos se concedían y en qué condiciones, lo que les permitió ir tejiendo poco a poco esa red de favores".
Buena parte del libro de García Yáñez está dedicado a contar la infinidad de desfalcos cometidos por esos directores y de casos de corrupción que motivaron en varias ocasiones la intervención del Banco de España. La mayoría de los responsables, protegidos por el régimen a través de las mafias clientelares que ellos mismos habían creado, ni siquiera recibieron castigo por ello, más allá de un traslado de sucursal o de obligarles supuestamente a devolver el dinero facilitándoles préstamos blandos de la propia caja. "Una estrategia parecida a la que luego usó la iglesia católica con los curas pederastas", ironiza el autor.
Juan Carlos I indultó en 1982 al exdirector general de la caja, Martín Esperanza, condenado a 15 años de cárcel por corrupción
El propio Martín Esperanza, condenado en 1981 por el Tribunal Supremo a 15 años de cárcel por varios delitos de malversación y estafa, tras años de falsear las cuentas del banco, de apropiarse indebidamente de dinero de la entidad y de tapar los escándalos de los delegados que nombraba, fue indultado en 1982 por Juan Carlos de Borbón con la intermediación de Pío Cabanillas, exministro con Franco y por entonces ministro de Justicia en el Gobierno de UCD. Tres años antes, la entidad había entrado en quiebra técnica. Uno de los hijos de Cabanllas, Pío Cabanillas Alonso, acabaría siendo ministro portavoz del Ejecutivo de José María Aznar.
Caixa Ourense dejó de existir en 1999, cuando la Xunta de Manuel Fraga promovió su fusión con Caixavigo y Caixa Pontevedra para crear Caixanova. Por entonces su secretario general era José Luis Baltar, presidente de la Deputación y del PP provincial, cargos que luego dejaría en herencia a su hijo Manuel.
Abanca
A su otro vástago, José Luis, también lo había colocado en un puesto de dirección en la entidad, que luego, y por las presiones de la Xunta de Alberto Núñez Feijóo, acabaría uniéndose a Caixa Galicia para conformar Nova Galicia Banco, que tuvo que ser rescatada de la quiebra con dinero público y, luego, vendida al empresario venezolano Juan Carlos Escotet, que rebautizó al conglomerado como Abanca, nombre que mantiene en la actualidad.
En mayo de 2023, Público desveló los mensajes y los audios en los que José Luis Baltar hijo reconocía las mordidas que su hermano y él cobraban a los contratistas de la Deputación, que su familia dominó durante más de tres décadas. En uno de ellos se refiere de manera irónica a una nota interna de la entidad sobre la ampliación de las normas de su código ético. "¡Código anticorrupción, estos hijos de puta van a por mí, me quieren echar!", decía entre risas José Luis a su interlocutor.
A partir de 1999 y tras la desaparición de la caja, la Deputación del PP de la familia Baltar también heredó el dominio de las tramas clientelares de Ourense, se convirtió el principal empleador de personas afines al partido o familiares de sus miembros destacados, y en el núcleo irradiador de favores políticos y económicos de las élites ouresanas. El actual presidente de la Deputación, el popular Luis Menor, exsenador y alcalde de Pereiro de Aguiar desde hace cinco años, se mueve con dificultades en ese entramado sin que de momento haya mostrado síntomas de que tiene intención de desmontarlo.
Pese a que sus emigrantes enviaron durante décadas ingentes cantidades de dinero a España, en divisas con las que el Estado pudo salir de la autarquía y financiar el desarrolllismo franquista, y de que contaba con una caja propia que podría haber sufragado su desarrollo económico, Ourense sigue siendo hoy una de las provincias más pobres de España. Por poner un ejemplo, es la segunda provincia con las pensiones de jubilación más bajas del Estado: 1.032 euros al mes, 400 menos que la media. "Los años 60 y 70 fueron dos décadas perdidas en las que se pudo promover la industrialización de Ourense. Había dinero, mucho dinero para financiarla. Pero no se hizo", concluye García Yánez.
La crisis financiera iniciada en 2008 derivó en la desaparición de las cajas, que contaban "con un profundo arraigo entre las clases medias, profesionales y trabajadoras y que llegaron a administrar más de la mitad del ahorro ciudadano" en el Estado. "De las 46 existentes hace ocho años ya sólo quedan dos pequeñas entidades", recuerda el periodista Andreu Missé, fundador de Alternativas Económicas, en el prólogo del ensayo. "Sabemos muy poco de los motivos de fondo de todo ese proceso de liquidación", añade Missé, para quien la meticulosa y prolija investigación de García Yánez permite "entender las raíces de ese particular aspecto de la crisis financiera española" y alertar para que prácticas como las que desvela no se repitan en el futuro.
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