La negociación de la reforma laboral que este martes culminó con su aprobación en el Consejo de Ministros parece haber sido como el juego de la sillas… pero al revés. En esta ocasión, el objetivo no era quitar una silla, sino ponerla. Y se visualizó perfectamente en la rueda de prensa posterior a la reunión del Ejecutivo.

Desde marzo, el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz estaba negociando con los agentes sociales una nueva reforma laboral en jornadas maratonianas, que pasaban en muchas ocasiones sin ninguna cobertura mediática y donde había solo tres sillas: la del Ministerio de Trabajo, la de la patronal y la de los sindicatos. Pero, a medida que iban dándose avances y la reforma empezaba a coger cuerpo, las alarmas se dispararon.

Por ello, a finales de octubre, desde la Vicepresidencia primera del Gobierno, que encabeza Nadia Calviño, se dijo que en el acuerdo final de esa reforma laboral no podía estar sólo la Vicepresidencia segunda y el Ministerio de Trabajo, y que debían tomar parte más ministerios en las negociaciones finales. Se pedía otra silla.

Aquello generó turbulencias en el Ejecutivo que provocaron hasta la mediación de Sánchez entre sus dos vicepresidentas. Pero, finalmente, hubo acuerdo interno entre los dos socios de Gobierno. Díaz seguiría liderando las negociaciones de la reforma laboral, pero tendría equipos técnicos de otros ministerios en sillas aledañas para llegar a los acuerdos. Las negociaciones siguieron y fueron pilotadas fundamentalmente por el Ministerio de Trabajo.

Estaba conseguido. El acuerdo tal vez más importante de toda la legislatura, según dijo la propia vicepresienta Díaz y otros miembros del Gobierno, había salido adelante. Entonces llegó la pugna por quién se ponía la medalla.

Calviño salió el mismo día celebrando el acuerdo fruto del trabajo de todo el Gobierno de coalición. Y el lunes el portavoz socialista, Felipe Sicilia, ponía en valor a la vicepresidenta primera del Ejecutivo como la destacada artífice del pacto. 

Las palabras de Sicilia no fueron un arranque de partidismo. En el seno del Gobierno se piensa que sin Calviño el acuerdo no hubiera sido posible y los empresarios se hubieran descolgado, y creen que es algo que hay que poner en valor.

Fuentes de la Vicepresidencia segunda del Gobierno de Díaz insisten en que no se quiere entrar en protagonismos por el pacto en torno a la reforma laboral y que da igual quién explique el acuerdo conseguido, sobre el cual insisten en que "es histórico". Es más, aseguran que no quieren ninguna polémica en torno a este asunto.

Pero el juego de la sillas continuó hasta el final. El Gobierno anunció este martes a las 11 horas la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros con la presencia de la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez; la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; y el ministro de Agricultura, Luis Planas, el cual despacharía sobre las novedades relacionadas con la Política Agraria Común, la PAC, para el próximo año.

Sin embargo, en la mesa que preside la sala de prensa de La Moncloa, donde se celebran las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, había cuatro sillas… Y es que había una de más, para el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, de la parte socialista del Gobierno. El ministro de Inclusión y Seguridad Social comparecería para explicar la nueva regulación de los ERTE, la cual ya se incluye en la reforma laboral.