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CONVENCIÓN DEL PP La semana grande de Casado termina con la promesa de escorarse más a la derecha y la mirada puesta en Vox

El líder del PP introduce en su intervención de cierre en Valencia elementos discursivos con el objetivo de que el "ensanchamiento" del partido ahora pueda venir por la derecha

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VALENCIA, Actualizado:

Desde el Partido Popular han afirmado que la Convención Nacional dura un año. Pero lo cierto es que la semana grande de Pablo Casado ha terminado hoy en Valencia. Un gran acto automotivacional para recuperar la "ilusión" en el partido tres años después de la llegada del líder actual y casi "salvar a España". Los retos principales eran, por un lado, reforzar su liderazgo y cerrar filas internamente. Las muestras de lealtad mostradas ayer, especialmente por la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, hacen que en Génova respiren tranquilos de momento. Por otro lado, han querido mostrar que son "la única alternativa" al Gobierno queriendo además disputar la batalla cultural con la ultraderecha de Vox. Y ganarse, claro, a sus votantes, perdidos por el PP en el camino.

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"Los que vinieron a sustituirnos se han ido quedando por el camino. El PP es mucho PP y hemos hecho lo correcto: primero ofreciendo unidad y cuando la rechazaron, haciéndola por la base", proclamaba Casado en una Plaza de Toros exultante. "Si traes la Convención a Valencia te llenamos la Plaza de Toros", cuentan que le dijeron los dirigentes valencianos a Casado.

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La amenaza de Cs, en declive electoral, parece ya superada. Ese "rechazo" iba por ellos. Por tanto, el "ensanchamiento", que tanto han pregonado desde la dirección nacional durante estos días, se dirigirá ahora hacia la derecha. Para ello, Casado introdujo algunos elementos significativos en su discurso de cierre. Todos plagados de españolismo o nacionalismo español. Solo la palabra "España" fue más de medio centenar de ocasiones repetida por Casado.

En primer lugar, las habituales referencias a Catalunya, donde realmente han compartido prácticamente las mismas posiciones que el partido liderado por Santiago Abascal. Para demostrar la dureza de su discurso llegó a afirmar que en el PP "traerían a Puigdemont al Tribunal Supremo aunque tuvieran que viajar al último país de Europa". También reclamó recuperar las competencias sobre prisiones en el País Vasco y Catalunya. En definitiva, lo que los populares llaman "poner orden".

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Por otro lado, se enmendó a sí mismo sobre lo ocurrido el 1 de octubre de 2017. "Quiero decir una cosa muy clara ahora que se cumplen cuatro años del 1 de octubre. Hicimos lo que teníamos que hacer". "No se tenía que haber votado y no se tenía que haber llevado a las fuerzas policiales a ese límite", afirmó Casado hace unos meses con motivo de las elecciones catalanas. "Las cosas se podían haber hecho mejor", añadió entonces.

La llamada Hispanidad también fue reivindicada por Casado, quien se negó, por segunda vez en esta semana a pedir perdón por lo ocurrido durante el Descubrimiento de América. Algo que saltó a la opinión pública tras las palabras del Papa Francisco, nada menos. Se pone así también al nivel de Vox, junto a Ayuso y Aznar. El presidente del PP todavía no se sumado en todo caso a atacar el "indigenismo", nuevo frente de ataque de sus compañeros políticos, a los que ha sido desde sus inicios muy próximo ideológicamente.

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Otros asuntos tratados en esta línea discursiva fueron la defensa sin fisuras de la monarquía. "Desde aquí, una vez más, mostramos nuestra lealtad y adhesión a Su Majestad don Felipe VI", dijo Casado entre los aplausos del público. También anunció el impulso de una "ley de símbolos" para “acabar con la quema de banderas y las humillaciones al Rey". Y otra de "lengua" para garantizar el español en toda la enseñanza, los espacios públicos y toda la administración. "Menos prometer defender a nuestro idioma fuera de España y más garantizar que se pueda hablar y enseñar dentro", destacó en referencia a una supuesta persecución de la lengua.

El PP pretende dar la batalla política y cultural, como viene siendo habitual, en asunto como la Memoria histórica. La intención es clara: derogar las actuales leyes, que sirven para "desenterrar rencores" y sustituirlas por una Ley de Concordia. Los valores conservadores en lo moral del PP han vuelto a salir a relucir con fuerza en asuntos como el aborto. Una palabra que no ha mencionado Casado en su intervención pero que ha defendido la "cultura de la vida". "Nosotros defendemos la cultura de la vida, con ayudas y sin castigos, como política social y no penal. Y por eso creemos que las administraciones deben estar siempre a favor de la vida. Y si tienen dudas, que apuesten por la vida", destacó. La ley de eutanasia también quieren sustituirla por una "ley de cuidados paliativos".

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"A nosotros ni una lección de feminismo", dijo Casado

Las leyes de igualdad o la ley trans también fueron profundamente criticadas. Y, en defensa de su "feminismo liberal", se permitió la licencia de denostar el color morado, símbolo del movimiento. "Somos el partido que rompió el techo de cristal de las mujeres: ministras con Soledad, comisarias con Loyola, alcaldesas con Teófila y Rita, presidentas con Luisa Fernanda y Esperanza. Son las que para defender la igualdad no se visten de morado sino de traje de faena para que haya millones de empleos para todas las mujeres. A nosotros ni una lección de feminismo".

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Por supuesto, la batalla cultural contra la izquierda no puede dejar pasar la educación. "Derogaremos la ley Celaá. Que se enteren los de la izquierda que los hijos sí son de los padres, y de nadie más", señaló.

En cuestiones económicas, pocas novedades. Bajada de impuestos generalizada como mantra principal. Y supresión de los de donaciones, sucesiones y patrimonio. Y otra advertencia habitual. "Sacaremos a bolsa las compañías públicas mal gestionadas por los amigos del Gobierno". Privatizar, dicho de otra manera.

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Tres letras prohibidas

En todo caso, las tres letras del nombre del partido de Abascal no fueron mencionadas en ningún momento de la Convención. No parece casualidad y sí una estrategia diseñada de esa manera. Los de Abascal se sienten cómodos en el enfrentamiento directo y los populares solo han ido lanzando referencias veladas. Sí se hicieron muchas menciones a los "populismos de derechas" durante las sesiones de la semana. Especialmente llamativas fueron las realizadas por algunos dirigentes territoriales o invitados internacionales que usaron el evento para alertar y presionar a Casado de que no se fíe de la ultraderecha.

En Valencia las menciones a esos "populismos" no tuvieron tanto peso. En el discurso de Casado en la Plaza de Toros apenas la mencionó un par de veces. Una, en referencia al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. "Tu ejemplo demuestra que se puede llegar al Gobierno manteniendo la firmeza contra los partidos populistas y comunistas", señaló. "La respuesta a la crisis no es más polarización, ni más populismo ni más fragmentación, sino reformismo y convivencia", fue la otra.

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En cualquier caso, desde el PP son conscientes que según las encuestas la alianza con Vox es inevitable por la confrontación total con el PSOE y los números que se otorga a Cs. Los apoyos puntuales y de forma externa es la opción por la que, de momento, se han decantado los populares. En este sentido, destaca un mensaje transmitido ayer en Valencia por el secretario general Teo García Egea. "Ningún pacto puede alejarnos de la vocación de partido mayoritario para la que nacimos. Por eso decidimos que los gobiernos de libertad serían con Cs y sólo con Cs", señaló.

La Convención ha estado marcada también por algunas polémicas declaraciones realizadas en los actos previos al cierre en Valencia. Entre ellas las del expresidente del Gobierno José María Aznar, las del Premio Nobel Mario Vargas Llosa o la presencia del expresidente francés Nicolas Sarkozy, condenado por corrupción por segunda vez justo un día después de ser alabado por Casado.

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Desde el PP, fuentes de la dirección nacional le restan importancia a lo ocurrido y creen que el objetivo de la "consolidación del centro derecha y reunificación" en torno al proyecto de Casado está más cerca hoy que hace unos meses. Y desde luego, en mucha mejor posición que cuando el presidente de los populares llegó al cargo. Hasta las próximas elecciones generales aún quedan 2 años. Por el camino, las negociaciones para los Presupuestos en Andalucía marcan el paso inmediato en las relaciones con Vox. Luego vendrá también la pugna interna por el control del partido en Madrid, no cerrada todavía. Y convencer a los votantes ultraderechistas de que vuelvan al partido del que alguna vez se fueron. "El PP ha vuelto", ha sido uno de los mensajes más repetidos. 

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