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Desescalada El Gobierno, en fase de reconstrucción tras la peor semana de su mandato

Tras las turbulencias de los últimos días vividas en el Ejecutivo, Sánchez se conjura para recuperar cuanto antes la mesa de diálogo social y los miembros del Gobierno para aparcar diferencias. Creciente malestar en las filas del PSOE porque el Ejecutivo se apoye en Bildu. Iván Redondo, Lastra y el propio Iglesias en el ojo del huracán de las críticas internas.

Captura de la señal institucional de Moncloa que muestra al presidente del Gobierno Pedro Sánchez durante la firma, este lunes, con los líderes de las patronales CEOE y Cepyme y de los sindicatos UGT y CCOO del pacto que alcanzaron la pasada semana para p
Captura de la señal institucional de Moncloa que muestra al presidente del Gobierno Pedro Sánchez durante la firma, con los líderes de las patronales CEOE y Cepyme y de los sindicatos UGT y CCOO del pacto que alcanzaron para prorrogar los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) más allá de la vigencia del estado de alarma. EFE/

manuel sánchez / alejandro lopez de miguel

La turbulenta semana vivida por el Ejecutivo ha dejado al Gobierno en ruinas. Tiene frentes externos, internos y propios abiertos por los cuatro costados y, tal vez por primera vez en lo que va de legislatura, hay preocupación por lo ocurrido y las consecuencias que pueda tener a corto y medio plazo. Por ello, el objetivo que se ha marcado es de reconstrucción de la casa y lo más pronto posible, porque el peligro de derrumbe empieza a ser más que serio.

El primer objetivo, según fuentes consultadas, es recomponer cuanto antes la mesa de diálogo social y hacer que los empresarios vuelvan a sentarse. El propio Pedro Sánchez está implicándose directamente en ello, aunque desde el Gobierno son conscientes de que tendrán que pagar un precio para que la patronal vuelva.

Para Sánchez siempre ha sido determinante caminar junto con los agentes sociales, y sabe que ahora no puede permitirse actuaciones unilaterales ni acuerdos bilaterales con los sindicatos

Para Sánchez siempre ha sido determinante caminar junto con los agentes sociales, y sabe que ahora no puede permitirse el lujo ni de actuaciones unilaterales ni de acuerdos bilaterales con los sindicatos, salvo que no haya más remedio. Tras el caos generado por el anuncio del pacto con Bildu para derogar la reforma laboral, y su posterior rectificación, los empresarios, pero también los sindicatos, manifestaron su profundo malestar por haberse visto orillados.

Lo que se proyectó como un win-win, una jugada redonda a costa de firmar un acuerdo con Bildu sobre un asunto que el Ejecutivo lleva en su programa, para granjearse cinco abstenciones, se reveló un fiasco que además impactó en las negociaciones que con tanto mimo ha cultivado la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Desde el miércoles, Díaz ha evitado las intervenciones públicas, y ese mismo día, al conocerse este pacto, desde su equipo aseguraron que no había tenido participación alguna en las negociaciones.

No es para menos. El reciente acuerdo con los agentes sociales para extender los ERTE fue muy celebrado por el Gobierno, también porque volaba los argumentos del PP contra el Ejecutivo a cuenta de estas políticas. La patronal se dividió votando, pero se situó del lado del Gobierno, para estupefacción de la derecha. Todo, hasta este miércoles.

Al malestar de los socios de investidura se unió esta semana el recelo del PNV

Esto, por no hablar de la cada vez más deteriorada situación con sus socios de investidura. El miércoles, Sánchez logró aprobar la quinta prórroga del estado de alarma en el Congreso de los Diputados, si bien registró el menor número de votos a favor hasta la fecha, con un creciente número de votos en contra.

Los socios de investidura le reclaman que negocie con ellos todos sus pasos, de una vez por todas, y el Gobierno es consciente de que, en un arco parlamentario tan fragmentado, cada diputado cuenta.

Además, al evidente malestar de ERC se unieron esta semana los recelos del PNV, que tampoco tenía conocimiento del acuerdo con Bildu. Al final, sólo la formación abertzale ha tenido algo que celebrar.

La reconstrucción a la interna

El otro pilar para la reconstrucción es evitar las diferencias, al menos en público, de los miembros de su Gobierno. La contundencia de la posición de Pablo Iglesias sobre la reforma laboral, y la no menos contundente respuesta de Nadia Calviño han vuelto a poner de manifiesto no sólo la existencia de "distintas sensibilidades" que hay en el Gobierno, como lo denominó el viernes la ministra portavoz, María Jesús Montero, sino que hay posiciones casi antagónicas.

La contundencia de la posición de Iglesias sobre la reforma laboral, y la no menos contundente respuesta de Nadia Calviño, reflejan que hay posiciones casi antagónicas

Tras las palabras de Iglesias, desde Unidas Podemos se unieron a los portavoces del PSOE que intentaban rebajar la polémica, insistiendo en que no se había rectificado el acuerdo, y en que lo importante era este compromiso para derogar la reforma laboral, pero la situación ya estaba fuera de su control.

Sánchez quiere su hoja de ruta, que pasa por derogar los aspectos de la reforma laboral ya marcados en la nota de prensa de rectificación, y calmar así a Unidas Podemos, pero también planea abordar a "medio plazo" una reforma más global, que pasa por un nuevo Estatuto de los Trabajadores pactado, lo que suavizaría así asperezas con los empresarios. 

Grietas en el PSOE

No obstante, los errores cometidos en esta semana también han abierto grietas en el propio PSOE que pueden agrandarse. Gran parte del partido no entiende el acuerdo sellado con Bildu, ni  siquiera que se negocie con la formación abertzale.

Un buen número de barones del PSOE rechazan que el Gobierno negocie con Bildu

Emiliano García-Page y Javier Lambán, presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, lo han dicho públicamente, pero un buen número de secretarios generales del PSOE piensan exactamente lo mismo, aunque han preferido guardar silencio por ahora, ante la delicada situación por la que atraviesa el país. Es el caso del PSOE de Andalucía, tan crítico en otras ocasiones ante cualquier acercamiento a Bildu, en esta ocasión ha optado por mantener el silencio.

Y es que si a gran parte del partido ya le cuesta entender los acuerdos con ERC, ante los acercamientos a Bildu el rechazo es prácticamente total, por lo que si el Gobierno mantiene esta vía es más que probable que aumenten las críticas internas.

Y, aunque se mantengan las formas de cara al público, internamente en el Gobierno y en al dirección del PSOE siempre habrá quienes señalen culpables. El jefe de Gabinete de Sánchez, Iván Redondo, sigue estando en el punto de mira y el inventor del "win-win" pierde crédito por las esquinas. Y no son pocos también los que apuntan a la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, a quien achacan entender la "geometría variable" como un "todo vale" para sacar adelante una votación.

En el Gobierno y en el PSOE el cúmulo de críticas se centra en Pablo Iglesias, a quienes muchos reprochan que siga entendiendo su presencia en el Gobierno como una oportunidad para potenciar a su partido

Sin embargo, en el Gobierno y en el PSOE el cúmulo de críticas se centra en Pablo Iglesias, a quienes muchos reprochan que siga entendiendo estar en el Gobierno como una plataforma para potenciar a su partido y dejar a los socialistas en evidencia. Su intervención sobre la reforma laboral ha causado indignación y no son pocos lo que piden a Sánchez que pare esta situación.

Calviño tampoco se escapa y, aunque en menor nivel, algunos dirigentes socialistas no comparten su ortodoxia económica, y no dejan de recordar que no pertenece al partido.

Unidas Podemos, en absoluto silencio

Por otro lado, el silencio de la ministra Díaz ha sido la tónica general en Unidas Podemos. En el caso de la titular de Trabajo parece evidente que quería evitar verse quemada por un asunto que le era ajeno, pero en el conjunto del partido morado hay otras razones que explican esta calma.

De hecho, horas después de las palabras de Iglesias, cuando la formación cerró filas con el PSOE, pasó a cerrar todas las puertas y ventanas. La bunkerización ha sido tal que, por primera vez en su historia, Podemos ha comunicado los resultados de todo un congreso -Vistalegre III, saldado con la victoria total de Iglesias-, con un mero comunicado, remitido a los medios un día antes de lo previsto, y al filo de las 22.30 horas, el jueves.

El PSOE afronta debates internos por el mero hecho de negociar con Bildu; Unidas Podemos lo ve con naturalidad. Esto no erosiona a Iglesias ni le supone críticas

Ni siquiera ha habido comparecencias para valorar los resultados, ni intervención del nuevo secretario general, ni un discurso que sirviera para restar fuerza a la importante caída en la participación, de un tercio con respecto al anterior congreso. 

Más allá de la movilización de sus bases, la formación ya tiene abierto un frente importante a cuenta del impuesto a las grandes fortunas que enarbola, y que el PSOE rechaza, y hoy Iglesias ha hecho alusión a este gravamen a través de su cuenta de Twitter. 

Los recelos ante Calviño, Montero y la vicepresidenta segunda, Carmen Calvo, son de sobra conocidos, y tampoco ha gustado en la formación morada que el ministro de Seguridad Social e Inclusión, José Luís Escrivá, haya monopolizado toda la atención para vender el ingreso mínimo vital como si fuera una iniciativa únicamente trabajada por su Ministerio, y no el resultado del trabajo conjunto de Seguridad Social y la Vicepresidencia Segunda.

Desde hace semanas, Escrivá es quien ha ido adelantando datos de esta medida en sus intervenciones mediáticas, y hoy la formación morada recuerda que, sin su presión, esta iniciativa no estaría a punto de ser aprobada.

Sin embargo, hay un matiz importante a tener en cuenta: a Unidas Podemos no sólo no le preocupa negociar con Bildu, sino que estos acuerdos no dañan per sé al partido. El PSOE afronta debates internos por el mero hecho de que existan, Unidas Podemos los ve con naturalidad. No erosionan a Iglesias ni le suponen críticas.

No obstante, en el Gobierno sigue habiendo confianza en que lograrán superar  este bache, y en que todo empezará a ser más fácil cuando remita la crisis sanitaria, aunque luego tengan que enfrentarse a una crisis económica. De momento, el objetivo sigue siendo mantener el Gobierno de coalición y acabar los cuatro años de legislatura, como Sánchez repitió ante el Congreso el miércoles.

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