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Congreso federal Díaz votará a Sánchez en el Congreso y no peleará la cuota andaluza en su ejecutiva

La presidenta de la Junta abandona el pulso con el madrileño, renuncia a pedirle que cuente con los suyos y promete que “no hará susanismo”. “Que nadie use mi nombre para exigirle nada”.

La secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz, durante su intervención en la reunión del Grupo Parlamentario Socialista previa a la sesión parlamentaria. EFE/Jose Manuel Vidal

DANIEL CELA

Susana Díaz ha perdido las primarias socialistas en España, pero las ha ganado en Andalucía. Su derrota en el norte es incontestable, por un margen de 14.000 votos de diferencia respecto a Pedro Sánchez. Pero su victoria en Andalucía es igual de rotunda: un 65% de apoyos. “Con eso se puede reformar la Constitución”, repite hasta en tres ocasiones. La presidenta andaluza y secretaria general del PSOE-A ha asimilado su derrota en las primarias y da por terminada la guerra con Sánchez. “Se acabó. He perdido y no voy a continuar la pelea. Iremos al Congreso federal y votaré a Pedro. Ahora me toca centrarme en Andalucía. Yo no voy a hacer susanismo. Que nadie utilice mi nombre para reclamar nada. Yo no me voy a meter en la ejecutiva de Pedro”, dice.

Susana Díaz desmiente a quien afirma que se ha parapetado en Andalucía para seguir “dando la batalla” a Sánchez. Sabe que ha perdido, que necesitará tiempo para desmontar el “traje” que le han hecho sus rivales, asociándola a la derecha, si alguna vez quiere volver a Madrid. “Tengo 42 años”, repite. Ahora quiere distanciarse de las decisiones de ámbito nacional, “que corresponden a Pedro Sánchez”, para fortalecer al PSOE andaluz y poner velocidad de crucero a su Gobierno.

“Yo no me voy a meter en la ejecutiva de Pedro, pero él tampoco en la mía”

En un encuentro con periodistas en el Parlamento, la presidenta de la Junta quiso dejar claro que no va a reclamarle nada a Sánchez, no le exigirá que cuente con personas de su confianza en su nueva ejecutiva, como hizo la última vez, y tampoco peleará para que haya una cuota andaluza en la nueva dirección federal. “Yo no me voy a meter en la ejecutiva de Pedro, pero él tampoco en la mía”, advierte. La segunda parte de la frase es importante, porque con ella, Susana Díaz trata de marcar claramente su terreno de cara al próximo Congreso regional del 29 y 30 de julio. La líder del PSOE andaluz sevillana convocó el cónclave en el que aspira a ser reelegida al día siguiente de las primarias. Aceleró la celebración para no dar tiempo a los sanchistas andaluces para organizarse y presentarle un candidato alternativo. No porque tema perder, dice, segura de su 65% de apoyos en Andalucía, sino porque prefiere firmar ahora un armisticio con Sánchez a negociar luego la entrada de los críticos en su próxima ejecutiva.

La presidenta andaluza no quiere prolongar el pulso con el madrileño, es más, pretende trazar una línea divisoria entre Sánchez y ella, incluso marcando distancias entre el PSOE federal y sus responsabilidades en Andalucía. “Yo a San Telmo y Pedro a Ferraz”, bromea la presidenta, rescatando la famosa frase que el madrileño le dijo durante un mitin en Almería, antes de las elecciones generales. “Susana, tú en San Telmo, yo en Moncloa”.

El 26% del peso andaluz

Que Susana Díaz renuncie a pelear la cuota andaluza en los órganos de dirección del PSOE federal es una decisión que trasciende a la propia presidenta. La federación andaluza, con más de 45.000 afiliados, es la más potente y numerosa del partido, representa casi un 26% del total de la militancia. Desde el año 2000, el PSOE andaluz ha hecho valer su peso en las estructuras del partido, ocupando puestos de relevancia en los órganos de decisión (bien por el número de andaluces o por la calidad del puesto que ocupaban).

El expresidente andaluz, Manuel Chaves, fue quien dirigió la gestora del partido tras la derrota y dimisión de Joaquín Almunia, y luego Zapatero le nombró presidente del PSOE; más tarde fue su sucesor en la Junta, José Antonio Griñán, quien también le relevó como presidente del partido. Cuando Pedro Sánchez es elegido secretario general, en 2014, éste le ofrece la presidencia a Susana Díaz, y ella la rechaza, pero pone en su lugar a la jiennense Micaela Navarro, y a un hombre de su confianza, Antonio Pradas, como número tres de su ejecutiva a Antonio Pradas.

“No voy a hacer susanismo”

Esa dinámica, que fue vista por muchos como una especie de monitorizar y tutelar al nuevo líder del PSOE desde Andalucía, ha cambiado para Susana Díaz tras su derrota en las primarias. “No voy a pedirle a Pedro un 40% de miembros de su nueva ejecutiva por haber logrado ese porcentaje en las primarias”. Díaz asegura que no se va a meter en cómo Sánchez confecciona su ejecutiva, reconoce que le ha hecho daño el papel de “muñidora” que le han atribuido, y ahora rechaza interceder directa o indirectamente. “No voy a hacer susanismo”, dice.

Ese “no voy a hacer susanismo” es un mensaje tanto para los suyos como para los sanchistas, que estos días debaten en todas las federaciones si se presentan listas integradas de delegados al Congreso federal del 17 de junio. Díaz no quiere que aquellos que la han apoyado en Navarra o Castilla y León reclamen en su nombre un porcentaje de delegados proporcional al número de votos que han obtenido. Tampoco lo acepta para las provincias andaluzas, prefiere que los militantes voten en las agrupaciones, y que el número de delegados de un bando u otro responda al resultado de la votación. Si al final hay dos listas enfrentadas y las dos superan el 20% de votos, ambas llevarán a sus compromisarios al Congreso del PSOE en función de la proporción obtenida.

Otros barones territoriales -como Guillermo Fernández Vara en Extremadura, Ximo Puig en Valencia o Javier Fernández en Asturias- han aceptado la propuesta de Sánchez de pactar listas conjuntas, saltándose las votaciones de los congresillos provinciales de este fin de semana. Díaz asocia esos acuerdos de integración a la debilidad de los líderes regionales, provinciales y locales, allí donde el resultado ha sido muy ajustado con los sanchistas, han pactado. Pero en Andalucía, la sevillana ha ganado en todas las provincias con más o menos holgura, aunque en Cádiz, Granada, Almería y Málaga, los sanchistas han superado el 30% de votos. Díaz prefiere que el número de delegados de cada bando se decida en las urnas, en parte, porque cree que el 5% de militantes que votaron a Patxi López en las ocho provincias podrían pasarse a su bando esta vez. Y también porque es probable que la participación baje respecto a las primarias (81%), lo cual ayudará a la lista más votada, que es la suya.

Los sanchistas no se creen que Díaz no esté influyendo en la votación de los congresillos provinciales de este fin de semana, es más, la acusan de haber dado orden a sus secretarios provinciales para que no cedan terreno a los críticos. La sevillana dice haber dado libertad a las agrupaciones para votar libremente, y pone como ejemplo la suya, Triana, donde ella vota. “Allí han pactado una lista conjunta”, dice, y reprocha al alcalde sanchista de Dos Hermanas, Francisco Toscano, que en su agrupación haya dejado fuera a los que votaron por ella.

Pacto con Ciudadanos

“Ahora toca centrarnos en Andalucía”

La presidenta andaluza no quiere dar muestras de debilidad ante sus adversarios, los que militan en otros partidos y los que forman parte del suyo, por eso, nada más asumir la derrota del domingo, Díaz ha movido todas las fichas del tablero político andaluz, tanto el orgánico como el institucional: ha convocado el congreso regional del PSOE siete semanas después del federal -con unas primarias exprés de por medio; ha rechazado las listas de integración con los sanchistas de cara al Congreso federal, desmarcándose del resto de barones, más debilitados que ella; ha fijado una comparecencia a petición propia en el Parlamento autonómico para el próximo 7 de junio, en la que hará balance del ecuador de la legislatura y luego se enfrentará en un debate a todos los grupos de la oposición; citó ayer en San Telmo al portavoz de Ciudadanos, el partido que sustenta su Gobierno, para asegurarse la estabilidad política hasta que finalice la legislatura, y luego reunió a sus 47 diputados en el Parlamento, que la recibieron con un largo aplauso, para anunciar un impulso a la acción de Gobierno. “Ahora toca centrarnos en Andalucía”, repitió hasta en ocho ocasiones.

La reunión entre Díaz y Marín ha dado muestras inequívocas de la buena salud del pacto PSOE-Ciudadanos, basada en un grado de cumplimiento del 66% de las medidas suscritas en dicho acuerdo. El portavoz del partido naranja no ha ocultado su satisfacción. Tras las primarias, con todos sus rivales buscando sus debilidades internas, Díaz no puede permitirse ninguna fisura con sus socios, por eso este miércoles le concedió a Ciudadanos todo lo que ha pedido: le pondrá fecha a las medidas que faltan por cumplir; prometió que se eliminarán los aforamientos antes de que expire el mandato; se agilizará la reforma electoral (aunque esto difícilmente dará tiempo); se creará una comisión para negociar más recortes al impuesto de sucesiones y donaciones y al tramo autonómico del IRPF.

La comisión de seguimiento del acuerdo PSOE-C’S pretende fijar un cronograma de las medidas que faltan por cumplir, con la seguridad, ahora sí, de que Díaz apurará los cuatro años de legislatura. Díaz ha aceptado que ambos partidos se reúnan el próximo 5 de junio, dos días antes del debate autonómico en el Parlamento, al que podrá acudir acompañado de un socio agradecido, para que su enfrentamiento con PP, Podemos e IU sea más cómodo.

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