Dolarización vs. moneda común latinoamericana
Sara Serrano
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y su homólogo argentino, Alberto Fernández, defendieron este lunes la necesidad de impulsar una moneda común latinoamericana, que tiene previsto llamarse SUR, para abandonar la dependencia del dólar.
En la rueda de prensa que se produjo tras la reunión entre Da Silva y Fernández en la Casa Rosada ambos mandatarios fueron preguntados por el futuro de la moneda común.
El presidente argentino, Alberto Fernández, señaló la necesidad de explorar nuevas formas de relaciones comerciales y financieras en la región ante el fracaso que ha supuesto la dolarización de la economía.
Un día antes de que se produjera este encuentro bilateral, ambos mandatarios habían publicado un texto conjunto en la página web de la Presidencia Argentina, en el que, entre otras cosas, defendían su decisión de "avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común que pueda usarse tanto para los flujos financieros como comerciales, reduciendo los costos operativos y reduciendo la vulnerabilidad externa".
El ministro de Economía argentino, Sergio Massa, advirtió en el diario británico Financial Times de que esto supone un "primer paso en un largo camino" y señaló que, aunque se trata de una iniciativa bilateral, está previsto que se sumen otros países.
En concreto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ya anunció este lunes su respaldo a la creación de una moneda común para América Latina.
Pese a estas reticencias, lo cierto es que si se estableciese una moneda común para América Latina ésta colocaría al país al frente de la economía mundial representando el 5% del PIB mundial. Un valor que sólo sería superado por otro bloque monetario, el Euro, que alcanza actualmente el 14% del PIB Mundial. Por detrás se situarían el franco CFA, una divisa utilizada en algunos países africanos, y el dólar del Caribe Oriental.
Una de las dificultades que pueden enfrentar Brasil y Argentina a la hora de adoptar una moneda común es la gran diferencia entre sus respectivas economías. Para que una moneda común sea efectiva tiene que darse un proceso de confluencia previo para que ambos países tengan una estructura económica y niveles de desarrollo similares.
En el caso de una divisa común entre Argentina y Brasil, Argentina partiría de una posición de desventaja: sin acceso a crédito en los mercados internacionales, con escasas reservas de divisas en el Banco Central y con una inflación anual disparada que alcanza prácticamente el 95%. La inflación podría ser el principal escollo para alcanzar una armonización de ambas economías ya que el IPC en Brasil se sitúa sobre el 5,9%, casi un 90% por debajo del argentino.
Por su parte, los tipos de interés de Argentina se ubican sobre el 75%, mientras que los de Brasil se mantienen sobre el 14%. Esta desventaja competitiva de Argentina es el motivo por el que Alberto Fernández es consciente de que la viabilidad de la moneda depende fundamentalmente de la voluntad política del gigante brasileño.
Por otro lado, Brasil es su mayor socio comercial, y sólo en 2022 el comercio bilateral entre ambos países alcanzó los 26.400 millones de dólares, lo que supone un aumento de más de un 20% respecto al año anterior. Ambos países son los motores de Mercosur, el bloque comercial de la zona, del que también forman parte Uruguay y Paraguay.
El debate de fondo entre la dolarización de la economía latinoamericana y la creación de una moneda común propia es esencialmente político. El caso más paradigmático de dolarización de una economía latinoamericana es el de Ecuador, que adoptó la moneda estadounidense en el año 2000. Si bien es cierto que, en el caso ecuatoriano, la dolarización de la economía sirvió para bajar drásticamente los niveles de inflación que pasaron de situarse por encima del 90% al moderarse al 10%, lo cierto es que también existen otros países latinoamericanos que han logrado controlar la inflación sin necesidad de renunciar a su soberanía monetaria. Es el caso de Chile o Perú.
Y en una economía dolarizada, sin capacidad de una política económica propia, los periodos de recesión se pagan con recortes salariales y con un aumento de las tasas de desempleo. Otra de las desventajas de la dependencia de una divisa extranjera es la destrucción de la industria local. Como consecuencia los países dolarizados tienden a convertirse en países importadores de productos.
En el caso argentino, si bien no existe una dolarización de facto de la economía si que hay una dolarización informal. Esto significa que el dólar es la divisa utilizada por los ciudadanos para todas las transacciones importantes de su vida cotidiana, como la compra de viviendas, automóviles o viajes.
En este contexto hay un debate sobre los beneficios/desventajas de la dependencia que tiene Argentina de la divisa estadounidense.
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