El fantasma de Ayuso reaparece en Génova
El runrún marcó la resaca electoral en el PP, aunque ahora mismo el liderazgo de Núñez Feijóo no está en entredicho.
Madrid-Actualizado a
El PP no se ha deshecho de sus fantasmas del pasado. Los ecos de la crisis interna que atravesó el partido (y al partido) en febrero de 2022 volvieron de golpe la noche del 23J, cuando Alberto Núñez Feijóo salió al balcón de Génova para celebrar una victoria electoral que no le permite gobernar y desde abajo se escuchó: "Ayuso, Ayuso, Ayuso".
Esa, claro, fue otra de las noticias del día siguiente: una Isabel Díaz Ayuso que acompañó a Feijóo en la foto de una noche electoral amarga, pero que no siguió la consigna de unirse a la fiesta del balcón y no disimuló su cara desencajada; una Ayuso que destacaba entre todos con una camisa roja, su color de las grandes ocasiones; una Ayuso que irrumpió en la intervención de Feijóo vitoreada por algunos afiliados.
Al día siguiente, el lunes por la tarde, la presidenta de la Comunidad de Madrid fue también la única que desentonó en público la sintonía marcada por el equipo de Feijóo.
A su entrada a la Junta Directiva Nacional, como todos los líderes territoriales, se topó con una marea de medios de comunicación ante los que dijo: primero, como marcaba el argumentario de Génova, que habían ganado las elecciones e intentarían gobernar, aun cuando ya sabían que no les daban los números; y, segundo, que no estaba nadie "para fiestas" con ese resultado.
"El triángulo de siempre"
Pero lo que petrificó a algunos dirigentes del PP fueron apenas dos palabras. "¿Está en entredicho el liderazgo de Núñez Feijóo?", le preguntó una periodista. A lo que respondió: "No creo". Era lunes.
El martes, Esperanza Aguirre, que tiene más capacidad de hacer ruido mediático que poder e influencia en el partido, intentó abrir la veda y sugirió que, a la vista de los resultados del 23J, el futuro del PP pasaba por Ayuso. "Aguirre siempre ha sido así, no hay que hacerle caso", dice un barón popular.
Ese mismo día, el diario El Mundo publicó una información en la que desvelaba la "broma privada" de José María Aznar: entre él y su mujer, que cumplió 70 años el 23 de julio, "suman 140, más que los 136 de Feijóo". El "triángulo" de siempre, recuerda un exdirigente de la época de Pablo Casado.
El runrún marcó la resaca electoral en el PP al menos hasta el miércoles, cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid abroncó a Aguirre, cerró filas y dejó un anzuelo.
"No puede ser que el jueves estuviéramos en un mitin con el presidente Feijóo, aplaudiéndole, dándole nuestro apoyo, y el martes tirándole por un puente. Nosotros no somos un partido que funciona así. No somos podemitas", dijo Ayuso regañando a la expresidenta madrileña.
Y aunque repitió que no iba abrir una guerra por el liderazgo del PP nacional, sí dijo que le estaban llegando mensajes para que lo hiciera: "No los estoy ni abriendo".
Mientras el "fantasma de Ayuso" —así lo define un barón popular con mando en plaza— volvía a las portadas de los periódicos, Núñez Feijóo y su equipo han tomado aire durante esta semana para decidir el siguiente paso. Pero lo cierto es que, más allá de algunas críticas internas tras los resultados en las urnas, el liderazgo del gallego sigue contando ahora mismo con el apoyo del partido.
Si bien es cierto que ha perdido la aureola de todopoderoso barón de barones que arrastraba cuatro mayorías absolutas y ganaba siempre con la que aterrizó en Génova, en el PP no cuestionan que deba seguir al frente del partido.
Y añade un histórico fontanero popular: "Aunque Ayuso quiera quitarle la silla, ya no puede hacerlo de esa manera, como pasó con Casado. No puede volver a ser asesina. Quien suceda a Feijóo lo hará en un congreso y no puedes dar esa imagen dentro del partido si quieres que te elijan".
Moreno se yergue desde Andalucía
Y con Ayuso de nuevo en el foco mediático, Juan Manuel Moreno Bonilla, el hombre fuerte del partido, se yergue desde Andalucía enfrentándose a Vox desde su Parlamento como nunca antes lo había hecho —gobernó gracias a la extrema derecha su primera legislatura—.
Es precisamente la estrategia a seguir con Vox lo que más preocupa ahora al partido y Moreno Bonilla ha dado un golpe en la mesa para que el modelo andaluz resuene en Madrid, donde creen que es mejor no ir al choque con la extrema derecha.
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