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Feijóo aspira a atraer a los votantes del PNV y Junts para recuperar espacio en la derecha catalana y vasca

El PP pasa de pantalla tras el fracaso de Feijóo: piensa en las elecciones catalanas y vascas y se lanza a por la derecha nacionalista.

Alberto Núñez Feijóo
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a los diputados del PNV el pasado miércoles en el Congreso. Alberto Ortega / Europa Press

El tablero político español se ha dado la vuelta en pocas horas y, superado el intento fallido de Alberto Núñez Feijóo de ser investido presidente del Gobierno, las pantallas se suceden. Así, el Partido Popular tiene que mirar ya al próximo ciclo electoral: vascas, catalanas y gallegas. Por eso Feijóo, que intentó, con transparencia y sin ella, que el PNV y Junts le permitieran llegar a La Moncloa, se lanza ahora a por ellos y sus votantes.

Entre las muchas lecturas políticas, sobre todo en espectro de la derecha y la extrema derecha, que se pueden hacer de lo sucedido esta semana en el Congreso de los Diputados, el giro en el tono del PP hacia el PNV es trascendental. "Es muy importante lo que ha pasado", apunta una destacada dirigente del PP vasco.

"¿Les han votado a ustedes para que se aplique la política económica de Podemos?", les espetó el pasado martes, en la primera jornada del debate de su investidura, el presidente del PP al PNV y a Junts. A los populares les cuesta encajar el motivo por el que la derecha nacionalista catalana y vasca —históricos aliados del PP—, les ha cerrado completamente la puerta: su alianza con la extrema derecha representada por Vox.

Así, con su discurso de investidura —que, sin expectativas de poder convencer a nadie más para que le diese su voto a favor, fue una declaración de intenciones a nivel interno—, Feijóo se revolvió contra la predisposición del PNV y Junts a negociar con el PSOE. "Es una alianza antinatural", dicen fuentes populares.

Desde la tribuna, Feijóo se convirtió, a ojos de veteranos dirigentes del partido, en el presidente del PP que más crítico ha sido con el PNV, a quien todavía no perdonan su apoyo a la moción de censura a Mariano Rajoy en 2018. "¿Le van a decir a los trabajadores vascos, a la industria vasca, que su modelo de relaciones laborales es el de Sánchez?"; "Hay un votante del PNV conservador al que provoca desazón ver al PNV votar con Bildu y que forme parte de la coalición"; "¿Les han votado para aplicar el programa económico de Podemos?".

No escatimó un Feijóo a quien la formación de Andoni Ortuzar ha rechazado de forma reiterada desde la misma noche del 23 de julio. Intentó devolverles el golpe en su investidura, acumulando el turno de réplica para el PNV y EH Bildu. Un movimiento que no sentó bien a los nacionalistas vascos y que tuvo respuesta.

Un Aitor Esteban visiblemente irritado el miércoles dio paso a uno más sereno pero contundente este viernes. "Tiene un discurso genérico y contradictorio en lo económico y absolutamente decepcionante en lo territorial donde solo ofrece más código penal y más condenas ignorando tercamente las realidades vasca y catalana. Un discurso agresivo, desafiante, arrogante incluso, en el que confunde una y otra vez la sorna con la provocación", le escupió el portavoz del PNV en el Congreso. Los puentes que Feijóo intentó tender — "la vía PNV", apostaban en Génova hasta hace poco— volaron.

La estrategia hacia la que ahora apuntan los populares pasa por tratar de dibujar a un PNV escorado a la izquierda, cómplice con EH Bildu, para hacerse un hueco en la derecha vasca. En el PP son muy conscientes que necesitan mejorar resultados en Catalunya —donde bien es cierto que el 23J experimentaron una subida considerable con respecto a comicios anteriores—y País Vasco a costa de los votantes de las derechas nacionalistas. Aunque hay voces del partido que creen que mientras la derecha siga aireando "el miedo a Bildu" como agente movilizador del voto, "el voto útil seguirá yendo al PNV". Piden un partido más autonomista y renovado, tanto en su liderazgo como en su discurso.

El del PP vasco es uno de los cuatro congresos pendientes en el partido y la idea de Génova es acelerarlo una vez se resuelva la encrucijada a nivel nacional.

En cuanto a Junts, los equilibrismos han sido imposibles para Feijóo, que intentó normalizarlos como interlocutores válidos en la ronda de contactos para su investidura pero las presiones internas le frenaron en seco, aunque sí hubo "contactos informales" que acabaron reconociendo. Pero en su discurso de investidura les interpeló directamente para señalarles un objetivo. "Si quiere ser partido de gobierno debería atender los intereses de la Catalunya real, y dejar de seguir los intereses del PSC y ERC", les dijo.

El PP, tras mes y medio de puertas cerradas, ha asumido ya el muro nacionalista que le frena el paso y se lanza decidido a por los votos que cree ideológicamente propios quien se ve a sí mismo como el presidente de la política nacional más "sensible al autonomismo, a la importancia de las lenguas cooficiales y a las particularidades territoriales".

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