Público
Público

Feijóo reorienta su estrategia de cara al debate y pide al PSOE que no repita el "no es no" y le permita gobernar sin Vox

El líder popular se da un baño de afines en Pontevedra para afianzar su discurso y su autoestima en la víspera del cara a cara con Pedro Sánchez.

9/7/23
Feijóo, este domingo 9 de julio en Pontevedra. Lavandeira JR / EFE

Alberto Núñez Feijóo reenfocó este domingo en Pontevedra el catalejo con el que atisba desde hace meses La Moncloa para tratar de reconducir el debate sobre los pactos con Vox que le ha obligado a ir a remolque de sus propias contradicciones en las últimas semanas.

Consciente de la herida que ha provocado en sus perspectivas de gobernar en solitario la alfombra roja que el PP ha puesto a la ultraderecha en los ayuntamientos y comunidades autónomas donde el 28M no obtuvo mayoría suficiente o incluso perdió, el líder popular intenta ahora reorientar su estrategia en la víspera del debate con Sánchez.

Lo hace para intentar que la pelota se juegue en el tejado del PSOE, y no en el suyo, donde el barro de País Valencià, Aragón, La Rioja y, sobre todo, Extremadura y Murcia, ha dejado el césped repleto de agujeros y charcos.

"¿Os acordáis del 'no es no'?", preguntó a un auditorio entregado en la plaza de toros de Pontevedra en referencia a la negativa de Sánchez a abstenerse tras las generales de 2016 para dar el Gobierno al PP. "Yo digo que no vuelvan a hacerlo, vamos a votar por el 'sí es sí', que no vuelvan a bloquear España", dijo el candidato popular ante las cerca de 12.000 personas que, según el partido, abarrotaron la arena y los tendidos del recinto.

Feijoo llegó a Pontevedra, la ciudad donde se estableció el clan de afines que en su día arropó a Mariano Rajoy y que hoy se vuelca con él -el propio Rajoy, Ana Pastor, Alfonso Rueda, Romay Beccaría (que es de A Coruña pero bien podría pasar por un señor de Pontevedra) y todo el PP gallego sin fisuras, incluido el recién descabezado Manuel Baltar-, con dos grandes objetivos.

Por un lado, recuperar la iniciativa perdida en la campaña por los incendios que han provocado los arriesgados acuerdos con la formación de Santiago Abascal. Por otro, reforzar su autoestima con la vista puesta en el cara a cara que mantendrá este lunes con el presidente del Gobierno.

Hombre de Estado

Con respecto a lo primero, está por ver si el candidato popular consigue instalar en el electorado de centroderecha el relato de que él no es sólo  ese brillante gestor de provincias capaz de golear a los rivales encadenando mayorías absolutas en las ligas autonómicas, sino todo un hombre de Estado tan preparado como deseoso de llevar a su partido a la primera división del poder.

Con respecto al debate, hasta los miembros de su círculo más próximo admiten que Sánchez parte favorito porque le gana en capacidad oratoria y en habilidades dialécticas, en experiencia para manejarse en las grandes ligas y hasta en sex appeal televisivo.

Pero confían en que si Feijóo es capaz de mostrarse como un tipo humilde, sincero y humano, como ha hecho en Pontevedra, tiene opciones de darle la vuelta a los augurios que le dan por seguro perdedor.

No lo tendrá fácil para que esa idea cuele en el electorado, porque en el ideario colectivo del votante medio español está instalada desde hace años la máxima de que todos los políticos mienten, él incluido. Pero que Feijóo gana en las distancias cortas es algo que hasta ahora sólo sabían quienes han tenido la oportunidad de compartir con él un café relajado o unos minutos de conversación informal.

Simpatizantes del PP con globos dorados con las letras del nombre de Feijóo, el domingo en un tendido de la plaza de toros de Pontevedra sobre los escritorios de prensa.
Simpatizantes del PP con globos dorados con las letras del nombre de Feijóo, el domingo en un tendido de la plaza de toros de Pontevedra sobre los escritorios de prensa. J.O.

El líder popular ensayó ese ejercicio en Pontevedra con un discurso de altura, probablemente el mejor de los que ha ofrecido hasta ahora, en el que mostró más forma que fondo, más sentimiento que programa, pero que le permitió enseñarse como un líder moderno, encantador e ilusionante.

Disfraz

Se despojó de las imposturas con las que se venía disfrazando hasta ahora ante los focos, y que durante su estancia en Madrid mudaron su imagen de funcionario eficaz en la de un político torpe y metepatas que aspira a gobernar España diciendo a la vez una cosa y su contraria -la violencia machista existe, pero un divorcio duro es un divorcio duro; no gobernaré con Vox, pero sí gobierno con Vox-.

Lejos de todo eso, se desnudó como una persona normal, como un político previsible y de fiar y por momentos incluso humanamente frágil y emocionable: "Os necesito, no soy nada sin vosotros, sin mi partido no sería nada más que un diputado que tal vez ni siquiera renovaría su escaño", se sinceró.

Feijóo dejó claro que quiere una mayoría absoluta, o al menos suficiente, para gobernar a su manera, que es la que sus fieles en Pontevedra y en Galicia aplaudieron a rabiar.

Él y sus teloneros -su sucesor en la Xunta, Alfonso Rueda; Rajoy y la número uno al Senado por Pontevedra, Pepa Pardo- tuvieron palabras para el PSOE, para Sumar, para "los soberanistas" del BNG, para los independentistas de ERC y Bildu... Pero ni una sola mención a Abascal ni a Vox.

Ningunear en campaña a quien puede necesitar como aliado para hacerle presidente quizá sea una maniobra muy arriesgada. Pero si Feijóo consigue con ella que su catalejo siga enfocado a La Moncloa dándole la vuelta a la tortilla de las últimas semanas, para que el electorado empiece a preguntarse si la responsabilidad de que pueda haber ministros filofascistas en el Gobierno de la nación no es suya, sino de Sánchez, el PP tendrá cuesta abajo lo que queda de campaña.

El atril vacío del debate a cuatro

Feijóo gozó de todo el protagonismo mediático del primer domingo de la campaña, porque su rival permaneció ajeno a ella preparando el debate y cedió el testigo mitinero a sus ministros, ministras y mandos intermedios.

Tras lo visto en Pontevedra, parece evidente que el líder popular reenfocará su argumentario en el cara a cara de este lunes en el mismo sentido en que lo hizo en la ciudad gallega. Y si lo hace allí tan bien como frente a los que le aclamaron en la plaza de toros pontevedresa, puede que hasta se arrepienta de haberse negado a ese debate a cuatro en el que su imagen de estadista se diluirá de nuevo en un atril vacío.

Sí tendrán imagen propia en ese triangular el propio Sánchez, Yolanda Díaz -quien en su mitin de este domingo en Sevilla describió el cara a cara como "un reparto de zascas entre dos señores que miran al pasado"-, y Santiago Abascal, que defendió en Cáceres los pactos con el PP para que los suyos puedan incorporarse también a los gobiernos de Murcia y Aragón.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias