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Gustavo Petro propone un 'capitalismo descarbonizado': ¿en qué consiste?

Inna Afinogenova en La Base
Inna Afinogenova en La Base.

Retar (o como dicen aquí en España, regañar) a la élite económica en plena capital del capital, proponerles un cambio de modelo que tantas ganancias generó a lo largo de años por su naturaleza dañina, cuestionar su manera de atender el cambio climático. Todo eso intentó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una intervención que duró apenas nueve minutos y que abordó unas cuestiones que este político ha ido poniendo sobre la mesa casi en cada foro al que acudió desde que asumió la presidencia.

No se podrá superar la crisis climática sin revisar por completo el modelo capitalista basado fundamentalmente en el extractivismo y en el consumo de carbón, petróleo y gas.

Si no se reducen las emisiones a nivel mundial, si no se supera el neoliberalismo, si se sigue dependiendo exclusivamente de la extracción y venta de combustibles fósiles, el futuro que pinta no es nada alentador.

Como se ha dicho ya tantas veces, un sistema que tiende al crecimiento indefinido, acaba siendo un depredador insaciable de unos recursos que sí son limitados.

Pese a lo que puedan opinar María Fernanda Cabal, Alvaro Uribe Velez o un puñado de medios colombianos de derecha, la propuesta de Petro no consiste en pasar del capitalismo al comunismo directamente saltándose el socialismo. Lo que propone es algo que llama "capitalismo descarbonizado"

Todo esto forma parte de su programa de gobierno para Colombia. Diversificar la economía, dejar de depender de la extracción del petróleo o carbón o de la cocaína, reemplazar esa dependencia de las "ventajas comparativas" por otro tipo de actividades.

En el caso colombiano, se trataría de apostar por la agricultura, y es por eso que han planteado una reforma agraria que ningún otro gobierno de ese país se atrevió a llevar a cabo en décadas.

El modelo actual se supera intentando obligar desde las instituciones internacionales, conferencias, desde las COPs, esas cumbres de las Naciones Unidas dedicadas al cambio climático, a que sus recomendaciones se cumplan. Vamos, que no sean recomendaciones, sino órdenes de cumplimiento obligatorio para todos.

Para eso Petro propone que los organismos financieros, como el Fondo Monetario Internacional, canjeen la deuda externa a países que lleven a cabo acciones concretas contra la crisis climática. Si Colombia o Brasil, por ejemplo, logran parar la deforestación de la Amazonía, el FMI podría reducir las deudas que han contraído con este organismo, especialmente de los países más pobres.

De hecho, no es ni de lejos la primera vez que el presidente colombiano lo propone como una solución sin una respuesta de ese "organismo comprometido" a la vista.

Hace unos meses ya habló de ello en Egipto, durante la conferencia sobre el cambio climático y también en su intervención ante la Asamblea General de la ONU.

Veremos si se hace caso al llamamiento de Petro más allá de Colombia. Sin ir más lejos, pocos días antes de que arrancara la cumbre de Davos, Greenpeace analizó en un informe las emisiones de CO2 que causaron los viajes en aviones privados de los asistentes del Foro en el año 2022. El resultado decepciona, pero no sorprende: según los ecologistas, los jets privados de los poderosos generaron emisiones equivalentes a 350.000 automóviles, haciendo 750 kilómetros durante una semana. Fueron más de mil aviones privados los que entraron y salieron del pueblo suizo durante aquellos siete días.

Y esa es la perversidad del modelo de la que habló Petro. Más que un discurso, fue un ejercicio de ponerles un espejo delante.

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