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James Meredith, el hombre que derrotó a los supremacistas blancos en EEUU

El pasado 21 de enero se cumplieron 60 años desde que el joven negro de 27 años James Meredith presentara su inscripción en una universidad de blancos de Mississippi. El Supremo le dio la razón en 1962 en un caso que ha pasado a la historia de las luchas por las libertades en Estados Unidos y que mantuvo al país en vilo.

James Meredith en una imagen de archivo.
James Meredith en una imagen de archivo. Cedida a 'Público'.

Tras haber escuchado el día anterior el discurso de toma de posesión de John Fitzgerald Kennedy como nuevo presidente de Estados Unidos, el joven de 27 años James Howard Meredith presentó su solicitud de ingreso en la universidad de Oxford, un centro público del sureño estado de Mississippi. Estamos en enero de 1961 y resulta que Meredith es negro y dicha universidad sólo admite alumnos blancos. Tras casi dos años de luchas judiciales y de unas protestas supremacistas que tuvieron al país en vilo, Meredith logró convertirse en el primer negro en ingresar en una universidad de blancos. El pasado mes de enero, entre la toma de posesión de Joe Biden y el asalto al Capitolio, la gesta de Meredith pasó desapercibida, pero eso no borra la realidad: el día 21 del mes pasado se cumplieron 60 años de aquella pionera solicitud. "Fui muy consciente de lo que hacía: le quería declarar la guerra al supremacismo blanco de este país", recuerda ahora Meredith.

"El discurso del presidente Kennedy me inspiró para hacer lo que hice. Elegí la universidad de Oxford no por casualidad: por aquellos años era uno de los centros del supremacismo blanco en Estados Unidos. Estas cosas se olvidan hoy, hay muchas cosas que la gente ahora no sabe", dice Meredith en conversación telefónica con Público desde Jackson, la capital de Mississippi, donde vive con su mujer Judy.

A sus 87 años tiene la memoria engrasada y muchas ganas de conversar. Con la pandemia pasa mucho tiempo en casa. "Tengo cuatro hijos vivos y uno muerto, y dos nietos. Los echo mucho de menos a todos. Ya me he puesto la primera dosis de la vacuna y la semana que viene me pondré la segunda. Esta pandemia también está afectando más a los negros y a los latinos que a los blancos. Sigue habiendo mucho racismo en Estados Unidos", dice. Muchos años después de su acción, el 25 de mayo del año pasado un policía de Mineápolis, al norte del país, asfixió con su rodilla a George Floyd, un negro de 47 años y casi dos metros. Su muerte y su grito final de ¡No puedo respirar! despertaron las protestas sociales más extensas y contundentes precisamente desde aquellos años 60. El policía que lo mató, Derek Chauvin, no fue detenido hasta cuatro días después.

"El Ejército del aire fue la primera institución que empezó la desegregación racial"

Meredith había nacido en la pequeña localidad de Kosciusko, Mississippi. Estudió en colegios e institutos para negros en ese estado y el último curso lo hizo en Florida. Al terminar, ingresó en el ejército del aire, donde sirvió nueve años. "Estuve en una sección sin segregación racial en la que convivíamos blancos y negros, porque el Ejército del aire fue la primera institución que empezó la desegregación racial, cosa que también se olvida hoy a menudo", dice.

Al terminar la Guerra Civil Estadounidense en 1865 con la derrota del Sur confederado y esclavista, el gobierno federal de Washington aprobó tres enmiendas a la Constitución para garantizar que los negros (y otras minorías, como los nativos americanos, aunque no tanto las mujeres) tuvieran los mismos derechos que los blancos. Sin embargo, en cuanto las antiguas élites demócratas retomaron los gobiernos de los Estados del Sur, como Mississippi, las enmiendas 13º, 14º y 15º fueron socavadas y empezó la segregación racial, que se extendió con tanta severidad como descaro hasta más allá de la mitad del siglo XX.

El antecedente de Rosa Parks y el caso Brown

Como militar, Meredith pasó tres años en Japón y otros seis en bases militares de Estados Unidos. Dejó entonces el ejército y en 1960 se matriculó el Jackson State College, una universidad para negros de Mississippi. El sucesor de Kennedy, el también demócrata Lyndon B. Johnson, aún no había firmado las leyes federales de los Derechos Civiles (1964) ni de la del Derecho al Voto (1965), pero el país había empezado a emitir señales de que un cambio estaba a punto de producirse, como confirmaría la canción de Sam Cooke de 1964. Cooke, por cierto, fue asesinado en diciembre de ese año en Los Ángeles. Bertha Franklin, la mánager del motel en el que se alojaba, le pegó un tiro en el pecho. El cantante tenía 33 años. Franklin alegó defensa propia y adiós muy buenas.

En la década anterior, en 1954, el Tribunal Supremo de Estados Unidos había emitido la histórica sentencia del caso Brown contra el Comité de Educación de Topeka, Kansas, en la que declaró inconstitucional la segregación racial en la educación. Un año más tarde, Rosa Parks, en Montgomery, Alabama, ocupó en un autobús un asiento vacío en la parte reservada para blancos: un juez federal le dio la razón en 1956.

A pesar de todo, los estados del sur promovían leyes o regulaciones administrativas para discriminar a los negros por la puerta de atrás y Washington o hacía la vista gorda o el Supremo le daba la razón a los estados. El caso es que, como explica Carol Anderson en White Rage, en 1944 "en los estados de la antigua Confederación [los del sur], sólo el 5% de los afroamericanos estaba registrado para votar […] e incluso tan tarde como en 1960 [ya tras los casos Brown y Parks] más del 98% de los negros adultos de Mississippi seguía sin estar registrado". Y todo ello era impecablemente legal.

Pero otras veces, cuando no era con leyes o con trucos administrativos, se aplicaba contra los negros métodos menos dados a la hermenéutica: los linchamientos. En agosto de 1955, en Money, Mississippi, a cien kilómetros del pueblo natal de Meredith, un chico negro de 14 años, Emmett Louis Till, fue acusado falsamente de hacerle comentarios subidos de tono a una mujer blanca de 21. Días más tarde, un grupo de blancos entraron en su casa, lo secuestraron, lo mutilaron, le pegaron un tiro en la cabeza y tiraron su cuerpo al río Tallahatchie. Y no pasó nada.

Casos como el de Emmett ni eran la excepción ni eran desconocidos para la población. En 1940, el escritor sureño Erksine Caldwell había publicado Tumulto en julio, que es una historia de ficción espeluznante casi calcada al caso real de Emmett y ya el francés Alexis de Tocqueville, tras viajar por el país allá por 1831, había observado que "en casi todos los Estados en los que se ha abolido la esclavitud, se le han concedido a los negros derechos electorales, pero si éste se presenta a votar se arriesga a perder la vida […] Su hijo está excluido de la escuela donde va a instruirse el descendiente de los europeos; en los teatros no puede, ni a precio de oro, comprar el derecho a sentarse al lado de aquél que fue su amo; en los hospitales, yace aparte", según narra en La democracia en América.

"Era la guerra contra el supremacismo blanco"

Todo esto lo sabía James Meredith cuando el 21 de enero de 1961 cometió la osadía de presentar su solicitud de ingreso en la universidad de Oxford. "Había sido militar, me habían entrenado para la guerra, sabía que esto era la guerra, la guerra contra el supremacismo blanco, y era perfectamente consciente de las revueltas que se iban a producir. Pero yo era un soldado", dice.

"Sabía que esto era la guerra, la guerra contra el supremacismo blanco"

La universidad le denegó el ingreso. Con la ayuda de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (la NAACP, en inglés), Meredith demandó a la institución ante un tribunal federal de Mississippi. Con esta acción, logró su objetivo, eso de lo que tanto se ha hablado en los últimos años: la judicialización de la política. El estado de Mississippi estaba gobernado por Ross Barnett, un racista de tomo y lomo y tan miembro del Partido Demócrata como lo era el inquilino de la Casa Blanca, el presidente John Fitzgerald Kennedy.

Si esto fuera un viaje, ahora sería el momento de decir aquello de abróchense los cinturones. Después de muchos meses de recursos y contrarrecursos, de presiones políticas y de amenazas de los supremacistas blancos, el 13 de septiembre de 1962, un juez federal resuelve que la universidad de Oxford tiene que aceptar a Meredith. Ese mismo día, el gobernador Barnett va a la televisión estatal y asegura que ningún negro entrará en ningún sitio de blancos e invoca la soberanía de Mississippi sobre las leyes federales. El juez fija el ingreso del estudiante para el 20 de septiembre.

Llega el día en cuestión y un tribunal federal emite una orden restringiendo los derechos estatales y la autoridad de Barnett como gobernador con el fin de garantizar la entrada de Meredith en la universidad. Para tratar de que todo esté bajo control, llega el primer movimiento de Washington: Robert Francis Kennedy, fiscal general de Estados Unidos y hermano del presidente, levanta el teléfono y empieza una ronda de llamadas con Barnett para tratar de resolver el asunto entre compañeros de partido sin que la cosa llegue a mayores.

¿Quién de ustedes es James Meredith?

Barnett, que se había mostrado apacible y colaborador en su conversación con Robert Kennedy, se planta el día 20 junto con un puñado de policías en la puerta de la universidad para bloquear en persona la entrada del nuevo estudiante negro. Meredith se acerca hasta allí acompañado por varios policías federales y un abogado del Ministerio de Justicia, todos ellos blancos. El gobernador, con un humor cargado de chulería, pregunta: "¿Quién de ustedes es James Meredith?".

El abogado, al advertir que Barnett no se quita de en medio y bloquea el paso a Meredith, dice: "¿Es usted consciente de que esta situación lo pone a usted y a los oficiales que lo acompañan en el incumplimiento de la orden de un tribunal federal?". Barnett, desafiante, responde: "¿Me lo está diciendo usted o lo dice un juez federal?". El grupo de Meredith cede y vuelve sobre sus pasos.

El 25 de septiembre Meredith lo vuelve a intentar y de nuevo es el propio Barnett en persona quien lo impide, y lo mismo sucede el 26. El día 27, Robert Kennedy llama a Barnett y le dice que está dispuesto a enviar hasta 30 policías federales armados con Meredith para garantizar su ingreso en la universidad. El fiscal general llega a desplegar a 50 y cuando Barnett ve ese grupo armado en torno a Meredith, dice: "Aquí estamos varios miles de personas con coches y camiones... es probable que hoy haya cientos de muertos", y vuelve a salirse con la suya. Mississippi le está doblando el codo a Washington.

El país está en vilo y el 29 de septiembre tiene que entrar en acción el propio presidente. John Fitzgerald Kennedy llama a Barnett y le dice: "Ni conozco al señor Meredith ni lo puse en la universidad pero tengo la misión constitucional de hacer cumplir los mandatos judiciales federales y me gustaría tener tu ayuda en esto". Barnett y JFK acuerdan que Meredith ingresará en la universidad al día siguiente, 30 de septiembre. Un domingo.

Kennedy se dirige a una nación en vilo

Kennedy ordena el despliegue en el campus de 400 policías federales armados, equipados con máscaras de gas y gases lacrimógenos. El presidente le federaliza a Barnett las tropas estatales y las pone bajo la autoridad de Washington, pero los supremacistas blancos consiguen congregar alrededor de 2.000 personas y a las 19.30 horas empiezan a atacar a los oficiales y a todo el que anda por allí, entre ellos muchos periodistas y ciudadanos de a pie. La policía local de Oxford decide tomar un perfil bajo y quedarse en un segundo plano.

La situación alcanza unos niveles de violencia alarmantes, con destrozos y resolviendo las cosas a tiro limpio. No son balas perdidas. Se dispara a dar. Un policía recibe un tiro en el cuello y no la palma de milagro. Tres personas mueren y decenas de ellas acaban heridas por impacto de bala. Kennedy, ante el temor de que la situación se le vaya de las manos, se dirige a la nación en un discurso que ha pasado a la historia:

"Buenas noches, mis queridos ciudadanos: las órdenes del tribunal en el caso Meredith contra Fair están empezando a cumplirse […] Incluso entre las personas más respetuosas de la ley, pocas leyes son universalmente amadas, pero son uniformemente respetadas y no resistidas. Los estadounidenses son libres, en resumen, de no estar de acuerdo con la ley, pero no de desobedecerla. Porque en un gobierno de leyes y no de personas, nadie, por prominente o poderosa que sea, y ninguna multitud, por revoltosa o bulliciosa que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia. Si este país llegara al punto en el que cualquier hombre o grupo de hombres, por la fuerza o la amenaza de la fuerza, pudiera desafiar durante mucho tiempo los mandatos de nuestro tribunal y de nuestra Constitución, entonces ninguna ley estaría libre de dudas, ningún juez estaría seguro de su mandato, y ningún ciudadano estaría a salvo de sus vecinos".

Al día siguiente, el 1 de octubre de 1962, James Howard Meredith se convertía en el primer alumno negro de la universidad de Mississippi. Los disturbios supremacistas continuaron los días posteriores y obligaron a Kennedy a aumentar la presencia de tropas federales hasta en 30.000 efectivos, entre ellos, los 10.000 militares estatales federalizados por Washington. La ciudad de Oxford tenía ese año apenas 7.500 habitantes.

La década de las marchas por la libertad

Menos de un año después, el 28 de agosto de 1963, Martin Luther King pronunció en Washington su I have a dream. Empezaban los años 60 en Estados Unidos, la década de las luchas por la libertad y la igualdad de derechos de los negros y de otras minorías. En el 64 y el 65 el presidente Lyndon B. Johnson firmó las leyes de los derechos civiles y del voto, respectivamente.

Por motivos diferentes, John Fitzgerald Kennedy, Robert Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados esa década, el primero en 1963, los otros dos en 1968. Malcolm X había corrido el mismo destino en 1965. Otros activistas como Stokely Carmichael o Rosa Parks murieron por causas naturales en 1998 y 2005. El activista John Lewis falleció en 2020 ya como diputado en la Cámara de los Representantes. Esto es relevante porque el congreso sigue sin estar habituado a los negros: cuando Barack Obama logró su escaño en el Senado en 2005, era el quinto negro en la historia del país en entrar en esa cámara. Estados Unidos no tuvo una senadora negra hasta 1993, cuando fue elegida Carol Moseley Braun.

"Empiezo a ser el único protagonista que queda vivo de aquellos años", dice Meredith, acaso por eso tremendamente hablador, siempre entremezclando sus recuerdos y su historia personal con datos y hechos históricos. "Los primeros en llegar a Mississippi fueron precisamente los españoles, como Hernando de Soto", dice, en una puntada que tendrá después su hilo.

Disparado por un francotirador

Meredith se graduó en ciencias políticas un año después de entrar en la universidad de Oxford y en 1966 escribió sus memorias sobre ese período: Tres años en Mississippi. Ese año, planeó la Marcha contra el Miedo en la que se dispuso a recorrer él solo los 355 kilómetros que separan Memphis de Jackson. Quería protestar contra el racismo que seguía imperando en el Sur y fomentar el registro de los negros como votantes en virtud de la ley del Derecho al Voto de 1965.

Nada más cruzar la frontera de Tennessee fue disparado por un francotirador en el municipio de DeSoto, Mississippi. Después de varios días en un hospital, regresó a la carretera para seguir la marcha, que terminó acompañado de cientos de personas, entre ellos Martin Luther King. "De todos los líderes de aquellos años, me quedo con él", dice.

En 1968 se matriculó en derecho en la Universidad de Columbia de Nueva York y más tarde trabajó como corredor de bolsa y hasta intentó sin éxito ser elegido congresista en la Cámara de los Representantes en 1972.

En su caso judicial contra la universidad de Oxford contó con el abogado de la NAACP Jack Greenberg, quien también defendió el caso Brown ante el Supremo en los 50 así como casi varias decenas más de casos relacionados con el racismo, casi todos ellos con una sentencia a su favor. Greenberg murió en 2016 en su Nueva York natal a los 91 años. Pero ¿cómo era Greenberg?

Meredith ríe. "¿Sabes qué?", dice, "cuando en 1972 me quise matricular en derecho en la Universidad de Columbia, Jack le escribió al decano de la facultad para impedirlo. Así es Estados Unidos, es un país muy complicado, hay muchas cosas que vistas desde fuera son difíciles de entender. ¡Mira lo que pasó el año pasado en Mineápolis con George Floyd!".

"Hubo y sigue habiendo un racismo y un supremacismo blanco muy profundos. El mismo país que votó a Bush votó a Obama y el mismo que votó a Trump ha votado a Biden. Ninguno de ellos ha hecho ni hará mucho por los negros en este país, pero a pesar de todo", dice James Howard Meredith a sus 87 años, "sigo siendo optimista".

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