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Ni Rajoy ni Rubalcaba acuden al Congreso tras las elecciones europeas

JUAN ANTONIO BLAY

La ausencia en la sesión de control de este miércoles del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de viaje a Bruselas para analizar con sus colegas de la UE los resultados electorales del pasado domingo, ha provocado que el líder de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, tampoco haya pisado los pasillos de la Cámara baja. De esa forma ambos han evitado tener que escuchar las preguntas de los periodistas, especialmente el segundo tras su anunciada renuncia a seguir encabezando el PSOE. Y de paso también se han quitado de encima el engorroso trámite de tener que debatir de lo que sea con la que está cayendo.

Pero ya dice el refrán que a falta de pan, buenas son tortas. De entrada, la sesión de control matinal en la Cámara baja ha contado con unos invitados especiales: el presidente del senado de la República de los Estados Unidos de México, que ha estado acompañado de una nutrida delegación durante una parte sustancial de las preguntas de sus señorías a los miembros del Gobierno. En algunos momentos, varios de sus miembros se han hecho gestos de sorpresa ante lo que veían y escuchaban.

El caso es que ante la ausencia de los primeros espadas, el protagonismo lo han asumido, conjuntamente, la portavoz del grupo socialista, Soraya Rodríguez, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, quien se limita semana tras semana a responder una sola pregunta que, sistemáticamente le hace su tocaya. En esta ocasión el tema elegido era la reforma legislativa que ha eliminado de un plumazo la justicia universal del ordenamiento jurídico español.

La portavoz socialista ha reproducido el calificativo de 'chapuza' con el que algunos jueces de la Audiencia Nacional han calificado la iniciativa gubernamental, tramitada por el procedimiento de urgencia. Esta circunstancia ha sido calificada como una 'vergüenza', epíteto que ha añadido al de 'infame' a la hora de definir su contenido. Rodríguez ha empleado su acreditada vehemencia a medida que consumía los segundos de su intervención para acusar a la vicepresidenta de ser la autora intelectual del sistema de tramitación y del contenido. 'Le exijo que deje de decir mentiras [sobre la conveniencia de la reforma] porque no le vamos a creer por mucho que se dedique a chillar por lo pasillos'. Evidentemente la frase ha generado aplausos en su bancada y aspavientos en la de la derecha.

Sáenz de Santamaría, que no se suele arredrar, se ha defendido con la lectura de un ex portavoz socialista en materia de Justicia en la segunda legislatura de Zapatero para asegurar que fueron los socialistas quienes en 2009 iniciaron la reforma de la legislación conocida como justicia universal. Tras leer un par de párrafos dijo: 'Y no sigo leyendo porque no quiero dar más titulares a primeras horas de la mañana'. En la tribuna de invitados los visitantes mejicanos movían la cabeza, cada uno de forma diferente.

El asunto de la justicia universal siguió en la pregunta siguiente, de la diputada Irene Lozano, de UPyD, al ministro Gallardón, quien no contó con el apoyo moral de su jefa porque abandonó el hemiciclo justo cuando el titular de Justicia iba a responder a la parlamentaria magenta. Lozano le conminó a que rectificase. De no hacerlo le exigió que dimita 'porque en democracia los errores se pagan'. Gallardón, sin descomponer la figura y con firme ademán, justificó la reforma con un argumento que consideró suficiente: 'En 20 años sólo ha habido una condena en España por esa legislación y, además, fue un fraude de ley. Una sola condena, señoría. Eso es crear falsas expectativas'. Dicho lo cual, se marchó.

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