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La normalidad democrática en España

Pablo Iglesias en La Base
Pablo Iglesias en su análisis de La Base.

A veces basta escuchar a los que niegan que el Rey está desnudo para que no quede ninguna duda de que el Rey está desnudo. El informe de The Economist que degrada a España a la categoría de democracias defectuosas ha hecho a unos cuantos tener que comerse sus palabras. Pero ojo, si leemos el informe tampoco es que sea un despliegue erudición politológica. El informe dice básicamente que España pierde puntos en independencia judicial.

Creo yo que no hace falta hacer un tesis en Harvard para constatar, por un lado, el escoramiento a la derecha del CGPJ capitaneado por Carlos Lesmes y, por otro, que la concertación evidente entre derecha política y judicial para evitar su renovación es impresentable.

El informe tiene un párrafo que me encanta, "España sufre un aumento de la fragmentación parlamentaria, una letanía de escándalos de corrupción y un nacionalismo creciente en Cataluña que constituyen retos para la gobernanza del país". Gran sagacidad de los analistas de The Economist.

Vamos a ponernos serios. Lo que viene pasando en España desde hace unos años es un movimiento reaccionario contra la democracia apoyado en amplios sectores del Estado y del poder económico y mediático. Una reacción autoritaria y antidemocrática ante dos movimientos político-electorales sin precedentes: Podemos y el independentismo catalán. El independentismo plateó básicamente que Catalunya abandonara el Estado español y Podemos que se podía democratizar el Estado español. Los primeros ganaron las elecciones en Catalunya y los segundos ya están en el Gobierno con la práctica totalidad de los medios de comunicación en contra. Es normal que los que han mandado siempre estén algo preocupadillos.

Frente a eso, cloacas policiales y mediáticas. Frente a eso, primero Ciudadanos y después VOX (que nadie se olvide que VOX es un partido lleno de funcionarios del Estado). Frente a eso, el discurso de Felipe el 3 de octubre de 2017. Frente a eso, jueces que gritan viva el Rey. Frente a eso, tuiteros y raperos presos y nazis impunes. Frente a eso, montañas infinitas de mentiras en prime time contra Podemos. Frente a eso, gritos de gobierno ilegítimo en el Congreso. Frente a eso, Felipe y Aznar besándose en la boca…o casi. Frente a eso, PSOE caoba, café, copa y puro. Frente a eso, medios progres diciendo más periodismo, damos paso a Eduardo Inda. Frente a eso, ultras que dicen zorra feminista no me gustan tus tetas. Frente a eso, kale borroka Cayetana y huesos de aceituna contra el gobierno. Frente a eso, una ultraderecha mediática que ha dejado el prestigio del periodismo cortesano de mesas camilla hundido en la mierda.

Pero ojo. Ni una gota de pesimismo. Los golpes de la reacción hacen daño pero también educan. Los revolucionarios y los demócratas no se forman en las universidades ni en los guetos autoreferenciales; se forman en la pelea y también en la derrota. Cuando el poder enseña su verdadero rostro, cuando los grandes periodistas de la corte borbónica no pueden ya ni disimular la podredumbre de su alma, cuando hay jueces a los que se les pone cara de franquistas y jusapoles que ya no disimulan su admiración por Tejero. Cuando eso ocurre el poder no está demostrando su fuerza, sino su miedo.

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