De El Ejido a Torre Pacheco: así ha evolucionado la xenofobia en los grandes partidos en dos décadas
'Público' analiza cómo han cambiado las posiciones ideológicas de las formaciones políticas españolas en materia de inmigración en medio del debate por el caso de Jumilla. Desde 2019, la polarización entre partidos de izquierdas y derechas es más grande que nunca.

Madrid--Actualizado a
La historia reciente muestra que la chispa del odio racial puede prenderse por algún hecho real o ficticio. Este verano ha sido el robo con violencia a un vecino lo que ha servido de excusa para las cacerías racistas en Torre Pacheco (Murcia). Mientras, PP y Vox acordaron en el Ayuntamiento de Jumilla prohibir la celebración de actos islámicos en espacios públicos. Hace un año, fue el asesinato de un niño en Mocejón (Castilla-La Mancha) y los bulos sobre la nacionalidad del agresor los que incendiaron las redes. Mucho antes, en el 2000, tres crímenes desataron las persecuciones a migrantes en El Ejido (Almería).
Con cada hito, los partidos políticos españoles han reforzado sus posiciones ideológicas en un intento de capitalizar los enfrentamientos. La encuesta Chapel Hill Survey, diseñada y analizada por investigadores de la Universidad de Carolina del Norte (EEUU), lleva años midiendo la ideología de los principales partidos del continente americano y europeo, incluidos los españoles.
En 2006, 2010, 2014, 2019 y 2024, los investigadores preguntaron a un centenar de politólogos por la ideología de las políticas migratorias propuestas por las diferentes formaciones políticas españolas.
Público ha analizado los resultados a estas preguntas, que muestran una paulatina polarización de las posturas sobre la inmigración en España. ¿Qué provoca estos desplazamientos hacia los extremos del arco ideológico? Lula Rodríguez-Alarcón, directora de la Fundación porCausa, defiende que, para hacer un análisis certero, es necesario atender al contexto.
Los momentos en los que el debate político se ha centrado en la inmigración han estado precedidos por estallidos de conflictos armados o crisis económicas que han empujado a la población civil de terceros países a salir de sus hogares en busca de una vida digna. Ocurrió en 2011 con el estallido de la guerra civil en Siria, que generó "un éxodo" en el que "el PSOE mantuvo un discurso proderechos, muy similar al de las ONG", analiza Rodríguez-Alarcón. Aquello le permitió marcar distancias con el PP.
La UE fue implacable con la crisis humanitaria. Para cortar el flujo de refugiados al viejo continente cerró un trato con Turquía para que hiciera las veces de Estado tapón. A cambio, Bruselas ofreció a Ankara 6.000 millones de euros –posteriormente ampliados en otros 3.000 millones–, así como algunas concesiones a la movilidad de los ciudadanos turcos por Europa.
En el año 2016, el trato se hizo efectivo. Desde entonces, decenas de miles de personas han muerto y/o desaparecido tratando de alcanzar la UE desde las costas turcas o el norte de África. Además, las devoluciones en caliente se han multiplicado, como también lo han hecho los kilómetros de alambrada que bordean algunos países europeos, los centros de detención a migrantes y el presupuesto de Frontex, la agencia de fronteras de la UE. Nada de esto ha conseguido detener el fenómeno migratorio.
Nacionalismo e inmigración
La llegada de personas del extranjero también ha generado cambios en el plano discursivo. Aquí las posturas han variado entre quienes asumen la diversidad cultural que produce la inmigración como algo positivo y quienes consideran que aquellos que llegan a España deben asumir –asimilar– la "cultura" española. Según la antropología, la asimilación es el proceso por el cual los rasgos culturales de un grupo minoritario son gradualmente absorbidos por la cultura dominante, con el resultado de la pérdida o adaptación de su cultura original.
Por lo general, la multiculturalidad es vista con mejores ojos por las fuerzas progresistas, mientras que la asimilación es defendida por la derecha y la extrema derecha. El rechazo a la diversidad cultural conlleva la defensa de lo que se entiende como "cultura propia", dando lugar, a su vez, a alegatos nacionalistas. "Todos estos millones de personas (...) que no se han adaptado a nuestras costumbres (...) tendrán que volver a sus países", afirmó la diputada de Vox Rocío Meer a principios de julio.
Los datos analizados por este periódico confirman que existe una correlación entre la defensa de las ideas más nacionalistas y las posiciones más restrictivas con la migración.
Tanto Vox como Se acabó la fiesta –con presencia en la Eurocámara pero no en España–, representantes del ultranacionalismo en España, también muestran mayor rechazo a la diversidad cultural. Algo menos escorado se encuentra el partido de Alberto Núñez Feijóo, a quién el surgimiento de estas formaciones ultras le ha permitido mostrarse ligeramente más ponderado dentro del espectro de la derecha. Este fenómeno también lo vivió el PSOE con la llegada de Podemos.
Acción-reacción-bipartidismo
Pese a sus diferencias ideológicas, en lo que respecta al fenómeno migratorio, el PP y el PSOE llevan años bailando al mismo son. Cuando uno de los partidos se ha desplazado más hacia el arco conservador o progresista, su opuesto ha hecho lo mismo, provocando un efecto espejo.
En 2014, las encuestas de la Universidad de Carolina del Norte registraron la mayor distancia ideológica entre PP y PSOE en materia migratoria. En aquel momento, la llegada de personas desde Siria y otros países de Oriente Medio comenzó a incomodar a las potencias europeas. El bipartidismo todavía retenía el voto de los sectores situados más en los extremos del arco ideológico de la sociedad española. En especial el PP, que no disputaba el espacio de la derecha con ninguna otra formación, como sí le ocurría al PSOE con IU.
En 2015 la llegada de Ciudadanos y Podemos al Congreso de los Diputados cambió el paradigma. "El PSOE tenía dos espacios para recabar votos: los que estaban a su derecha y los que estaban a su izquierda", abunda Lula Rodríguez-Alarcón. Fue en este último donde proliferó Podemos. "Cuando el PSOE vio que no podía acaparar ese espacio, subió al centro a competir por los votos del PP".
De media, en 2006, los partidos políticos españoles se situaban en un 5,2 sobre 10, donde el 0 significa a favor de políticas migratorias más "liberales", y el 10, a favor de políticas más "restrictivas". Casi 20 años después, con una mayor fragmentación del Congreso, la media apenas ha cambiado: en lo relativo a la migración, las formaciones españolas registraron una posición de 5,1 sobre 10 en 2024. Eso sí, ningún otro partido de la historia reciente de España había reproducido discursos ni propuestas tan anti inmigratorias como las que actualmente defienden Vox y Se acabó la fiesta en España o Junts en Catalunya.
Además, en el contexto de los disturbios de Torre Pacheco, los líderes del PP han retomado posiciones más extremistas. Con el paso de los días, rebajaron ligeramente el tono, si bien no dejaron de señalar a los migrantes como origen del problema. Esta estrategia, cree Rodríguez-Alarcón, puede salirle cara al PP, ya que en lo que respecta a la migración sus votantes tienen ideas más ponderadas. Así lo muestra la encuesta More in Common, consultada por este periódico, y que fue publicada en junio de 2025. En ella se muestran las diferentes posiciones de la sociedad española respecto a la migración.
Tanto los votantes del PP como los del PSOE consideran necesario "luchar contra las mafias que trafican con seres humanos" y "la deportación de inmigrantes en situación irregular que hayan cometido delitos". Pero también "aumentar las vías para la inmigración legal".
Rodríguez-Alarcón apunta a algo más. "Ya no podemos hablar de derechas e izquierdas en lo relativo a migraciones". En cambio, "puedes hablar de sistemas migratorios", alguno de los cuales son "más restrictivos". Según la experta, estos sistemas pueden agruparse principalmente en dos modelos. "Uno es el de Dinamarca, que tiene un gobierno progresista pero es absolutamente restrictivo con la migración".
El otro es el implementado en California, donde defienden una política de "puertas abiertas". Esto, considera Rodríguez-Alarcón, ha hecho que el estado norteamericano fuera "la cuarta potencia mundial desde el pasado mes de marzo". Rodríguez-Alarcón cree que, en lo relativo al discurso, los socialistas españoles se encuentran más cercanos al modelo californiano, pero asegura que sus políticas distan mucho de sus narrativas.
Hablar mucho, condicionar el debate
Los partidos que más importancia le dan en debates y discursos a la cuestión migratoria son aquellos que tienen posturas más restrictivas sobre la libre circulación de personas. Esto significa, por ende, que aquellas formaciones que promueven políticas más liberales o son favorables al multiculturalismo, hacen de la migración un elemento secundario en su programa político.
Vox y Se acabó la fiesta, las dos formaciones con los posicionamientos más xenófobos de todo el panorama político español, son las que más hablan de migración. De hecho, este fenómeno demográfico es su principal caballo de batalla. Para Rodríguez-Alarcón, la razón es muy evidente: "Los inmigrantes no votan, así que pueden meterse con ellos todo lo que quieran".
Es una táctica que han utilizado con otros colectivos, aunque con menos éxito. "Los partidos de ultraderecha han ido probando temas que pudieran capitalizar", explica. "En algunos de ellos han encontrado mucha oposición, como ocurre con las mujeres y el feminismo". La migración, en cambio, es algo que no les sale tan caro en términos electorales.
Por el contrario, Podemos y Sumar, con posicionamientos relativamente progresistas sobre la migración, no hacen de esta cuestión su eje central. Por su parte, más allá de la narrativa proderechos, el PSOE lleva años alineado con el resto de la UE, haciendo de España una pieza fundamental en la diplomacia que sustenta la externalización de fronteras. Así que, salvo los momentos en los que la inmigración acapara el foco mediático, como ha ocurrido en Torre Pacheco, ignora esta cuestión. "¿Para qué te vas a mojar más si crees que puedes perder votos?", ironiza Rodríguez-Alarcón.
La renuncia de la mayoría de las formaciones progresistas ha permitido a la extrema derecha establecer el marco de discusión en materia migratoria. "El discurso migratorio en España lleva 15 años marcado por el discurso del odio", sentencia la experta. Ello, asegura, no significa que no pueda cambiar.
"Tengo esperanza: creo que del miedo a perder el poder surge la valentía de cambiar el discurso público, y puede que a eso nos arrastre EEUU". En el estado de California, las detenciones y arrestos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU (ICE) han provocado una contrarrespuesta social y política contraria a la xenofobia promovida por Donald Trump. Si algo similar ocurriera en España, cree la directora de porCausa, los ciudadanos podrían responder igual.



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