La primera vez que Pedro Sánchez intentó ser investido presidente del Gobierno fue en marzo de 2016. Llegó al Congreso tras firmar un pacto con Ciudadanos y Albert Rivera. No le dieron los números. Desde entonces hasta esta semana, cuando fue reelegido líder del Ejecutivo, han pasado casi ocho años y el escenario político es completamente diferente.

Entre medias de aquella sesión de investidura en 2016 se han sucedido una serie de acontecimientos frenéticos: la dimisión traumática del liderazgo del PSOE, su regreso triunfante y contra todo pronóstico al mismo, una moción de censura contra Mariano Rajoy histórica, una nueva investidura fallida en julio de 2019, una repetición electoral y un pacto que parecía imposible para formar el primer Gobierno de coalición de la democracia reciente con Unidas Podemos.

La carrera política de Sánchez está llena de retos que parecían imposibles. Un carrusel. Lo era ganarle unas primarias a Susana Díaz con todo el aparato socialista en contra, incluidos poderes económicos y mediáticos. Lo era también formar una coalición inédita desde la II República para unir a las izquierdas en Moncloa. Y la traca final ha sido conseguir aunar una mayoría plurinacional muy diversa en apoyo de su investidura.

A Sánchez se le critica desde sectores a la izquierda del PSOE que es un dirigente político sin principios claros y moldeable según las circunstancias. La derecha hace una cosa parecida y carga contra él por una supuesta falta de escrúpulos para aferrarse a toda costa al poder, cueste lo que cueste.

En las filas socialistas le dan la vuelta a esos argumentos y lo que destacan es su virtuosismo político y determinación. Su capacidad para el diálogo en cualquier circunstancia por adversa que parezca. “Se adapta a los tiempos. Es el político que mejor lee la realidad ahora mismo”, destaca una de las fuentes socialistas consultadas por Público para este artículo.

Algunas personas que lo han acompañado estos últimos años destacan la constancia como uno de los secretos de su éxito o su espíritu de deportista relacionados con su carrera política. “Algunos de los valores del deporte como la capacidad de sacrificio, aguante o resiliencia le han servido”, destacan.

“Ha ido rompiendo esquemas que teníamos todos configurados. A veces al romper esos moldes ha provocado alguna ruptura con otras generaciones socialistas más estáticas que pensaban que solo se podía hacer de una manera. Sánchez sabe buscar todo tipo de recursos”, señala una de las fuentes consultadas. “Su discurso va adaptándose y creo que es una gran virtud porque sabe enfocar las necesidades de cada momento”, destaca otra.

Destacan en su equipo que Sánchez ha sido un político de “primeras veces” como el llevar a políticos a la izquierda del PSOE al Consejo de Ministros. Su relación con Yolanda Díaz se ha demostrado estable. También es inédito el pacto actual con territorios como Euskadi, Catalunya, Galicia o Islas Canarias. “Es una persona que escucha mucho y luego toma decisiones. Es una persona valiente tomando decisiones”, afirma una fuente del Ejecutivo.

Proyección internacional

Quienes conocen bien a Sánchez suelen decir que no separa la esfera política nacional de la internacional. Pese a los intentos banales del PP, tanto con Pablo Casado al frente como con Alberto Núñez Feijóo, el papel activo del presidente del Gobierno a nivel internacional parece fuera de toda duda. “No solo es porque maneje a la perfección el idioma, es que ahora España lidera debates y se le escucha y eso no había pasado prácticamente nunca”, señala otra fuente.

Durante esta legislatura se ha hecho mucho hincapié en los posicionamientos y logros obtenidos a cuenta de los fondos europeos o la reforma del mercado energético, la excepción ibérica que la derecha trató de ridiculizar llamándola “timo ibérico”. Se hicieron también virales fotografías de Sánchez o Teresa Ribera en foros internacionales.

Medios internacionales de gran prestigio tienen su mirada habitualmente en España y han alabado la salida a la crisis económica producida tanto por la pandemia como por la guerra en Ucrania. Más recientemente un medio como Financial Times incluso ha dado su beneplácito a la polémica ley de amnistía para los encausados del procès. En clave más comunicativa, el medio Politico, referente en Bruselas, destacaba la capacidad del PSOE y del propio Sánchez de darle la vuelta al insulto de "Perro Sanxe" para convertirlo en un meme a su favor.

Sánchez afronta a partir de ahora un nuevo reto. ¿El más difícil? El tiempo dirá. La legislatura será compleja, obviamente. PSOE y Sumar necesitan consensuar cada medida con prácticamente la totalidad del Congreso a excepción de PP, Vox y UPN. La derecha ejercerá, como se ha visto estos días, una oposición dura y frontal sin concesiones. Y los socialistas tendrán que seguir en una negociación casi permanente con Junts, ERC, EH Bildu, PNV, BNG o Coalición Canaria.

Hay quien vaticina ya inestabilidad o una legislatura corta. Esos no son los planes de Sánchez. “No se va a romper España. No se va a romper la Constitución. Aquí lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista democráticamente elegido por los españoles”.

Podrían parecer palabras de Sánchez esta misma semana. Pero es el inicio del discurso de investidura de 2020. “Todo lo que se dice que va a pasar con este Gobierno ya se dijo con el anterior”, recuerdan fuentes de Moncloa. “No hay nada más arriesgado que dar por muerto a Pedro Sánchez”, añaden otras. Y a esa narrativa es a la que se aferran en las filas del PSOE para los próximos, y seguramente agitados, tiempos.