Polémica por un tuit de la Guardia Civil en el que llama "bandoleros" a los guerrilleros antifranquistas

El relato siempre está en disputa y las palabras son su munición. Un tuit de la Guardia Civil –publicado este domingo y borrado al poco de ser difundido– quiso reivindicar la creación en 1949 de emplazamientos y destacamentos con perros para perseguir de forma más organizada "a los bandoleros". 

Pero, ¿quiénes eran los "bandoleros" que orgullosamente perseguía la Guardia Civil en plena dictadura? "Bandoleros" era un apelativo que se utilizaba torticeramente para referirse a los "maquis", resistentes antifranquistas que se ocultaban en la montaña.

Llamándoles "bandoleros" se despojaba sus acciones de sentido político, pasaban a ser simples cuatreros. La prensa del régimen intentó desideologizar su lucha, convertirlos en forajidos. Sin suerte. Aquellos "bandoleros" eran, siempre lo fueron, guerrilleros que luchaban contra el fascismo. 

La Guardia Civil se jactaba, por tanto, en su tuit de su papel en la postguerra, una labor de persecución a aquellos que se mantuvieron fieles a la República y a unos valores antifascistas.

Tras el revuelo en redes, el infausto tuit ha saltado a la esfera política de la mano del diputado de EH Bildu Jon Iñarritu, quien ha querido subrayar el sesgo ideológico que esconde el tuit con una severa pregunta: "¿A quiénes llamaban ustedes "bandoleros" durante la dictadura?".

El que fuera líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha querido también denunciar el tuit publicado. Lo ha hecho reivindicando la lucha antifascista de los maquis y señalando la labor de la Guardia Civil durante el franquismo.

"Había resistentes en las montañas que, del mismo modo que los resistentes al nazifascismo en toda Europa, peleaban por la libertad. La Guardia Civil no debería reivindicar su papel en la dictadura", ha denunciado Iglesias.

Una historia de lucha antifascista

La historia de los "maquis" es la historia del guerrillero español del siglo XX, aquél que se echó al monte durante los años cuarenta y cincuenta para mantener el testigo de la República derrotada.

Una historia de lucha que se revuelve frente a esa España rural tallada en las toscas aristas de un clérigo medieval, esa otra España que anhela el progreso y que se sacude, como puede y cuando le dejan, siglos de padrenuestros.