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Rouco, cooperador necesario de minigoebbels

 

 

MANUEL RICO

Dios sabrá por qué Antonio María Rouco Varela decide actuar como cooperador necesario de los delitos y vejaciones del minigoebbels de la Cope. Dicen que a Jesús lo vendieron por 30 monedas de plata, y quizá el cardenal está imitando el comportamiento de Iscariote, cobrando ahora en publicidad radiofónica y a un precio actualizado de acuerdo con el IPC de los dos últimos milenios. Antonio María ya no puede vender a Jesús, claro, pero lo que sacrifica a diario es la doctrina entera de la Iglesia católica. Una doctrina que habla de amor y de perdón, y que no tiene mandamiento alguno recomendando delinquir, injuriar, mentir, insultar, vejar, manipular, difamar, vomitar odio.

Dios sabrá por qué la Conferencia Episcopal actúa de cómplice de Antonio María, el cooperador necesario de los delitos de minigoebbels, renovando año tras año el contrato del más anticristiano de los españoles que han pisado los estudios de la Cope en toda su historia.

Dios sabrá por qué hay empresas que siguen anunciándose en el programa del minigoebbels que ha sido condenado en cinco ocasiones, cinco, por la violencia verbal con la que dispara contra jueces, periodistas, políticos y cualquier otra persona que no comparta sus ideas totalitarias.

Pero hay una verdad sencillísima de reconocer sin necesidad de encomendarse ni a dios ni al diablo. Lo que practica minigoebbels tiene tanto que ver con el periodismo como el cobro del impuesto revolucionario de ETA con las aportaciones voluntarias de tributos por parte de los ciudadanos. O sea, nada. Cero.

Lo que hace minigoebbels, con Antonio María de cooperador necesario y la Conferencia Episcopal de cómplice, es radiobasura de lo más apestosa. No lo digo yo. Lo dicen magistrados de Madrid y Barcelona que, por suerte, no se amilanan ante el delincuente de las ondas.

 

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