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La ruptura de Unidas Podemos en Andalucía llega al Gobierno y anticipa una reconfiguración compleja en la izquierda

El cese de Enrique Santiago, líder del PCE, como secretario de Estado por parte de Ione Belarra apunta de manera clara al final de la colaboración de Podemos e IU en el Ejecutivo. Irene Montero cesó a otra dirigente de IU, Amanda Meyer, como su jefa de gabinete en Igualdad en junio.

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Ione Belarra y Enrique Santiago en una imagen de archivo. — EFE

madrid, Actualizado:

El primer paso de la reconfiguración que se va a dar en la izquierda en el próximo año puede ser la disolución de Unidas Podemos. La alianza que se inició con el pacto de los botellines (en realidad eran tercios) entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón en 2016 parece desmontarse de manera gradual pero irremediable a todos los niveles.

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El cese de Enrique Santiago por parte de Ione Belarra como secretario de Estado de Agenda 2030, y su sustitución por la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, es el último capítulo de lo que parece un divorcio, más o menos acordado pero no exento de tensiones, entre las dos principales formaciones del espacio confederal.

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Desde que Iglesias dejó el liderazgo del espacio y Yolanda Díaz se propuso resetearlo, las diferencias entre Izquierda Unida y Podemos han sido bastante habituales. Durante meses no hubo conflicto directo, solo alineamientos, distanciamientos y rotaciones en torno a la figura de la vicepresidenta segunda del Gobierno, el eje sobre el que los distintos partidos comenzaron a pivotar para reconfigurar a la izquierda.

Pero en las elecciones andaluzas se produjo el primer choque real que sacó a la superficie el hecho de que el hilo con el que Podemos e IU tejieron el espacio confederal (junto a otras formaciones como los comuns y Galicia en Comú, antigua En Marea) está volviendo a la madeja para hilar un nuevo espacio de cara al ciclo electoral de 2023. 

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El partido de Belarra se sintió traicionado cuando IU, Más País y el resto de formaciones, con la connivencia de Yolanda Díaz, acordaron elegir a Inma Nieto (dirigente de Izquierda Unida en Andalucía) como la cabeza de lista de Por Andalucía. Las tensiones y el ruido en la negociación fue tal que se saldó con el registro de la confluencia sin Podemos ni Alianza Verde (que insistían en que el candidato fuera su dirigente Juan Antonio Delgado), a los que se les tuvo que buscar un encaje en la candidatura para sortear su exclusión jurídica.

Antes de comenzar la negociación en el territorio andaluz, Podemos le propuso a IU acudir a esas conversaciones como Unidas Podemos, y que la confluencia que existe desde 2016 fuera la base orgánica sobre la que se construyera la candidatura andaluza. IU no accedió y manifestó su intención de negociar con perfil propio; ese paso fue para algunas voces de la formación morada el primer descosido que terminaría por rasgar la tela del espacio confederal.

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La desconfianza se abre paso desde Andalucía

Una semana antes de que se produjera el registro de Por Andalucía sin Podemos ni Alianza Verde, en la formación morada ya advertían de que la actitud de IU respecto a Unidas Podemos podía acabar afectando a todos los niveles de la alianza más allá de las fronteras andaluzas.

Como se apuntó en Público, se hablaba de que se había instalado la desconfianza entre ambas partes, y se entendía que ni los equipos ministeriales del Gobierno ni el grupo parlamentario del Congreso podían seguir funcionando con estructuras mixtas si sus dirigentes ya no confiaban los unos en los otros. Con una coalición de gobierno en la que se pugna constantemente con el socio, el PSOE, para sacar adelante determinadas medidas y orientar el rumbo del Ejecutivo, y con una derecha en auge, la descoordinación y las discrepancias de calado podrían resultar fatales para el espacio.

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La primera consecuencia de esta pérdida de confianza se dio en el Ministerio de Igualdad. En junio, Irene Montero cesó a su jefa de gabinete, la dirigente andaluza de Izquierda Unida Amanda Meyer

Desde el Ministerio de Igualdad se rechazó que el cese de Meyer se debiera a discrepancias con IU, y se recordó que en el equipo ministerial había más dirigentes de este partido, como Toni Morillas, directora del Instituto de las Mujeres, y Clara Alonso, directora de Comunicación del departamento. A día de hoy, siguen formando parte del equipo de Montero.

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El cese de Enrique Santiago conocido este viernes, sin embargo, es más trascendental. Es el líder del PCE y una de las personas que más apostó por sostener y profundizar en la confluencia de Unidas Podemos, frente a algunas voces en IU y en el propio Partido Comunista que advertían de que esta profundización era, de facto, la disolución de Izquierda Unida y su entrega total a Podemos.

"A la gente no le interesan tanto las distintas organizaciones donde cada quien se encuadra, sino que le interesa que haya una sólida fuerza política que defienda sus intereses, y esa fuerza política hoy en España no cabe duda de que es Unidas Podemos", comentó en una entrevista con Público hace un año.

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La decisión de cesar a Santiago es de Belarra, y, según comentan desde su entorno, el líder del PCE la ha acatado aunque no la comparta. Desde Podemos afirman que ambos dirigentes habrían pactado no generar un conflicto, al menos por ahora, y su cese tendrá lugar de manera oficial en el Consejo de Ministros del próximo martes.

Su salida, y la llegada de Lilith Verstrynge a la Secretaría de Estado de Agenda 2030 se produce justo a las puertas del final del curso político, antes de las vacaciones de verano. El momento se ha elegido, explican desde el espacio confederal, para que el siguiente curso, que empieza en septiembre, se inicie con el nuevo equipo configurado y centrado en el final de la legislatura.

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Lo cierto es que, sea intencionado o no, un cese a finales de julio genera mucho menos ruido que si se produjera en otro momento del año. Santiago ocupará ahora de manera visible una labor que, aseguran desde Unidas Podemos, viene desempeñando desde hace tiempo, como dirigente destacado del grupo parlamentario de UP en el Congreso de los Diputados.

Su perfil como negociador y su participación en la negociación con el PSOE para derogar la ley mordaza (uno de los principales compromisos pendientes de acuerdo de coalición) le dan a su (no tan nueva) función una importancia crucial al final de la legislatura. Habrá que esperar para ver si las olas del maremoto andaluz, que ya han inundado al Gobierno, no golpean en las próximas semanas al grupo parlamentario, el único fortín de Unidas Podemos en la actualidad.

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