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Las tensiones entre Collboni y los comuns en Barcelona avivan la vía de un gobierno municipal del PSC y Junts

Las relaciones entre los socialistas y BComú se han deteriorado por la confrontación en temas de vivienda, el tranvía, el turismo o las relaciones con Israel. 

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, durante el acto de colocación de la primera piedra de la ampliación de Fira de Barcelona Gran Vía, a 4/12/2023, en Barcelona.
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, durante un acto a 4/12/2023, en Barcelona. Lorena Sopêna / Europa Press.

El socialista Jaume Collboni accedía a la alcaldía de Barcelona el 17 de junio pasado, si no en el último minuto, sí puede decirse literalmente que en la última hora. Contra todo pronóstico, justo una hora antes del pleno de investidura en que Xavier Trias aspiraba a recuperar la alcaldía de la capital catalana después de cerrar un pacto con Esquerra Republicana, Barcelona en Comú anunciaba que daría sus votos a Collboni, y, junto a los del PP, permitían al PSC volver al frente del consistorio barcelonés, a pesar de no haber ganado las elecciones.

Desde aquel día, la ciudad ha sido gobernada por la exigua minoría socialista de 10 concejales de los 41 que integran el pleno, y la gran incógnita ha sido quién pasaría a completar la gobernabilidad de Barcelona.

La maniobra que dio la alcaldía a Collboni provocó gran enfado en Junts y Esquerra, que lo consideraron "un pacto antinatura fraguado en los despachos de Madrid". Y también duras críticas y fuertes aspavientos de los dirigentes de los dos partidos, sintetizados en aquel "que os zurzan" que soltó Xavier Trias en el pleno constitutivo.

Seis meses después de aquel frenético día, cosas de la política, se está desbrozando el camino hacia un gobierno municipal de coalición entre el PSC y Junts, si es que se acaba cerrando el acuerdo entre los socialistas y el grupo municipal de Trias per Barcelona, que se está negociando cada día que pasa con mayor intensidad.

Fuertes tensiones y críticas entre el PSC y BComú

Desde que Collboni ocupa la alcaldía, las tensiones entre el PSC y Barcelona en Comú se han multiplicado y suben de tono a medida que avanza el mandato.

Los dos exsocios, que han gobernado la ciudad conjuntamente buena parte de los últimos ocho años, se han enfrentado por temas como las políticas de vivienda, la conexión del tranvía, la recuperación de las relaciones con Tel Aviv, la apertura de nuevos hoteles y más pisos turísticos o la supresión de algunas de las emblemáticas zonas de pacificación del tráfico de la etapa Colau.

La posición actual del PSC en todos estos temas fundamentales se acercan más a las neoliberales de Junts que a la de los comuns, con muchos puntos de coincidencia que facilitan los acuerdos, y que hasta ahora ha tenido su máxima expresión en el pacto con los de Trias para rebajar la tasa de las terrazas a los restauradores.

Y, en cambio, las políticas socialistas de estos seis primeros meses generan duras críticas por parte de los comuns, y —según apuntan algunas fuentes del partido de Colau— no se prevé que aflojen, sino, al contrario, aumentarán en el corto plazo esta misma próxima semana.

La creciente confrontación entre socialistas y los comuns dificulta la posibilidad de reeditar un gobierno conjunto

La permanente y creciente confrontación entre socialistas y los comuns de Barcelona dificulta considerablemente la posibilidad de reeditar un gobierno conjunto para la ciudad, aunque ahora intercambiando los papeles con Collboni en la alcaldía y con Ada Colau como número dos del consistorio barcelonés.

Y, en contrapartida, este tenso escenario aviva la opción de que Junts pueda entrar a formar parte del gobierno municipal. Los grupos del PSC y Trias per Barcelona mantienen intensas reuniones de carácter semanal, en principio, para discutir sobre los presupuestos, pero también se analiza la posibilidad de un acuerdo para gobernar Barcelona conjuntamente.

Las fuentes consultadas de todos los partidos llevan a la conclusión de que en Barcelona nada está cerrado, pero que la vía de la sociovergencia está tomando forma y se abre paso. Por parte de Barcelona en Comú, se insiste en la opción de un tripartito que incorpore al gobierno a los comuns y ERC junto al PSC. Y no cierran la puerta a su retorno al gobierno, pero "siempre que el PSC vuelva a las políticas progresistas que ha ido abandonando".

Para Ada Colau, "están empachados con su rol en la alcaldía y han perdido el mundo de vista". "No es cuestión de entrar en el gobierno, nosotros no queremos sillones, queremos un acuerdo progresista, que es lo que ha votado la ciudadanía de Barcelona", añade la exalcaldesa.

ERC se mantiene a la espera del relevo de Maragall

Aunque los comuns siempre han insistido en la necesidad de que ERC también forme parte de la operación, esta opción es incierta, aunque últimamente no cierran la puerta a entrar en solitario.

En estos momentos, los republicanos afrontan la sustitución de su jefe de filas en el Ayuntamiento, el carismático Ernest Maragall, que era muy reacio a gobernar con Collboni. Elisenda Alamany es la lógica candidata a coger el testigo al frente del grupo municipal, aunque está por ver si con opciones a liderar una futura candidatura de Esquerra.

Además, la Federación de ERC en Barcelona acaba de renovar la dirección con Eva Baró al frente, pero en unas disputadas primarias que han dividido la poderosa agrupación barcelonesa de Esquerra. En el partido hay diversidad de opinión al respecto de la estrategia a seguir en el Ayuntamiento de Barcelona, y hay que ver cuál será la vía que se impone a medida que se clarifican los liderazgos republicanos en la capital catalana.

Baró manifestó en la campaña de las primarias su rechazo a gobernar con el PSC, pero es una dirigente afín a la dirección nacional presidida por Oriol Junqueras, que está por ver qué decide al respecto.

La vía de la sociovergencia se abre paso

Por parte de Junts, fuentes del grupo municipal de Trias per Barcelona admiten la intensidad de las negociaciones con el PSC —aunque públicamente las definen como "encuentros muy iniciales"— y la predisposición a llegar a un acuerdo, a pesar de la irritación que les produjo que Collboni les arrebatara la alcaldía después de que Trias ganara las elecciones con 11 diputados frente a los 10 de los socialistas.

"Lo que pasó con la alcaldía nos dolió mucho, pero nos presentamos a las elecciones para acabar con la etapa de Colau"

"Lo que pasó con la alcaldía nos dolió mucho, y fue una operación de despachos intolerable. Además, Collboni nos engañó, pero nos presentamos a las elecciones con la promesa de acabar con la etapa de Colau y sus políticas que han degradado la ciudad, y si para asegurar este compromiso debemos entrar en el gobierno, debemos ser realistas y consecuentes, siempre que el PSC asegure que iniciamos un cambio de rumbo en la buena dirección", lo justifica un dirigente de Junts.

Pero desde la formación también muestran una profunda desconfianza sobre el resultado final, o por lo menos así lo expresa una dirigente. Puede ser que este planteamiento sirva para despistar y el pacto esté más maduro de lo que explican, pero ni siquiera el propio Xavier Trias tiene "claro" que vayan a llegar a un acuerdo.

"No tengo claro que lleguemos a un acuerdo, ya que a la vez que estamos negociando nos dicen que también hablan con Barcelona en Comú", ha afirmado el político barcelonés.

El portavoz de Trias per Barcelona, Jordi Martí Galbis, abunda en esta tesis de Trias. "Estamos en un debate abierto de intercambio de prioridades", admite. Sin embargo, también considera que los comuns son el socio "prioritario" de Collboni.

Martí asegura que hay "muchas posibilidades" de que PSC y BComú acaben pactando. Afirmaciones que desde las filas del grupo de Colau se niegan rotundamente. Por el contrario, los comuns aseguran que no han mantenido conversaciones formales con el PSC para la incorporación al gobierno en los últimos seis meses.

El portavoz señala que las negociaciones no se pueden eternizar, y asegura que es "imposible" que Trias per Barcelona se convierta en socio de gobierno desde fuera. El portavoz de Junts advierte de que si no forman parte del gobierno, serán una oposición "dura" y "responsable".

Además, deja claro los objetivos para llegar a un acuerdo y asegura que de ninguna manera Junts cambiará su posición por una silla. "El objetivo no es el poder por el poder, el objetivo es que la ciudad deje atrás el gobierno de Colau", expresó.

Collboni intenta mantener la equidistancia

Por su parte, el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, mantiene públicamente la equidistancia, apostando por el tripartito de izquierdas, pero sin cerrar la puerta a la sociovergencia. "Es obvio que necesitamos aliados para aprobar los nuevos presupuestos, y siempre he dicho que la prioridad es buscar aliados progresistas, porque somos un gobierno progresista", afirma. "Pero también estamos hablando con Junts y explorando posibilidades", añade el alcalde socialista.

Fuentes de la alcaldía consultadas se muestran reacias a apuntar cuál será la vía ganadora, pero sí hacen hincapié en la necesidad de que el acuerdo final garantice la "estabilidad" de la gobernabilidad.

Aspecto que, en el caso de las izquierdas, requeriría el concurso de Esquerra para sumar 24 concejales por encima de los 21 que dan la mayoría absoluta, ya que el PSC y BComú se quedan en 19. Mientras, la sociovergencia sumaría directamente 21 entre los 11 de Trias per Barcelona y los 10 del PSC. Otro punto a favor de Junts si ERC decide no entrar en la ecuación.

Las diversas versiones no dan ninguno de los dos escenarios por hecho, pero resulta obvio el deterioro de las relaciones entre socialistas y comuns. Si el verano pasado un dirigente de BComú se mostraba optimista y convencido con Público de que en septiembre habría un gobierno de izquierdas, la frustración y el pesimismo han ido creciendo exponencialmente en las filas de los comuns, según admite ahora ese mismo dirigente.

La portavoz del grupo municipal Barcelona en Comú, Janet Sanz, insiste en la incomunicación con Collboni y el PSC. "No nos hemos sentado en una mesa" en seis meses, afirma. En este sentido, la concejala ha lamentado que el Ejecutivo no "trabaje" para formar un gobierno progresista.

"Les dimos confianza en la investidura para tener un gobierno de izquierdas, pero no lo están haciendo", asegura Sanz

"Les dimos confianza en la investidura para tener un gobierno de izquierdas, pero no lo están haciendo", asegura Sanz. "Hacia fuera, Collboni dice que quiere un gobierno de izquierdas, pero internamente lo que sabemos y lo que nos dice Trias por Barcelona es que se están reuniendo, está mirando hacia la derecha", criticó.

Colau carga en el mismo sentido y lamenta que Collboni "haya olvidado" cómo llegó a la alcaldía. Además, recuerda al socialista que si actualmente es alcalde de Barcelona fue "por accidente" y gracias a un "ejercicio de generosidad y responsabilidad de los comuns".

Fuentes próximas a Collboni rebaten este reproche. "Barcelona en Comú hizo alcalde a Collboni, como el PSC hizo alcaldesa a Ada Colau dos veces. En eso no nos ganan. Y siempre respetamos la iniciativa política de la alcaldesa, que en un ayuntamiento es muy potente y determinante. Ahora, lo que toca es trabajar para llegar a acuerdos, respetando a su vez la iniciativa política que tiene Collboni como alcalde".

Colau, Trias, Maragall y los liderazgos

Está por ver el resultado final, pero el análisis de todas las versiones y del escenario político actual en la capital catalana indica que se abre paso el primer gobierno sociovergente de la historia de Barcelona.

Los socialistas esperaban una renovación de liderazgos, tanto en BComú como en Junts y ERC, lo que abriría el juego político

El alejamiento y la confrontación en políticas concretas entre el PSC y BComú tienen un papel preponderante, pero no es menor el de los fuertes liderazgos en los principales grupos. Entre los socialistas no esconden que el escenario que preveían era el de la renovación de liderazgos, tanto en BComú como en Junts y ERC, ya que eso abriría más el juego político.

De momento, el único cambio que se ha producido es el de los republicanos con la retirada de Maragall. En cuanto a Trias, su anuncio de retirada para octubre —después de fracasar en la alcaldía— se ha ido posponiendo, aunque asegura que acabará retirándose en pocos meses. Todo indica que lo hará una vez quede clarificado el acuerdo de gobierno, ya que quiere pilotar las negociaciones personalmente.

Y la sorpresa ha sido la permanencia de Ada Colau, pues muchos auguraban su marcha como posible ministra del nuevo gobierno de coalición de Pedro Sánchez, mientras que quien sí ha dejado el consistorio es el número dos de los comuns, Jordi Martí Grau, nombrado secretario de Estado del Ministerio de Cultura que lidera Ernest Urtasun.

Martí había formado parte de los últimos gobiernos municipales socialistas antes de la llegada de Colau a la alcaldía, que lo incorporó a su equipo. Está por ver si la química personal con Collboni es peor con Colau que la que podría haber sido con Martí, y estas cosas en política también cuentan.

Los presupuestos fijarán el camino y la fecha límite 

Con todos estos mimbres, las negociaciones con Junts y las (no) negociaciones con BComú avanzan. Fuentes de los comuns plantean que el acuerdo corre prisa "porque no se puede gobernar Barcelona con 10 concejales" —lo comprobaron en propias carnes en el primer mandato de Colau que iniciaron con 11 concejales—.

Aspecto que fuentes socialistas minimizan, después de haber nombrado 10 comisionados, una figura de designación directa no electa, pero que pueden hacer buena parte de las tareas de un concejal. Sin olvidar que el PSC dispone de una maquinaria muy engrasada en el Ayuntamiento de Barcelona, herencia de la larga etapa socialista en la alcaldía, que duró hasta el 2011 con el relevo por parte de Trias.

"Estamos gobernando a toda máquina y sin problemas. Si hace falta un acuerdo de gobierno no es por capacidades, sino para dar estabilidad", aseguran estas mismas fuentes, que apuntan al mes de marzo como tope para cerrar un acuerdo definitivo.

Aunque antes llegará un posible acuerdo para los presupuestos, y a pesar de que fuentes de la alcaldía de Collboni aseguran que "cada cosa va por separado", admiten que evidentemente "un acuerdo para los presupuestos es una base sólida para el acuerdo global de gobernabilidad". O sea, que cuando se anuncie el acuerdo de presupuestos con quien sea, el dilema entre tripartito de izquierdas y sociovergencia se habrá dilucidado de forma considerable.

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