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València y Ecoembes impulsan un sistema de retorno de envases menos ambicioso que el que fue vetado hace cuatro años

El Ayuntamiento lo describe como "un primer paso" mientras que el movimiento ambientalista lo acusa de 'greenwashing' y que "no servirá para nada".

Un sobre de Nescafé y restos de basura en una playa de Filipinas. REUTERS/Eloisa Lopez
Imagen de archivo de una basura. REUTERS/Eloisa Lopez.

Joan Canela

València anunciaba hace unas semanas la creación de un programa de reciclaje de envases con recompensa. "La ciudad con mayor población que implanta el sistema Reciclos", anunciaba entonces la nota de prensa difundida por Ecoembes, la entidad encargada de gestionar la recogida de envases en toda España. La noticia llega después de años de oposición de Ecoembes a estos sistemas de recogida. Una oposición que resultó especialmente dura en el País Valencià, cuando hace cuatro años se intentó crear un sistema de devolución con depósito desde la Consellería de Medio Ambiente que acabó en nada por la presión de las empresas envasadoras, las grandes cadenas de distribución y la misma Ecoembes.

"El actual programa, en cierta forma, nos reconoce que teníamos razón", explica Julià Álvaro, entonces secretario autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático y que intentó impulsar el fallido sistema de devolución de envases. Además, Reciclos es mucho menos ambicioso que el que se propuso entonces y desde el movimiento ecologista se duda de su eficacia. "Nos encontramos en un porcentaje de recuperación de envases del 20% y Europa nos dice que tenemos que llegar al 65 en cuatro años y al 70 por el 2030 –explica Maria Vicente, responsable de residuos de Ecologistas en Acción de València- y la única forma de hacerlo es mediante un sistema de devolución, pero tenemos poco tiempo y es muy peligroso perderlo en pasos en falso, hacen falta acciones más eficientes y no greenwashing".

Diferencias y similitudes entre sistemas

Exactamente, ¿Cuál es la diferencia entre ambos sistemas? Obviamente, tanto el programa Reciclos –considerado un Sistema de Devolución y Recompensa (SDR)- y el Sistema de Depósito y Devolución con Recompensa (SDDR)- se asemejan en el hecho que, en ambos casos, se ofrece un premio por el retorno de los envases, lo que permite recuperarlos en un estado óptimo para su reciclaje. Hay que tener en cuenta que actualmente solo se llega a recuperar una pequeña parte de los envases, incluidos aquellos que se lanzan correctamente en los contenedores amarillos, porqué el grado de contaminación con que llegan a las plantas de tratamiento hace que sea imposible reciclarlos.

A partir de este punto en común, las diferencias se incrementan. En el SDDR es el consumidor quien avanza un dinero por el envase, que además es una cantidad significativa –las cifras varían según la fuente, pero en todo caso no bajarían de los veinte céntimos-, que después le son devueltos al entregar el envase. Un sistema similar al que ya existía cuando se iba con las botellas a comercios y te pagaban. "El problema del SDDR es que al consumidor se le incrementa el precio del envase –argumentan desde Ecoembes- mientras que, con nuestro modelo, este no lo nota. Y además no se ofrece recompensas individuales [en dinero] sino colectivas, en forma de ayudas a banco de alimentos, programas sociales, etc." De hecho, desde esta entidad se destaca que el SDR es más "una evolución" del modelo de contenedor amarillo para "adaptarlo a los tiempos digitales" que un sistema de devoluciones.

Desde el otro lado, Vicente enfatiza la diferencia de precio entre una recompensa y la otra: "Cuando vas por la calle puedes encontrarte muchas monedas de un céntimo, pero ninguna de veinte. La primera te agachas a recogerla y la segunda no". Además, Vicente también pone en entredicho que el SDDR sea más caro para el consumidor: "Es cierto que tú avanzas un dinero, pero después te lo devuelven. Con el sistema actual, con cada envase pagas para su gestión y, como esta es ineficiente, los vuelves a pagar en las tasas de la basura. Es ahora que lo estamos pagando doble".

La segunda gran diferencia es el de la simplicidad. "A mí se me dijo que el sistema SDDR era demasiado complicado y un invento, cuando a la realidad funciona en medio mundo –explica Álvaro- y ahora quieren implementar un sistema en que tienes que bajar una aplicación, fotografiar el código de barras del envase, ir a una máquina concreta, volver a hacer una fotografía y todo esto para entrar en un sorteo de un bonobús. No era más sencillo retornar la botella a la tienda?"-

Finalmente, mientras desde Ecoembes se asegura que su modelo permitirá "llegar a los objetivos europeos", tanto Álvaro como Vicente lo ponen en entredicho y, de hecho, alertan que "no tendrá ningún resultado palpable". Además, la activista medioambiental le añade otro punto al SDDR: "si bien es cierto que el reciclaje no es la solución, ante la reutilización y la reducción, que tendrían que ser los auténticos objetivos, un modelo SDDR permitiría poner en marcha la logística para reutilizar los envases, como ya se está haciendo en Alemania, donde los envases tienen un código de barras y una botella de plástico de Coca-cola se llega a utilizar hasta diez veces".

Desde el Ayuntamiento, Sergi Campillo, regidor de Ecología Urbana, reconoce que: "No nos conformamos con esto, pero tenemos las competencias que tenemos y no podemos imponer un sistema de devolución o de reducción desde el ámbito municipal, para esto hacen falta leyes, preferentemente estatales, puesto que tenemos un mercado unificado y no se pueden aplicar sistemas SDDR limitados a escala autonómica". Aun así, Campillo defiende Reciclos, ya que tiene el valor de "volver a introducir la cultura del retorno y la identificación". "Estamos acostumbrados –continúa el regidor- a tirar la basura al contenedor de forma anónima y ahora iremos acostumbrando a los vecinos a cambiar. Es un primer paso que tiene que facilitar modelos más ambiciosos cuando sea legalmente posible. Y si, además, mejora la tasa de separación será todo un éxito". Desde el consistorio también destacan que una parte de Reciclos la financia Ecoembes, mientras que las máquinas que comprará el Ayuntamiento –40- podrán seguir utilizándose en futuros sistemas de devolución que se implementen.

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