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Vox demuestra su incapacidad como partido de gobierno

La imagen de debilidad de Juan García-Gallardo es evidente, aunque desde su partido a nivel nacional sigan mostrándole apoyo. En la última semana, Vox ha perdido el respaldo mediático.

Santiago Abascal
El presidente de Vox, Santiago Abascal, y el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo (fondo). Pablo Requejo / EFE

Hay un momento clave en la vida de Vox que pasó por dar respuesta a una pregunta: ¿Seguimos haciendo ruido o entramos a gobernar? Por primera vez en la historia democrática, el Partido Popular le abrió las puertas de un ejecutivo a la extrema derecha en marzo de 2022 y Vox tuvo que decidir si quería ser un partido de gobierno. Aceptó y Juan García-Gallardo se convirtió en vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Menos de un año después, el balance de su capacidad para asumir responsabilidades de gobierno está completamente cuestionado de izquierda a derecha (ideológica), tanto dentro como fuera de la Junta. 

Incapaces de dar una explicación clara de por qué García-Gallardo anunció la implantación de un protocolo antiabortista -reconocido después a través de una nota de prensa de la consejería de Sanidad, del PP- si tal protocolo nunca se pactó, en el PP, e incluso en Vox, se refieren a lo sucedido en Castilla y León como "lo de la última semana" o "lo de estos días". 

Desautorizado por su propio gobierno

Alfonso Fernández Mañueco, empujado por Génova a zanjar la polémica a la fuerza, negó a su vicepresidente el lunes. Una primera desautorización oficial que solo removió tímidamente a la extrema derecha: el martes, durante unas horas, amagaron con romper el Gobierno pero la amenaza se diluyó rápidamente sin necesidad de que el PP moviese ficha. 

La segunda desautorización a García-Gallardo llegó por escrito el jueves y la firmó el propio gobierno del que es vicepresidente. En la respuesta que la Junta dio al requerimiento del Gobierno dejó por escrito que la rueda de prensa en la que el vicepresidente anunció el protocolo "es completamente ajena y separable de lo que son la aprobación de normas, el dictado de actos o resoluciones, la toma de decisiones, acuerdos o la adopción de cualquier tipo de instrumento jurídico". 

Según publicó el diario El Mundo, la misma carta asegura que el líder ultraderechista "no es el competente en la materia y que lógicamente debería, en su caso, implantar y desarrollar la Consejería de Sanidad del Gobierno autonómico".

¿Quiere Vox de verdad gestionar?

Con todo, Vox confía en su "suelo electoral"-alrededor de un 10%, según el CIS- y le resta importancia al descrédito por la polémica en Castilla y León. La politóloga Verónica Fumanal lo tiene claro: han conseguido lo que querían. "Vox no quiere competencias ni gestión, quieren la visibilidad que tiene la portavocía y llevar al PP a las posiciones más extremas", analiza para Público. El relato de la extrema derecha era "irrelevante" hasta hace dos semanas, sostiene Fumanal, "y durante una semana han estado presentes y Feijóo ha sido el que ha estado escondido cinco días". "Que hayan conseguido o no el protocolo nunca fue el objetivo".

Fumanal señala además que a Vox no se vota para gestionar, sino "para hacer una guerra cultural contra la izquierda y contra los consensos que están alcanzados en la sociedad".  Algo que hacen "desde la narrativa". La misma que le han arrebatado al PP en la última semana.

"Que hayan conseguido, o no, el protocolo nunca fue el objetivo"

Han perdido el favor de Losantos

Aún así, la imagen de debilidad del líder de Vox con más responsabilidades de gobierno es evidente, aunque desde su partido a nivel nacional sigan mostrándole apoyo. Los de Santiago Abascal han tratado de revertir su fracaso en el núcleo de decisiones la Junta en éxito y llevaron al máximo su enfrentamiento mediático con el PP, acusándoles de escorarse a la izquierda y de no atreverse a aplicar el pacto antiaborto que acordaron en Castilla y León.

Pero en esta guerra Vox no contaba con perder un aliado fundamental, quizás el más imprescindible de todos para la extrema derecha en España: sus satélites mediáticos. Porque "lo de la última semana" para Vox ha sido, sobre todo, un choque directo con el periodista Federico Jiménez Losantos, voz referencial entre sus votantes. Losantos tachó de "joven majaderín que en su puñetera vida ha hecho nada más que ser pasante de un bufete de provincias" a García-Gallardo, por ejemplo. 

Este fue solo el primer capítulo de la bronca. Después llegaría una tensa entrevista de Losantos a Rocío Monasterio y, por último, diez minutos de ataques a Vox desde las ondas de este viernes en programa que presenta y dirige, Es la Mañana de Federico.

Feijóo, dispuesto a volver a gobernar con Vox

Pero en Vox juegan con otra baza: se saben imprescindibles para la gobernabilidad del PP en muchos territorios y Alberto Núñez Feijóo ya ha asumido públicamente la posibilidad de volver a reeditar pactos con la extrema derecha si no puede gobernar en solitario. ¿Le ha salido bien a los populares meterles en el gobierno? 

"Al PP le ha salido fatal meter Vox en la Junta porque gobernaban con Ciudadanos tan tranquilamente y Feijóo nunca hubiera tenido que decidir entre Vox sí o Vox no. El Gobierno de Castilla y León es la principal debilidad de Feijóo en estos momentos", zanja Fumanal.

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