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Más de 80.000 cordobeses de una treintena de pueblos viven sin agua potable desde hace 8 meses

Cuatro activistas, entre ellos el líder jornalero Paco Casero, cesan la huelga de hambre que iniciaron el viernes pasado por la inoperancia de las administraciones públicas para hacer frente a la sequía y la contaminación del embalse de La Colada.

Vecinos de El Viso se acuden al camión cisterna que visita el pueblo para conseguir agua potable.
Vecinos de El Viso se acuden al camión cisterna que visita el pueblo para conseguir agua potable. Aristóteles Moreno

Cada mañana, desde hace ya ocho meses, un camión cisterna se detiene en una explanada cercana al campo de fútbol de El Viso. Son las 11 de la mañana. Y un goteo incesante de vecinos se acercan con garrafas de plástico para llenarlas de agua. Dos, tres, cuatro garrafas cada familia. Las que necesiten. Desde abril pasado, el agua corriente que sale por sus grifos ha sido declarada no apta para el consumo humano. Los servicios sanitarios de la Delegación de Salud detectaron altas concentraciones de arsénico y cianobacterias incompatibles con la ingesta.

El Viso está situado en la comarca de los Pedroches, a 107 kilómetros al norte de Córdoba, en un área ganadera en claro declive poblacional. Apenas supera los 2.500 habitantes. Y es uno de los 24 localidades de la zona sin agua potable desde abril. En total, 80.000 habitantes. "El agua del grifo tiene un color raro", afirma una vecina del pueblo. "No sale limpia. No es transparente. Y, si la echas en un cubo, al paso de unos días tiene un poso de suciedad".

Los técnicos de Salud han sido tajantes. El agua del grifo solo se puede usar para lavar platos y ducharse. Terminantemente prohibido beberla o enjuagar alimentos. Y para la ducha no es, desde luego, el agua ideal. "Deja la piel reseca y el cabello áspero", asegura la vecina, que prefiere guardar el anonimato.

La gente está cansada. Ocho meses sin agua potable son demasiados meses. Y no hay en el horizonte un atisbo claro de solución. Juan Díaz es el alcalde de El Viso desde 1999. Casi 25 años ya al frente del Gobierno local. "Esto es un fastidio para los vecinos", lamenta. "Tienes que perder tiempo en acercarte a las cubas a coger agua. Y, si estás trabajando, tiene que llevártela algún familiar".

La mayor parte de los vecinos se acerca en coche. Las garrafas son pesadas y no es conveniente llevarlas a pulso. El Ayuntamiento, a través de protección civil, reparte las garrafas a las personas mayores y a los enfermos. Los domingos no aparece el camión cisterna, que ha sido puesto en funcionamiento por la empresa provincial de agua Emproacsa. A las 14.00 horas cada día da por finalizado su servicio y regresa a su punto de partida.

Es la primera vez que las comarcas de los Pedroches y el Guadiato sufren un incidente de contaminación tan grave. La zona se abastece de dos embalses cercanos: Sierra Boyera y La Colada. Los 40 hectómetros cúbicos del primero están absolutamente secos desde la primavera. El pertinaz déficit hidrológico lo ha convertido en un páramo. La Colada es un poco más grande: 58 hectómetros cúbicos. Y, en cambio, sí tiene agua suficiente. El 60% de su capacidad. Pero hay un problema. Está contaminado. Desde que Sierra Boyera se evaporó, la estación depuradora no funciona correctamente. A lo que hay que añadir, según apuntan los técnicos, los vertidos agropecuarios de la zona.

Los meses han ido pasando y el problema no ha hecho sino agravarse. La lluvia podría haber desatascado la situación. Pero apenas han caído cuatro gotas. Y las administraciones implicadas se han dedicado a pasarse la pelota de la responsabilidad. La Diputación provincial y la Junta de Andalucía pertenecen al PP. El Gobierno central, a la coalición PSOE-Sumar.

"Tenemos ganas de que las administraciones nos den una solución", señala el alcalde de El Viso. "Los ciudadanos han sido muy coherentes y muy responsables", asegura, en relación al cívico comportamiento demostrado pese a las enormes perturbaciones que sufren en su rutina diaria.

"Igual que las administraciones se han puesto de acuerdo en otros territorios para resolver problemas graves, que lo hagan aquí", implora Juan Díaz. "Agua tenemos", subraya. "La Colada está a más del 60% de su capacidad y hay tecnología suficiente para potabilizar el agua con seguridad. Eso es lo que pedimos. Y que pongan medidas correctoras para evitar que los contaminantes y los residuos lleguen al embalse".

Toda la presión se cierne sobre la Diputación Provincial de Córdoba. El último pleno acordó adjudicar a Emproacsa la gestión de las obras de emergencia en la estación de tratamiento de Sierra Boyera. El objetivo del equipo de Gobierno provincial es proveer de agua corriente potable a los vecinos no más tarde de febrero de 2024. Las obras previstas para potabilizar el agua son "un parche", a juicio de IU, porque soslayan el problema originario de los vertidos contaminantes.

No es la primera vez que la comarca afronta problemas de suministro. En la sequía de los noventa, ya se produjeron severas restricciones a los vecinos. Y fue justamente esa crisis hídrica la que obligó a la construcción del embalse de La Colada, que entró en funcionamiento en 2006.

"Mientras Sierra Boyera ha tenido agua, la estación de depuración ha cumplido con los niveles mínimos de calidad", explica Juan Díaz, que, sin embargo, prefiere no pronunciarse sobre las causas de la contaminación del embalse. "No soy técnico. Deben ser otras administraciones quienes lo determinen". En otros lugares de España, sugiere el alcalde, se potabiliza incluso aguas residuales. "¿Es caro?", se pregunta. "Puede ser. Por eso pedimos la unión de las administraciones para que se sienten y busquen una solución al problema".

El hartazgo de los vecinos empieza a ser patente. Ante la inoperancia de las administraciones, el pasado viernes cuatro personas se encerraron en el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba y se declararon en huelga de hambre. Entre ellas, el histórico jornalero Paco Casero, hoy presidente de la Fundación Savia. "Ante todo soy andaluz", aduce para justificar su compromiso con las reivindicaciones de los vecinos del norte de Córdoba. "Hay contaminación por las granjas de bovino que no hacen las cosas como deben y depuradoras que no funcionan adecuadamente", explica.

"¿Qué es lo que planteamos?", se pregunta. "Eliminar los contaminantes. Y esa es una tarea desde hace tiempo", aclara. En julio pasado se creó en la comarca la plataforma Unidos por el Agua para aunar esfuerzos y presionar a las administraciones públicas en la toma de decisiones. "Hay soluciones y nosotros tenemos las ideas muy claras", afirma el líder jornalero, "pero no sirven de nada si no se sientan todas las partes".

Efectos de la huelga de hambre

La huelga de hambre de los cuatro activistas ha surtido efecto. Para empezar, ha logrado reactivar mediáticamente la reivindicación vecinal. Y el pasado miércoles consiguió atraer la presencia de un miembro del Gobierno central, que se personó en Villanueva de Córdoba para interesarse por el estado de los huelguistas y conversar brevemente con ellos. "El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, se reunió con nosotros y se ha comprometido a hablar con la Junta y la Diputación para montar la Mesa del Agua".

El alto responsable del Gobierno central les pidió que abandonaran la huelga de hambre y así lo hicieron un día después tras comprobar que las administraciones parecían dispuestas a reactivar la Mesa del Agua. "Todo esto no afecta solo al consumo de agua potable sino a actividades socioeconómicas muy importantes para la zona. Hay explotaciones ganaderas que se están gastando 90.000 euros en cisternas", aseguró Casero. El propio matadero municipal de El Viso ha tenido que instalar un depósito de agua.

Paco Casero cree que es "inconcebible" que en plena Europa haya más de 80.000 personas sin el derecho humano al agua potable. "No se puede explicar", lamenta. Y considera que la actitud de "dejadez" de las administraciones públicas pueden multiplicar por la geografía andaluza situaciones como la que vive hoy el norte de Córdoba.

El activista agrario apuesta por un "reparto social" del agua como bien escaso. "Los pantanos están vacíos y se sigue incrementando la demanda. Hay un debate trascendental que no estamos abordando".

En la sequía de mediados de los noventa, según argumenta Casero, el Guadalquivir abastecía 449.000 hectáreas de regadío. Hoy supera las 900.000 hectáreas. "Eso no es posible. La palabra crecimiento hay que frenarla y cambiar la educación del agua".

Pedro Vera ha sido otro de los huelguistas encerrados en el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba. "Toda esta comarca es tan grande como el País Vasco", asegura, "pero nosotros no tenemos diputados y nos ningunean. No interesamos políticamente. ¿Acaso no somos dignos? ¿No pagamos los mismos impuestos?". Vera es conductor del centro de salud y está francamente enojado. "Tienes que salir de casa con la garrafa para ponerte en cola, exactamente igual que hacían las mujeres antiguamente con los cántaros".

El activista asegura que los médicos recomiendan lavar a los niños y a los mayores con agua potable porque la del grifo no es conveniente. "Yo me ducho cerrando los ojos y apretando los dientes", indica. "Son ya casi nueve meses. Esto es muy duro. Y no lo quieren resolver. Hay un partido de tenis entre las administraciones y nosotros somos ciudadanos con derechos". Y, a veces, según relata el agua corriente produce reacciones alérgicas e infecciones de orina. "Esto nos va a pasar factura".

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