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Más allá de los pellets de Galicia: cinco gráficos que demuestran la inabarcable magnitud del problema del plástico

La contaminación del medio ambiente por plástico está lejos de solucionarse y las tasas de vertidos no han dejado de crecer en los últimos años.

Voluntarios limpian la playa de Vilar después de que millones de bolitas de plástico llegasen a las costas de Galicia.
Voluntarios limpian la playa de Vilar después de que millones de bolitas de plástico llegasen a las costas de Galicia. Miguel Vidal / REUTERS

Las playas de Galicia, Asturias y Cantabria han quedado cubiertas por un manto blanco de pellets de plástico. El vertido, que por la gestión política del asunto evoca a los tiempos del Prestige, ha puesto de manifiesto un problema, el de la contaminación por plásticos, de magnitudes inabarcables. Lo ocurrido el litoral español es tan sólo la punta del iceberg de una economía que ha ido apoyándose cada vez más en el consumo de plásticos.

Desde los años 50 del siglo XX, cuando la producción de plástico empezó a extenderse, la fabricación se ha multiplicado un 2.287%, pasando de las 2 millones de toneladas de resinas poliméricas a las 459 millones de toneladas que actualmente se generan a nivel global, según los datos de la OCDE.

El destino final de las resinas de plástico es variado. Algunas sirven para crear recipientes, utensilios o envoltorios de un solo uso que, siendo difíciles de tratar, terminan incinerados, engordando las emisiones de CO2 que hay tras su cadena de valor. Tanto es así que desde que se fabrican, hasta que se gestionan como residuos, los plásticos generan alrededor de 1.788 millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año, según los datos de la OCDE.

La incineración de los residuos plásticos no son el único problema detrás del sector, pues tan sólo el 19% de los productos de este material terminan convertidos en cenizas. El 49% acaban en vertederos y el 22% son, según la OCDE, "mal gestionados". Tan sólo el 9% se consigue reciclar a nivel mundial.

Los vertidos al medio natural son una de los principales problemas ambientales del momento. Ya se han documentado varias islas artificiales formadas por plásticos que, no sólo tardan en degradarse decenas de años, sino que al contacto con el sol y el oleaje van disgregando microplásticos. Estas pequeñas partículas son el elefante en la habitación. Su presencia en los océanos se ha triplicado en las últimas décadas, contaminando la cadena trófica, alterando ecosistemas y llegando incluso al organismo humano tras la ingesta de pescado.

Según las estimaciones científicas publicadas en Nature y recogidos por el portal Our World in Data, actualmente se emiten 704.900 toneladas de microplásticos al mar. Si la humanidad mantiene sus patrones de consumo, en 2050 la cifra de estas diminutas partículas plásticas arrojadas anualmente al mar sería de 2,6 millones de toneladas. Es decir, se proyecta un aumento del 268% de la contaminación marina si no se ponen medidas.

Los pellets, el germen plástico que ya contaminó a Europa

Los pellets que estos días llegan a las costas gallegas no son microplásticos, sino que son unas pequeñas graznas de plástico que sí son visibles y apreciables al ojo humano. Estas virutas son un material plástico al que se le adhieren estabilizantes químicos que permiten, posteriormente, fabricar recipientes y otros utensilios con la aplicación de calor. Es al derramarse al entorno natural cuando van perdiendo propiedades y dejando una huella imborrable de microplásticos.

El uso de pellets es muy extendido en la industria y, según la Comisión Europea, los vertidos de esta sustancia son la tercera causa de contaminación por microplásticos del viejo continente. En el mapa europeo ya ha habido desastres ambientales similares al vivido frente a las costas gallegas. En el Mar del Norte, un vertido de un buque dejó en 2020 cerca de 13 toneladas de pellets frente a las costas de Dinamarca, Suecia y Noruega. En Cote D'Opale, Francia, otro vertido dejó 8 toneladas de graznas de plástico en 2016. En Tarragona, donde se produce en torno al 70% del plástico de España, un vertido dejó entre 90 y 100 millones de partículas en las playas catalanas. 

Los vertidos, además, son recurrentes y casi diarios en otras zonas como el Puerto de Rotterdam, donde la fábrica de Ducor Petrochemicals produce al año 9.000 millones de pellets. En el puerto de Antwerp (Amberes), los ecologistas llevan denunciando vertidos desde el año 2017. Pese a ello, en Europa no existe una normativa que regule su transporte, ni tampoco un convenio internacional que establezca protocolos de actuación en caso de catástrofe ambiental. 

Un problema desigual que afecta a los países empobrecidos

La generación de residuos de plástico es desigual. Los países que más desechos producen anualmente son China, EEUU, Alemania, Brasil y Rusia y Europa según los datos recopilados por Our World in Date.

A pesar de que los países ricos tienen una mayor tasa de generación de residuos, las normativas y las leyes ambientales son más estrictas y permiten rebajar los vertidos ilegales. Los residuos mal gestionados tienden a ser mucho mayores en países en desarrollo. De hecho, la mayoría de los restos plásticos que llegan al mar vienen de países de Asia. No en vano, los mejores datos de gestión de residuos de las economías desarrolladas también se explican por la exportación y la venta de toneladas de basura plástica a países del sur global.

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