Cinco infraestructuras abandonadas en Catalunya: de casos enquistados a soluciones de éxito
Mientras algunas han encontrado una segunda vida gracias a la presión social o a proyectos de reconversión, otras siguen pendientes de una solución para evitar la degradación paisajística o riesgos medioambientales.

Barcelona-
Son diversas las infraestructuras que han quedado en desuso en Catalunya y que suponen un impacto sobre el territorio, a veces no solamente visual, sino directamente medioambiental. Este fenómeno se debe en parte a una falta de regulación específica o de acuerdos a la hora de realizar los contratos. En casos concretos, también a que las empresas no asumen la responsabilidad de su recuperación una vez finalizada la actividad, como en algunas centrales.
Cuando han dejado las instalaciones, en vez de asumir costes por la contrapartida que supone la explotación, estas acaban quedando inútiles y degradables. Sin embargo, "es más complejo que todo esto", alerta Miquel Vallmitjana, coordinador del área de Cambio Climático de Ecologistes en Acció, detallando que la casuística es muy variada.
Uno de los principales problemas de las infraestructuras abandonadas es la falta de planificación a largo plazo. Sin embargo, Vallmitjana descarta que haya compromisos de desmantelamiento, como norma general. "En el proceso de permiso de utilización, no se piensa en cuándo se cerrará esta actividad. Normalmente, no se planifica a 50 años vista, salvo en el caso de las nucleares", apunta. "Cuando se construye un edificio, no se piensa en su derribo. Esto es excepcional. Una infraestructura más grande, importante o estratégica no se diseña para que sea desmontable o aprovechable", insiste.
Una vez queda la infraestructura abandonada, "no deja de ser una solución pública y privada y social", defiende en su caso. El miembro de Ecologistes en Acció considera que es cuestión de prioridades. "No se piensa en hacer una estructura desmontable o aprovechable. ¿Se podría hacer? Sí. Pero no sé si antes debemos resolver otros problemas", insiste. En su caso, defiende que en paralelo "siempre estamos a tiempo de repensar la infraestructura" una vez esté en desuso.
Como anécdota, Vallmitjana recuerda un caso extremo ocurrido en Brasil: "En los años 70-80, un hospital abandonado fue ocupado por personas que buscaban materiales para vender. Encontraron un depósito con material radiactivo y, por desconocimiento, se contaminaron con dosis mortales". "No estoy diciendo que aquí ocurra lo mismo, pero tenemos muchos casos de edificios con uralita o estructuras que pueden caer. Hay una responsabilidad civil que no se puede ignorar", concluye.
Cinco casos concretos
La gestión de las infraestructuras abandonadas en Catalunya presenta múltiples retos. En algunos casos que repasamos a continuación, no existe ningún compromiso de desmantelamiento por parte de las empresas propietarias. A veces, las empresas acaban dejando la responsabilidad en la Administración o en la sociedad civil. Algunas infraestructuras han sido recuperadas con éxito, mientras que otras siguen en estado de degradación. "Las infraestructuras que se puedan aprovechar, que se aprovechen, pero siempre con matices. Es necesario que la sociedad quiera y que sea compatible con el decrecimiento y la protección del medio ambiente".
1. La central nuclear Vandellós I
La central nuclear de Vandellòs I (Tarragona) es el caso más grave en Catalunya. "Se están generando sustancias tóxicas y radioactivas a gestionar", alerta Vallmitjana, recordando que esta actividad sí nació con un calendario, "que se está posponiendo". Tras el accidente de octubre de 1989 que sufrió la nuclear del Baix Camp, fue parcialmente desmantelada, pero todavía queda una parte del edificio y residuos nucleares almacenados.
Según detalle Ecologistes, el titular de la instalación es Enresa (Empresa estatal de Residuos Radioactivos), que se hizo cargo de las tareas de desmantelamiento, después de un período de seis años durante los cuales la empresa propietaria, Hifrensa, se encargó de limpiar todo el espacio. Vandellòs I actualmente se encuentra en fase de latencia después de haber pasado sus dos primeros niveles de desmantelamiento y a la espera de que a partir del año 2030 se inicie el nivel 3 y definitivo de desmantelamiento. Esta fase tendrá un período de 15 años de trabajos y diez más de vigilancia.
"A diferencia de otras infraestructuras, las centrales nucleares sí tienen una planificación de desmantelamiento, pero eso no quiere decir que el problema esté resuelto", dice Vallmitjana. De hecho, hace siete años que Enresa paga una sanción diaria a la compañía francesa Orano por no devolver a España a tiempo los residuos de Vandellòs I, que se encuentran en La Hague, en la región de Normandía, según detalló El Periódico. España ya ha pagado en ese tiempo unos 200 millones por estas penalizaciones. Los últimos datos apuntan a que la indemnización progresivamente creciente ya ascendía a casi 85.200 euros diarios en el 2023.
Por el momento, la construcción del almacén temporal de los residuos nucleares comenzó trámites este febrero, para guardar el combustible radiactivo que se guarda en Francia y que debía volver en el 2017. El estudio de impacto ambiental de una instalación que Enresa confía en tener a punto en el 2027.
Ecologistes en Acció ha presentado alegaciones al proyecto de almacén temporal (ATI) para albergar estos residuos nucleares de alta actividad pertenecientes a Vandellòs I procedentes de Francia en el proceso de desmantelamiento de la central nuclear. Pide la retirada de un proyecto que -aseguran- situaría al sur de Catalunya como la mayor concentración de residuos nucleares del Estado español en una distancia de 60 km, asegura la organización.
"Hay unos costes para la sociedad. No sé hasta qué nivel algún impuesto de las nucleares ayuda a pagar esto, pero da igual, son gastos que no tienen sentido", añade Vallmitjana. Además, remarca que se desconoce en qué estado está el núcleo, aunque se hayan realizado actuaciones para evitar cualquier accidente, básicamente la construcción del edificio de contención. "No sé hasta qué punto se puede comparar con Chernóbil. Hay que vigilar", alerta.
Miquel Vallmitjana: "No sé hasta qué punto se puede comparar con Vandellòs I con Chernóbil. Hay que vigilar"
2. Las Tres Chimeneas de Sant Adrià de Besòs
Otro ejemplo distinto de infraestructura que ha sido abandonada son las Tres Xemeneies de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), una central térmica desmantelada en el 2011 y que se está intentando reaprovechar para darle nuevos usos. "Aquí la sociedad civil organizada se reunió e hizo una propuesta. Y parece que se ha aceptado, aunque está por concretar", detalla Vallmitjana sobre este proceso de recuperación.
El espacio podría transformarse en un "centro multidisciplinar vinculado al cine", entre otros ámbitos, pero todavía hay incertidumbre sobre hacia dónde irá, detalla el ecologista. Y es que su futuro ha sido un secreto durante muchos años, si bien ha tenido muchos pretendientes. Asimismo, cree que la polémica urbanización "va más allá de la infraestructura", es algo totalmente independiente y que "no hace falta que se vincule".
El año pasado, fue una de las sedes de la decimoquinta edición de Manifesta, la bienal nómada europea de arte contemporáneo y pensamiento. Desde la Plataforma Per La Conservació Tres Xemeneies ya dijeron que es necesario definir unos usos temporales que den continuidad y sentido al mientras tanto. "Los usos temporales deben permitir, de alguna forma, mantener las visitas a la antigua térmica", reivindica la organización.
En cualquier caso, Vallmitjana apunta a un problema. "El peligro de las Tres Xemeneies es el mantenimiento. Es una cuestión estética, pero si se dejan degradar, pueden acabar siendo un problema de seguridad". Como recuerda, la maquinaria se sacó de dentro y vendió, pero no se había actuado hasta ahora en la estructura. "La sociedad está reivindicando que se conserve. La ciudad habría querido que se conservara también la maquinaria", añade.
3. La antigua térmica de Cercs
La central térmica de Cercs (Barcelona) es otro ejemplo de cómo estas infraestructuras pueden quedar abandonadas sin un plan de futuro. Vallmitjana explica que "cuando se construye una infraestructura de este tipo, no se obliga a la empresa a firmar un compromiso de desmantelamiento, esto ocurre con las nucleares, pero no con las térmicas". Sin embargo, desde el consistorio y la Plataforma Anti-Incineradora de Cercs dicen que en este caso sí existía el compromiso.
Ahora, la zona ha quedado con una gran montaña de cemento y hierro en medio de un espacio natural. Aunque no genera contaminación activa conocida, es una posibilidad, y su presencia afecta al paisaje y podría tener impactos ambientales si no se gestiona adecuadamente. "Si hubiera alguna máquina con grasa, podría haber contaminación. Pero en general, si el Ayuntamiento reclama, la Administración tiene herramientas para evitar daños ambientales", dice Vallmitjana. "Si existe el compromiso y se ha terminado la actividad, se debe recuperar", añade.
En un reciente reportaje de Públic, tanto los ecologistas del territorio como el Ayuntamiento de Cercs alertan sobre el deterioro, que es un peligro, y reclaman su desmantelamiento. De hecho, el consistorio ya se ha reunido con la Generalitat y ha llevado el tema a Gobierno del Estado, que podría poner manos a la obra. El alcalde Urbici Malagarriga alerta de que la situación de deterioro actual "es una amenaza medioambiental terrible", porque los materiales peligrosos -como fuel "petrificado" o componentes químicos- que pueden quedar podrían acabar en el pantano de la Baells en caso de una riada o temporal importante.
La Plataforma lamenta que no se haya realizado ninguna actuación para retirar los residuos peligrosos. Además, los grupos ecologistas del Berguedà han criticado varias propuestas que se han puesto sobre la mesa por la antigua térmica de Cercs, como la propia incineradora -tumbada por el Govern por incompatibilidad urbanística- o una planta de hidrógeno verde y un gran parque de naturaleza, más recientemente.
En este caso, a pesar de ser un entorno natural, Vallmitjana no vería mal reaprovechar la estructura. "No quiere decir que no se pueda reutilizar de muchas formas distintas. A mí no me importaría. A veces la naturaleza también está hecha de piedra", sostiene. En este sentido, defiende que hay "mil formas de hacerlo", como ajardinar el entorno y hacerlo "bonito estéticamente".
4. Radio Liberty de Pals
La Radio Liberty de Pals (Girona) fue una estación construida por Estados Unidos durante la Guerra Fría para emitir propaganda hacia los países de Europa del Este, Asia central, Cáucaso y Oriente Mitán, como herramienta de la política informativa exterior. Estuvo en funcionamiento desde mediados del siglo XX y hasta 2001. Tras su cierre, el complejo quedó en desuso y sus instalaciones se degradaron progresivamente.
Este caso también es diferente porque la naturaleza ha empezado a recuperar la zona. "Se está comiendo la infraestructura", dice Vallmitjana, lo que "podría ayudar en algunos casos a facilitar la renatabilización". Sin embargo, cuando se apuesta por un proceso como este, no siempre es positivo. "En algunos casos se ha visto que el proceso de colonización se realiza con especies invasoras, y esto puede ser un problema. Se ha hecho gestión para eliminar estas especies y permitir una recuperación más natural", alerta.
El espacio forma parte del Parc Natural del Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter, una zona de alto valor ecológico. El espacio requiere intervenciones para garantizar una adecuada restauración ambiental. Algunos grupos proponen convertir el espacio en un centro social o de memoria histórica, aprovechando su valor simbólico como testigo de la Guerra Fría, además de inversión por su conservación. Hará un año, protestaron miembros de Salvem la Playa de Pals, SOS Costa Brava, iNaturalist, el Círculo Catalán de Historia, la Gente del Ter, Amigos de la Unesco de Girona y la Comisión de la Dignidad.
"Si hay una infraestructura previa y no es necesario construir, aprovecharla para hacer allí un espacio social, me parece bien. Se trata de aprovechar infraestructuras para darles un uso que la sociedad quiere y que sea compatible con el decrecimiento o la protección del medio ambiente", sostiene. "No estaría mal mirar si es necesario ayudar a la naturaleza", añade sobre la renatabilización, hasta ahora natural.
Vallmitjana: "Darles un uso que la sociedad quiere y que sea compatible con el decrecimiento o la protección del medio ambiente"
5. La nave industrial de Can Batlló
Acabamos con el caso de Can Batlló, recinto industrial que ha sido parcialmente recuperado gracias a la presión y organización vecinal. Esta antigua fábrica textil, ubicada en el barrio de la Bordeta de Barcelona, se construyó a finales del siglo XIX, cuando aun entonces era una zona periférica. Con el paso de los años, quedó envuelta por el crecimiento urbano hasta que, con la crisis industrial, se abandonó durante décadas, y en el 2007 las empresas se trasladaron.
"Esta industria se abandonó durante mucho tiempo, con uralita y otros materiales tóxicos. Pero la sociedad reivindicó que había que hacer algo", reivindica Vallmitjana. El movimiento vecinal impulsó la recuperación del espacio que finalmente se ha reconvertido parcialmente para nuevos usos.
Actualmente, una parte de Can Batlló se ha rehabilitado o está rehabilitando para convertirse en equipamientos públicos, una cooperativa de vivienda con un "edificio modélico" o un centro social autogestionado, así como el espacio central del cooperativismo en la capital catalana. Sin embargo, "aún queda mucha parte por restablecer". "Si la Administración no tiene recursos suficientes, que haga cooperativa de vivienda. Es un ejemplo que, como mínimo, tiene gran parte de infraestructura previa", reivindica
La experiencia de Can Batlló abre un debate más amplio sobre cómo aprovechar las infraestructuras en desuso. "Las que se puedan aprovechar, que se aprovechen, pero con matices. Es necesario que la sociedad lo quiera y que sea compatible con el decrecimiento", advierte Vallmitjana. Esto implica que la reutilización no debe servir para justificar proyectos contrarios al interés social o ambiental, como construir nuevas centrales térmicas u otras infraestructuras contaminantes, añade: "¿Hay que desmantelarlo? Sí. Pero no para construir algo que no queremos".


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