¿Existe discriminación lingüística en el mercado inmobiliario?
La misión de alquilar un piso ya es complicada por la escasez de opciones y los precios elevados, pero a esto hay que sumarle que algunas características de los arrendatarios pueden hacerlo todavía más complejo para los extranjeros.
Jon Andoni Duñabeitia (Universidad Nebrija) / María del Carmen Méndez Santos (Universidad de Alicante) / The Conversation
El mundo del mercado del alquiler de viviendas en España es, sin duda, foco de noticias. Si ya es complicado encontrar pisos en alquiler por la escasez de opciones y los precios elevados, un estudio que hemos realizado recientemente demuestra que algunas características de las personas que demandan viviendas como arrendatarios pueden hacerlo todavía más complejo.
Imaginemos el siguiente escenario. Dos personas quieren alquilar un piso. Una de ellas es hablante nativa de español, y la otra tiene un acento extranjero. Ambas tienen un perfil idéntico, pero resulta que el acento se convierte en un obstáculo para una de ellas.
La literatura científica ha demostrado que los hablantes de una lengua percibimos como mucho más creíbles a aquellas personas que hablan de manera nativa esa misma lengua que a la gente que la habla con acento extranjero. ¿Tendrá esto algún impacto a la hora de acceder al mercado del alquiler inmobiliario?
El experimento: llamadas telefónicas simuladas
El equipo de investigación coordinado por la Universidad de Alicante y en colaboración con el Centro de Investigación Nebrija en Cognición (CINC) de la Universidad Nebrija se sumergió en un experimento sociolingüístico.
Ocho mujeres, algunas nativas de español y otras con distintos acentos extranjeros, realizaron llamadas telefónicas simuladas para alquilar pisos en diversas ciudades españolas. Todas tenían que representar el mismo personaje: profesora de primaria que acaba de conseguir una plaza en un colegio para enseñar inglés, vive sola, no fuma y no tiene mascotas.
En este estudio, algunas de las mujeres que realizaban las llamadas hablaban español de manera nativa, aunque en ciertos casos, como el de Lisandra, tenían un acento nativo de otra variedad del español, en concreto dominicano.
Otras lo hacían de manera no nativa, con un claro acento extranjero. Así, Francesca tenía un marcado acento italiano, Efithia dejaba entrever su alemán nativo al hablar, Emma tenía acento finlandés, Miyuna tenía acento japonés y Amina mostraba su acento árabe.
Los resultados fueron impactantes. Los acentos percibidos como extranjeros se enfrentaron a una dura realidad en el mercado del alquiler. Las llamantes no nativas, especialmente las codificadas como "árabe" o "asiática" (Amina y Miyuna), sufrieron más preguntas intrusivas ("¿pero te vas a traer a toda tu familia al piso?") y menos oportunidades para visitar pisos.
De hecho, en el caso de Amina los resultados mostraron un 50% menos de posibilidades que Efithia, alemana, de visitar los pisos.
Una llamada, dos destinos: el efecto del acento
Algunas llamantes nativas apenas recibieron preguntas y se les invitó rápidamente a ver el piso. No se les cuestionó sobre su origen, capacidad económica, profesión u otras circunstancias personales.
Una hablante con acento español consiguió ver 14 pisos de un total de 36 en llamadas muy cortas y en las que no le preguntaron más que cuándo podía ir a visitarlo. A ellas no les pedían referencias, datos de las nóminas o más datos personales, que era lo que les sucedía a las hablantes no nativas.
Imaginemos dos llamadas para alquilar el mismo piso en Alicante. Una de las llamadas está realizada por una hablante nativa de español y la otra por Amina, codificada como árabe. ¿El resultado? La invitación para ver el piso llegó rápidamente a la nativa, pero Amina no tuvo tanta suerte. ¡Así es cómo los acentos pueden marcar la diferencia!
Los resultados de este estudio demostraron que el efecto negativo del acento en estos casos se incrementa para los pisos más caros.
Las preguntas durante las conversaciones por teléfono también revelaron la presencia de estereotipos. A Francesca, la llamante italiana, le hicieron comentarios positivos sobre su origen, como que los italianos son muy cercanos y le pidieron que trajera comida cuando fuera a su país.
Para Efithia, alemana, todo fueron comentarios positivos. "¡Me gustan los alemanes!", decían sus interlocutores.
Pero no todas las participantes tuvieron la misma suerte. Amina, de origen argelino, tuvo que escuchar frases como "Tienes un acento marroquí. […] ¡Ah! ¿Eres de Argelia? Bueno, da igual. Eso es lo mismo".
Incluso, a pesar de que todas repetían el mismo patrón profesional y decían tener el mismo sueldo, a Amina le llegaron a preguntar: "¿Estás segura de que puedes pagarlo?".
En cuanto a los diferentes acentos de español nativo, no hubo diferencia estadística entre las variedades del español.
¿Es esto una situación frecuente?
Este estudio científico, aunque hecho en base a una muestra pequeña, confirma y muestra de manera sistemática las situaciones que, con frecuencia, se denuncian en los medios de comunicación.
En 2022, la joven de origen sirio Nour Al-Hussen Villa denunció discriminación por su apellido cuando quería alquilar un piso.
En 2023 se produjo en el Ayuntamiento de Barcelona la primera condena por discriminación hacia Redouane Mehdi, ingeniero de origen marroquí, que no conseguía acceder a las visitas de los pisos por su acento. Esto no son excepciones, ni nacional ni internacionalmente.
Según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2021), el nombre y el apellido son unas de las principales causas de discriminación cuando se solicita ver un piso. Pese a que inmobiliarias o propietarios no saben nada de quien llama, cuando es una persona extranjera los estereotipos salen a la luz y comienza la discriminación.
Descubrimos que la discriminación lingüística en el mercado inmobiliario es una realidad que necesita ser abordada. No podemos permitir que los prejuicios marquen el destino de quienes buscan una vivienda. La diversidad enriquece nuestra sociedad y es esencial fomentar un acceso igualitario a una vivienda digna.
Así que, la próxima vez que esté alquilando un piso o conozca a alguien en esa situación, piense en cómo podemos cambiar esta historia. Eliminando estereotipos y prejuicios lingüísticos, crearemos un mercado del alquiler más justo y acogedor para todos.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation
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