Este artículo se publicó hace 4 años.
Galicia 'exporta' a Portugal agua contaminada por nitratos en el río Limia
El sector ganadero amenaza con acciones judiciales a un líder ecologista orensano que lleva años denunciando la mala gestión de los purines en la zona mientras el Ministerio de Transición Ecológica asume, como llevan años denunciando los científicos, que el deterioro del río y del embalse de As Conchas se debe al vertido incontrolado de residuos procedentes de las cuadras.
Zaragoza-
Los elevados niveles de contaminación por nitratos procedentes de la actividad ganadera y agrícola que registra el orensano río Limia ocupan un lugar destacado entre los secretos a voces que atormentan a la potente industria agroalimentaria y a las autoridades que han tolerado un desordenado y disparatado crecimiento que amenaza con plagar el país de réplicas del Mar Menor, como comienza a ocurrir, entre otras zonas, en la cuenca del Ebro.
En este caso, con un efecto secundario de consecuencias imprevisibles: esa contaminación se exporta a Portugal, país por el que discurren 67 de los 108 kilómetros de su curso. Se trata de un río transfronterizo, como el Tajo, el Duero, el Guadiana y el Miño (también lo son el Segre, el Bidasoa o el Garona) e incluido como los cuatro primeros y desde hace veinte años en el Convenio de Albufeira, el cual, cuando menos sobre el papel, sitúa la calidad de las aguas como uno de sus principales objetivos.
La polémica sobre el exceso de nitratos y su presencia en el curso y los acuíferos del Limia no es nueva, ni mucho menos, en una comarca que soporta la presión de alrededor de 400 macrogranjas de porcino que, como en el resto de España, están devorando el modelo tradicional de ganadería familiar para alimentar el negocio de la exportación.
De hecho, la Sociedad Gallega de Historia Natural (SGHN) emitió hace ya más de un lustro, y basándose en los datos recopilados por el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), un contundente informe en el que, además de llamar la atención sobre situaciones como el depósito de más de 600 toneladas de residuos de aves en una parcela de apenas dos hectáreas, señalaba "sin duda" a "la mala gestión de los residuos orgánicos de las granjas industriales" como la causa de "los niveles más altos de contaminación" por nitratos detectados en la zona y de la eutrofización y la presencia de cianobacterias en As Conchas.
"Los purines llegan por contaminación a los cauces"
Los científicos de la SGHN perfilaban en ese dictamen la magnitud de un problema que identificaban con "los residuos mal gestionados de una carga ganadera desorbitada" que no deja de crecer desde 1989: sus efectos contaminantes "equivalen a [los de] una población de 1.400.000-1.600.000 personas. En otras palabras: a la mitad de toda la población de Galicia concentrada en sólo el 1% de su superficie".
El estudio, por último, llamaba la atención sobre el hecho de que la planta de tratamiento de purines y central de cogeneración eléctrica denominada Centro Tecnológico Medioambiental que construyó en 2007 una empresa formada por Coren (Cooperativa Ourensana) y Caixa Galicia con una inversión de 22 millones de euros, y que era capaz de transformar 100.000 toneladas de purines en 15.000 de abono orgánico, cerró en 2014. Su viabilidad, indicaban, "estaba supeditada al cobro de las primas a la producción eléctrica en este tipo de plantas y cerró en 2014 al desaparecer dichas primas".
"Los primeros resultados del estudio parecen indicar que los nitratos presentes en A Limia son consecuencia de la aplicación de purines de origen animal en el terreno"
Seis años después de ese primer análisis científico, la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, llega a unas conclusiones similares, según indica en la ficha dedicada a la contaminación difusa del Esquema de Temas Importantes, cuya reciente salida a consulta pública abre la tramitación del nuevo Plan Hidrológico: "Los primeros resultados del estudio [iniciado en 2018] parecen indicar que los nitratos presentes en A Limia son consecuencia de la aplicación de purines de origen animal en el terreno y que por filtración la contaminación llega a los cauces".
De hecho, el documento considera que, de toda la cuenca, "son especialmente las actividades agropecuarias en la zona de la Limia y en el Miño-Alto las que mayor impacto producen", hasta el punto de que "por la elevada actividad agropecuaria" y su "especial impacto en los ecosistemas acuáticos" la Confederación "ha propuesto [declarar] la masa de agua del embalse Das Conchas como masa de agua afectada por nitratos de origen agrario".
Paga quien contamina, también con purines
Esa "producción de purines en las explotaciones ganaderas sobre todo en la cuenca del río Límia" provoca episodios de contaminación y de eutrofización que los últimos años han incluido "la aparición de proliferaciones masivas" de cianobacterias, unos microorganismos acuáticos y tóxicos "potencialmente problemáticas por la posibilidad de que se generen las toxinas que las convierten en peligrosas", señala el organismo de cuenca.
"En el embalse de As Conchas, localizado en el eje del río Limia y receptor final de las aguas que discurren por dicha cuenca, en los términos municipales de Muiños, Loberira y Bande, se han producido crecimientos masivos de cianobacterias" cuya aparición "está directamente relacionada con la evolución de las actividades humanas, principalmente ganaderas y agrícolas, que tiene lugar en la comarca de A Limia", añade.
"Las medidas para reducir las presiones por este tipo de vertidos podrían significar que parte de las actuaciones deban ser financiadas por los citados sectores afectados"
Esa situación ha llevado a la Confederación, que el verano pasado prohibió el baño y la navegación en el embalse, a reclamar la declaración de la comarca como zona vulnerable y la catalogación de las aguas del pantano como afectadas "para que se puedan aprobar los correspondientes programas de actuación", una medida que, de ser aprobada entraña un riesgo directo para el bolsillo de ganaderos de la zona: "las medidas para reducir las presiones por este tipo de vertidos podrían significar que parte de las actuaciones deban ser financiadas por los citados sectores afectados" y, al mismo tiempo, "generadores del problema".
"También debería ser primordial informar, divulgar y concienciar al sector agrícola y ganadero, sobre la necesidad de (…) buenas prácticas agrarias (…) para conseguir una agricultura y una ganadería sostenibles", añade el ETI, que incluye entre las medidas a adoptar la prohibición de echar purines en la tierra en determinadas épocas del año y, también, imponer un tamaño mínimo para los tanques en los que las granjas lo almacenan, salvo que puedan probar que el campo no recibe más nitrógeno del que admite.
Una demanda de un millón de euros
Sin embargo, plantear la existencia de esa realidad de contaminación por nitratos comienza a tener costes personales en la comarca de A Limia, donde, en agosto y coincidiendo con la feria de Xinzo de Limia, la colocación de una mesa informativa sobre los purines y sus efectos por la plataforma vecinal Auga Limpa Xa! (¡Agua Limpia Ya!) terminó con un escrache por un centenar de ganaderos y simpatizantes que requirió la intervención de la Guardia Civil.
Un miembro de esa plataforma y del MEL (Movimiento Ecoloxista Galego), Manuel García, que lleva 25 años gestionando una pequeña explotación de agricultura ecológica en la aldea de A Carballal, se ha convertido ahora en el objeto de las presiones de la industria ganadera local después de que la asociación Adegal le instara hace unas semanas por butofax a dejar de "criminalizar" al sector mientras Coren (Cooperativas Ourensanas), la principal empresa del ramo en la zona, le remitía hace unos días otro en el que le anuncia la interposición de una demanda de un millón de euros por su aparición en un reportaje de TVE (a partir del minuto 26) en el que se refería a la localización de un camión de esa empresa vertiendo purines en un monte.
La carta le advierte de que Coren, cuya versión ha recabado este medio sin obtener respuesta hasta la fecha, tiene intención de estudiar "cualquier acto, conferencia o coloquio en el que usted o cualquier otra persona intervenga o haya intervenido y en el que se efectúe cualquier alusión a nuestra cooperativa" para valorar la interposición de nuevas demandas.
"Durante años nadie quiso reconocer la situación"
El recado, en cualquier caso, no impidió la celebración en Xinzo el pasado 7 de febrero de una mesa redonda sobre las macrogranjas con la participación de científicos y de miembros de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial.
Tampoco había interrumpido su participación en la plataforma y en el MEL la exhaustiva inspección que el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil efectuó en su pequeña empresa unos días después de que, a finales de 2018, llegara a la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea una denuncia sobre la contaminación en la comarca en la que los ecologistas y la Sociedad Gallega de Historia Natural pedían poner coto a los vertidos y una moratoria para la instalación de nuevas granjas hasta que se solucione el problema.
"La inspección fue una casualidad, una mera coincidencia temporal"
"La inspección fue una casualidad, una mera coincidencia temporal", señala García, que recuerda que las protestas y la preocupación por la gestión de los purines en la comarca comenzó en 2012. "Empezaron a circular por la zona cisternas de más de 25.000 litros y el purín empezó a ser utilizado para abonar campos de ganadería extensiva, aunque también acababa siendo vertido por el monte", explica.
"Durante años nadie quiso reconocer que la contaminación por nitratos y la presencia de cianobacterias tiene su origen en la actividad de la ganadería intensiva", explica.
"Durante años nadie quiso reconocer la situación"
En cualquier caso, los problemas ambientales que se derivan del crecimiento de la ganadería industrial no quedan circunscritas a territorios como la cuenca del Limia o la del Ebro, sino que se extienden por todo el país, hasta el punto de que la Comisión Europea le haya abierto un procedimiento de infracción al Estado español por los elevados niveles de amoniaco detectados en varias zonas.
Esa situación ha llevado al Ministerio de Transición Ecológica a impulsar un decreto, aprobado en el Consejo de Ministros de este martes, en el que revisa "en profundidad los pilares de la normativa de ordenación sectorial porcina: la sanidad animal y la gestión ambiental de las granjas".
El decreto, que impone nuevas condiciones técnicas y documentales a las granjas de ganadería intensiva, advierte de que "la producción porcina puede tener un significativo impacto, especialmente en relación con la producción de nitratos y las emisiones de amoniaco a la atmósfera y, en menor medida, por su potencial carácter emisor de gases de efecto invernadero", lo que "hace cada vez más necesario que la producción porcina incorpore los retos de un sector moderno y heterogéneo, acorde con las expectativas sociales, especialmente en materia medioambiental".
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