Los países de la Unión Europea han alcanzado un principio de acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) un 90% para 2040 con respecto a 1990. Se trata del objetivo que defendía la comunidad científica y que la ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, calificó este martes como "línea roja" antes de reunirse en Bruselas con sus homólogos europeos. Sin embargo, el pacto negociado incluye flexibilidades a los Estados miembros que diluyen los esfuerzos para alcanzar la meta fijada.

El objetivo va en la línea de la neutralidad climática ya acordada para 2050. Además, los Veintisiete se comprometen a reducir del 66,25% al 72,5% de las emisiones para 2035. Las negociaciones comenzaron este martes en un encuentro con los ministros europeos de Medio Ambiente y todavía está pendiente la formalización del pacto, que tendrá lugar a lo largo de la mañana de este miércoles. Esta reunión se ha celebrado a pocos días de que comience la cumbre del clima COP30, en la brasileña ciudad de Belém, que tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre.

El acuerdo forma parte de la nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), un documento que detalla el plan de acción contra la crisis climática que los miembros de la cumbre deben actualizar cada cinco años. La negociación europea ha tenido lugar a última hora y con la mirada internacional puesta en la UE. Con la salida –por segunda vez– de EEUU del Acuerdo de París, Europa se juega su papel de liderazgo en la lucha contra la emergencia medioambiental.

Este rol se tambalea con la nueva legislatura. Desde la composición del nuevo Europarlamento de la legislatura actual, la CE ha dejado de lado su ambición en política climática. Su declaración de materias primas críticas supone un impulso a proyectos mineros. En cuanto al lobo ibérico, la UE desplazó al animal del anexo II al anexo III del Convenio de Berna. Es decir, que pasó de ser considerado "especie de fauna estrictamente protegida" –con lo que la caza estaba totalmente prohibida– a simplemente "protegida", de manera que su caza sería legal, aunque de manera limitada.

Esta clase de medidas "sobre todo inspiran confusión y abandono", declara a Público Rafael Jiménez Aybar, consejero en Democracia Medioambiental de la Fundación Westminster para la Democracia (WFD). El experto recuerda cómo esta situación contrasta con las palabras de Ursula Von der Leyen, presidenta de la CE, que tras la salida de la pandemia por la covid-19, expresó que su superación era "la oportunidad que Europa necesitaba para ponerse las pilas" en materia ambiental.

La letra pequeña del acuerdo: "flexibilidad"

Agnès Delage, catedrática de Ciencias Sociales en la Universidad Aix Marsella de Francia y miembro del grupo ecologista Rebelión Científica, lamenta en declaraciones a este medio que "la delegación europea llega a la COP30 presionada por la tormenta de desregulación que sopla en Bruselas". En concreto, critica que "los gobiernos empujan para rebajar exigencias (climáticas), maquillándolo con palabras como 'simplificación industrial' o 'flexibilidad'".

Esta es precisamente la palabra que desregula la ambición de la actual política comunitaria en materia ambiental. "Un elemento central son las flexibilidades que la Comisión tendrá en cuenta a la hora de diseñar los futuros instrumentos legislativos para alcanzar este objetivo climático", indica la Comisión Europea en un comunicado sobre el reciente acuerdo. En concreto, se permitiría a los países comprar créditos de carbono extranjeros para cubrir hasta el 5% del objetivo de reducción de emisiones, un permiso que hasta ahora era del 3%. Esto debilitaría efectivamente al 85% las reducciones de emisiones exigidas a las industrias europeas y pagaría a terceros países para que rebajaran las emisiones en nombre de Europa.

El acuerdo también contempla la opción, en el futuro, de utilizar créditos internacionales de carbono para cumplir con otro 5% de las reducciones de emisiones previstas para 2040. Se trata de una reclamación de Italia, uno de los países reticentes a la ambición climática. Esto supondría una merma adicional del 5% del objetivo doméstico. La presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, ha descrito el objetivo fijado como "pragmático y realista". "No estamos eligiendo entre la economía y la agenda ecológica, nos quedamos con ambas", ha añadido por su parte Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva.

Avance de la crisis climática, cultivo ultraderechista

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) también ha publicado este martes su Informe sobre la Brecha de Emisiones 2025. El estudio advierte que las proyecciones de calentamiento global para este siglo con las NDC más recientes se sitúan ahora entre 2,3°C  y 2,5°C, mientras que las proyecciones basadas en las políticas actualmente en práctica alcanzan los 2,8 °C. Las cifras superan con creces el límite de 1,5ºC marcado por el Acuerdo de París, que este año cumple su primer decenio. La organización subraya que de hecho es "muy probable" que se supere este umbral en la próxima década.

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Adhik Arrilucea

Un futuro en el que el mundo en general, y Europa en particular, desinhiben sus aspiraciones climáticas, puede beneficiar a la extrema derecha. "Van a ver que los agricultores reportan pérdidas o que las las pólizas de seguros siguen subiendo", señala Jiménez Aybar. Aunque nieguen la emergencia medioambiental, "el asunto y sus efectos van a estar sobre la mesa mucho tiempo". Esto "le permitiría a la extrema derecha acercarse a esta agenda incluso sin necesidad de reconocer que el cambio climático es antropogénico, lo cual es uno de sus caballos de batalla".

 China pisando los talones

La falta de ambición en Europa no es solo un peligro para el avance de la extrema derecha. También amenaza con un sorpasso de China a la UE a nivel internacional como referente de lucha contra la crisis climática. El gigante asiático dio un viraje histórico en su política climática el pasado mes de septiembre. El presidente, Xi Jinping, anunció ante las Naciones Unidas que se comprometía a reducir entre un 7% y un 10% sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para 2035 e impulsar las renovables. Se trata de "la primera vez que se comprometen a reducciones cuantitativas", destaca Jiménez Aybar.

"Si Europa abandona su rol de liderazgo y sigue rebajando su ambición para satisfacer a Estados Unidos, cada vez será más irrelevante en el panorama internacional porque otros países ocuparán ese espacio", advierte por su parte Juantxo López de Uralde. Por este motivo, Jiménez Aybar considera fundamental que los ministros europeos lleguen a un acuerdo suficientemente ambicioso. "Si la Unión Europea llega ahí con un con un NDC muy débil, pues se abre una interesante etapa, en la cual China podrá caracterizarse como el socio global fiable por los países de sur global".

 Recuperar el liderazgo para combatir la crisis climática

"Con Estados Unidos fuera, la pregunta no es si Europa debe liderar, sino cómo", remarca Mar González, coportavoz de Verdes Equo. Pone de relieve que España como país miembro tiene también la posibilidad de jugar un papel estratégico. "España puede liderar y ser un puente con América Latina y el Mediterráneo, con asistencia técnica, proyectos de adaptación urbana y alianzas energéticas que dejen beneficios locales tangibles y duraderos".

"Nos jugamos mucho: nos jugamos el liderazgo internacional, que es fundamental en este contexto, extraordinariamente complicado", ha indicado Aagesen este martes antes de la reunión con el resto de ministros medioambientales. López de Uralde resalta que "Europa debe romper con la dinámica de insumisión a EEUU" y "jugar ese papel de papel de liderazgo que nunca debió perder".