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Los 'millenials', una generación enganchada al móvil pero 'muda'

Se sigue llamando teléfono al móvil, pero las generaciones más jóvenes prefieren usarlo para otras cosas que para hablar. Algunos expertos achacan  este hecho a la comodidad de las comunicaciones asíncronas, como los mensajes o los vídeos pregrabados, y a la "ansiedad" que les provoca, simplemente, hablar en directo.

Un grupo de jóvenes absortos con sus móviles.
Un grupo de jóvenes absortos con sus móviles. Pxhere

No es extraño ver grupos de jóvenes mirando constantemente la pantalla del móvil mientras están juntos, viajan en transporte público o simplemente se tumban e el sofá, todos en completo silencio. Un estudio de mercado publicado por la compañía BankMyCell indica que la gran mayoría de ellos evitan hablar por teléfono porque les provoca "ansiedad". Al menos así lo reconoce el 81% de los jóvenes consultados (1.200) estadounidenses nacidos entre 1981 y 1994.

Este informe, aunque proveniente de una empresa de venta de móviles de segunda mano, ha dado pie a un interesante artículo de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC). En él, el profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Enric Soler apunta que "Los millennials y la 'generación Z' han integrado la comunicación mediante plataformas asíncronas, en las que no es necesario que coincidan en el tiempo los dos interlocutores, y les resulta más fácil, cómodo y menos intrusivo".

"Tienen la percepción de que quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada"

Para el 75% de los encuestados recibir una llamada es una intromisión que consume mucho tiempo. "Tienen la percepción de que quien llama tiene más necesidad que quien recibe la llamada", afirma Soler sobre las principales razones de los jóvenes para evitar descolgar el teléfono.

Ello puede responder a varias razones, entre las que Soler destaca "la falta de seguridad en sus habilidades comunicativas ante la conversación presencial y síncrona", que "hace que pongan en marcha mecanismos de defensa como la evitación; si no responden, no hay oportunidad de poner a prueba ese déficit de habilidades".

La ansiedad puede llegar al percibir "la llamada tradicional como una estrategia comunicativa arriesgada, porque en una llamada no pueden borrar", sostiene Ferran Lalueza, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, que razona: "Esto les genera menos seguridad y confianza que, por ejemplo, emplear una nota de voz, formato que les permite repetir su alocución tantas veces como sea necesario antes de enviarla".

El artículo de la UOC sugiere que la pandemia ha aumentado el uso de la videollamadaen un 30%, según datos del Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)— y, por tanto, la ansiedad añadida que supone una comunicación en vivo no sólo de voz, sino con la imagen de sí mismos frente a la cámara.

De hecho, varios expertos ya denominan este problema como Zoom anxiety. "La ansiedad es matemática", comenta Lueza, y explica: "Cuanto más alta sea la percepción de amenaza de pérdida de tiempo, de que nos pidan algo, de que nos interrumpan durante un tiempo indeterminado, de no controlar el tiempo invertido en esa comunicación, de incomodidad con el lenguaje no verbal..., y menor la percepción de nuestros propios recursos para hacerle frente, más elevada será la ansiedad anticipatoria de la situación".

Algunos investigadores alertan, además, del riesgo de adicción a las pantallas, un asunto controvertido desde hace años ya que la ciencia no reconoce dicha adicción (que algunos llaman 'nomofobia') como tal. No obstante, según informa EFE, el catedrático emérito de psicología clínica de la UPV/EHU Enrique Echeburua advierte de la "epidemia silenciosa" que supone la adicción a las redes sociales que, afirma, afecta a al menos el 2% de los jóvenes de entre 15 y 25 años.

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