Petardos y tracas de Nochevieja: ciudades que lo han prohibido en España para evitar el sufrimiento de los animales
Los petardos generan estrés y ansiedad en animales domésticos, además de provocar que algunos perros o gatos escapen por miedo y terminen siendo atropellados, según animalistas y expertos.
Alejandro Tena
Madrid-
El Ayuntamiento de Praga ha anunciado que esta Nochevieja no habrá fuegos artificiales. La intención de los gobernantes checos es garantizar el bienestar de los animales de la ciudad, en particular de las aves que a estas alturas del año hibernan en el entorno del río Moldava. La decisión de restringir la pirotecnia en las ciudades parece atípica en España, pero es cada vez más habitual en ciudades europeas que buscan garantizar el bienestar de la fauna urbana, de los animales de compañía y de personas vulnerables a las que el ruido puede generar estrés.
En Alemania, al menos 30 ciudades han prohibido ya de manera total o parcial el uso de petardos, también bajo la premisa de garantizar el bienestar animal y reducir la contaminación acústica. Otras ciudades europeas como Marchin (Bélgica) o Collecchio (Italia) regularon el uso de fuegos artificiales con el fin de que sólo se permita la denominada pirotecnia silenciosa, que tiene un ruido contenido y potencia, eso sí, la luminosidad de las detonaciones.
En España, la regulación sobre el uso de fuegos artificiales depende de los ayuntamientos, que suelen incidir en las prácticas pirotécnicas en las ordenanzas de medio ambiente, en el apartado de contaminación acústica. La mención a estas prácticas, sin embargo, suele ser ambigua y, aunque a veces se prohíbe de manera evidente, el uso es tan extendido que apenas se persigue.
Es el caso de Madrid, donde la ordenanza municipal restringe la detonación de estos artefactos, salvo que se disponga de la autorización para momentos de festejo específicos. En Barcelona, la ordenanza sólo restringe el empleo de tracas y petardos en zonas verdes para evitar incendios.
Además, en muchos casos, los consistorios aprueban bandos específicos para permitir que en momentos como Nochevieja o Año Nuevo la población pueda utilizar estos cohetes. En Sevilla, por ejemplo, la norma municipal contempla la prohibición de pirotecnia en la vía pública, pero contempla una excepción para los días 24, 25, 31 de diciembre y 1 de enero.
Ciudades españolas que avanzan
En vísperas de los festejos navideños, una época en la que las tracas y petardos son tradición, algunas ciudades extremeñas han decidido prohibir las detonaciones con sanciones de hasta 1.500 euros, en el caso de Cáceres. Estás prácticas también se han restringido en Badajoz, Mérida y Plasencia, según ha avanzado el diario local Hoy.
En Irún, donde la prohibición lleva años vigente, el Ayuntamiento y la Policía Municipal han recordado que no se permitirá tirar fuegos artificiales sin autorización durante los festejos navideños, con sanciones de hasta 700 euros por infracción. En las redes sociales, los consistorios de Barcelona, Terrassa o Vic han recomendado no lanzar petardos para proteger a los animales y a las personas vulnerables, pero no se han establecido restricciones.
Ansiedad, estrés y daños físicos
"Los fuegos artificiales afectan no sólo a personas, sino a animales domésticos y salvajes, ya que tienen un oído más fino y sensible. Es algo que vemos cada año", expone Aïda Gascón, directora de la organización AnimaNaturalis. "Es una forma más de maltrato. Más allá de daños físicos o auditivos, todos podemos ver cómo los ruidos los aterrorizan. Esto provoca que en ocasiones los animales escapen asustados y se expongan a daños físicos, a ser atropellados e incluso, en algunos casos extremos a una parada cardiaca", agrega la animalista.
Un informe realizado por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) recopila las afecciones de la pirotecnia en animales domésticos, desde perros a caballos. En el caso de los canes, los daños empiezan con el estrés y la ansiedad y, en situaciones más extremas, pueden terminar con fallos cardiacos. En los felinos, dice la publicación, los signos suelen pasar más desapercibidos porque tratan de ocultarse o escapar, pero en ocasiones estos animales intentan cazar los artefactos, con el riesgo de que les explote en la boca o, ya ingeridos, en el interior de su organismo.
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