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Los riesgos de las pseudoterapias en la salud mental: "Rozan el sectarismo"

Expertos, afectados e instituciones alertan de unas prácticas que pueden afectar negativamente la vida de los pacientes que requieran atención psicológica.

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Un médico atienda a su paciente. — Px(Here)

BARCELONA,

Coaching, psicohomeopatía, terapia Gestalt, reiki, psicología integrativa... Estas son algunas de las disciplinas relacionadas con la salud mental que aparecen en la lista de hasta más de 139 técnicas analizadas por el Ministerio de Sanidad en el marco de la campaña #CoNprueba contra las pseudoterapias. Más de la mitad de las mismas no disponían de ningún tipo de ensayo clínico que respaldara su uso con fines terapéuticos.

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Las pseudoterapias son "falsas terapias", según indica la Asociación Médica Mundial. De acuerdo con la institución, su finalidad es curar enfermedades, aliviar sus síntomas o mejorar el estado de salud con técnicas sin base científica y que, además, pueden tener importantes riesgos y daños. En esta línea, el propio Consejo General de Psicología certifica que estas carecen de "evidencia que avale su eficacia y seguridad".

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Se estima que en España existen unos 18.000 centros que ofrecen pseudoterapias incluso a pacientes de cáncer y otras enfermedades graves, siendo responsables de más de 1.200 muertes por año, según los baremos ofrecidos por la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP), representando también un gran riesgo para aquellos pacientes de salud mental. Las consecuencias fatales de las pseudoterapias tienen que ver principalmente con el abandono de terapias acreditadas científicamente, los daños directos al paciente y la pérdida de oportunidad terapéutica, al dejar pasar un tiempo muy valioso que puede ser vital para el paciente, de acuerdo con la organización.

"La mayoría incumplen las leyes de centros y profesiones sanitarias. Las pseudociencias matan. Y no solo eso, sino que son practicadas con impunidad gracias a leyes europeas que las protegen", indica la APETP, con referencia a los establecimientos que llevan a cabo este tipo de técnicas. Público habla con afectados, expertos, instituciones competentes y algunas de las clínicas que ofertan este tipo de terapias vinculadas a la salud mental para conocer de qué tratan y los riesgos que abarcan.

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De qué tratan y por qué se demandan

Sanación de problemas y bloqueos emocionales profundos, eficacia contra la ansiedad, el estrés y el insomnio, desintoxicación de la mente y del alma, mejora del estado general, equilibrio de energías, toma de conciencia, aumento de la creatividad, elevación de energía vital, comprensión de uno mismo y reducción del sufrimiento. Estos son solo algunos de los supuestos beneficios anunciados por las clínicas y entidades que ofertan algunas de las pseudoterapias previamente señaladas. Algunas prometen, además, ayudar con otros problemas orgánicos como el cáncer o reforzar el sistema inmunológico.

En estas terapias existen algunos patrones comunes, de acuerdo con los expertos consultados por Público: la ausencia de un objetivo terapéutico concreto, una ambigüedad presente en el proceso de tratamiento y, de nuevo, la falta de soporte científico. Son características que se señalan en el caso de la terapia Gestalt y el reiki, previamente citadas, pero también dentro de modalidades como la bioneuroemoción, la biodescodificación o la programación neurolingüística, intervenciones en el marco de la salud mental clasificadas como pseudoterapias por la APETP. El psicoanálisis también: aunque no se incluye en la lista ministerial de pseudoterapias, el colegio de médicos indican que no tiene evidencia científica.

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"Las pseudoterapias se basan en prometer muchísimo y no ser capaces de cumplir las promesas que hacen. Al final las personas que estén atravesando una situación de ansiedad o depresión están en una situación de vulnerabilidad y caen. La gente de a pie no tiene por qué saber distinguir entre prácticas que no tengan evidencia científica", indica a Público el psicólogo Luis Miguel Real. De acuerdo con el experto, este tipo de terapias atraen a los pacientes a través de garantías de mejora y retienen su participación ante la dificultad para identificar los efectos reales de la terapia. Por otro lado, la supeditación a lo que el terapeuta, como figura de autoridad, indique, tenga un sentido terapéutico o no.

Sin embargo, estas disciplinas también integran elementos característicos de cualquier tipo de terapia que pueden resultar efectivos y explicarían por qué la gente recurre a ellas, tal como el refuerzo positivo presente en el proceso terapéutico, la existencia de un espacio libre de juicios y la importancia del vínculo terapeuta-paciente, según indica a Público la psicóloga sanitaria Denisa Praje.

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"En todas las terapias se movilizan procesos de aprendizaje subyacentes que sí se han estudiado en la investigación experimental. En algunas terapias con evidencia científica, los efectos se pueden explicar por procesos de aprendizaje y en otras se explica a través del inconsciente u otros procesos que quizá no sean tan falsables", indica la experta. "Es posible que haya terapias que no tengan un marco teórico sólido y que, aún así, funcionen. Entonces la pregunta realmente importante es por qué funciona lo que funciona", añade.

Los riesgos de las pseudoterapias

"Sigo creyendo en el reiki pero hay gente que se aprovecha para estafarte. Una cosa son los beneficios de la relajación, que me hicieron mucho bien, pero también hay mucha gente que va de líder espiritual y pretende sacarte el dinero con cursos de vidas pasadas, chakras y demás, que te pueden costar desde 50 a 500 euros". Habla Ana Martín López, practicante de reiki, una terapia "complementaria" que se define como "la transmisión de energía del ser humano para restablecer el equilibrio físico, mental y espiritual". Sin embargo, carece de soporte científico y tampoco está validada por el Consejo General de Psicología, aunque ha llegado a utilizarse en hospitales públicos como el Ramón y Cajal de Madrid. En el presente, esta disciplina aún continúa siendo evaluada por el Ministerio de Sanidad.

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"A veces puede llegar a parecerse a una secta, te encuentras a gente que te cuenta unas historias rarísimas y te dice que te va a conectar con el más allá. Luego, si no te funciona, la culpa es tuya. Y puedes perder mucho dinero con esto. Yo, por ejemplo, no podía pagar el alquiler y veía que la gente que vivía de esto tenía una calidad de vida muy superior", añade Martín.

Pero, ¿quién tiene un mayor riesgo de recurrir a una pseudoterapia ante una situación de malestar emocional? "Puede afectar a gente con la autoestima muy baja, que se sienta sola y necesite recurrir a alguien que esté ahí. Van metiéndose en tu vida poco a poco y convenciéndote de que participes más en sus cursos", indica Martín, destacando la importancia de las redes informales como método de captación.

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Sin embargo, la falta de información con referencia a las terapias existentes y su vinculación al ámbito científico, hace que cualquier persona pueda acabar cayendo en una pseudoterapia, de acuerdo con Praje. "Al final, se habla mucho de ir a terapia, pero no a qué tipo de terapia ir. Esto afectará más a personas que no tengan acceso a ese tipo de información", indica la psicóloga.

Eso es lo que le pasó a Mai, que comenzó a ir a terapia psicoanalítica sin saber que esta no está fundamentada en una base científica. De la misma forma que otras personas que iniciaron su proceso terapéutico en una pseudoterapia, acudió por recomendación de su entorno cercano, pero su experiencia no fue buena. "Salía devastada de las sesiones pero notaba que no hacía avances, no tenía recursos para afrontar necesidades que tenía", recuerda. Le llamó la atención la clase de interpretaciones que el terapeuta hacía de sus malestares. "Me hizo creer que la alergia que yo tenía en mi casa era psicosomática por un conflicto familiar. Luego me hice las pruebas y tenía alergia a un ácaro. Él me configuraba el relato en base a su criterio y siempre explicaba cualquier conflicto personal a través de un ente superior", cuenta.

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La falta de atención especializada y efectiva en los casos donde se experimenten problemas de salud mental de gravedad también puede acarrear consecuencias fatales

Tras su experiencia con el psicoanálisis, Mai comenta que le resulta más fácil verbalizar lo que siente en una sesión de terapia, pero también señala la ausencia de objetivo terapéutico y la relación jerárquica entre ella y el "psicoanalista". "Era todo como los estereotipos típicos del psicoanálisis, donde me tumbaba en un diván y él se sentaba en la cabeza. Era muy poco empático… Cuando vas a terapia no es que la otra persona vaya a ser tu amiga, pero si lloras porque ha tocado algo personal y no hay ni un poco de feedback... me sentía desprotegida", recuerda.

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La falta de atención especializada y efectiva en los casos donde se experimenten problemas de salud mental de gravedad también puede acarrear consecuencias fatales, de acuerdo con los expertos. "Si hablamos de trastornos mentales graves podemos hablar de gente cuya vida esté en riesgo. Si no acceden a una buena ayuda psicológica claro que existe ese riesgo de que termine acabando con su vida", explica Real.

Maltrato al paciente y la dependencia ante la terapia

La ausencia de un marco sólido de aplicación dentro de las pseudoterapias y su dependencia del criterio -no contrastado- del terapeuta, unido a la mencionada relación de poder en el vínculo terapéutico, implica que se produzcan situaciones habituales de manipulación y maltrato al paciente, según indica Real.

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Un patrón que el psicólogo presenció especialmente en el caso de la terapia Gestalt: "Las pseudoterapias se basan un poco en el todo vale y en la Gestalt se llevaba mucho el no te pueden hacer daño si tú no quieres. Yo he visto todo tipo de barbaridades, muchas situaciones donde el terapeuta insultaba directamente a su paciente y el paciente le daba las gracias", explica el psicólogo. "He vivido una situación en una formación en la que el terapeuta le decía al paciente: Me das tanta pena, tanta rabia, que me dan ganas de darte una hostia. Eso se aplaudía porque se consideraba una buena intervención, una buena forma de confrontar a los pacientes. Y ya es cosa del paciente si le gusta o no porque él tiene que aprender de ello y ya está".

Pero, ¿qué es realmente la terapia Gestalt, una de las más presentes en el sector de la salud mental? Se trata de una terapia existencialista sin evidencia científica cuyo propósito reside en "restaurar las partes perdidas de la personalidad y recuperar la experiencia y el funcionamiento rechazados" del ser humano, según indica el libro Terapia Gestalt: teoría y práctica de Fritz Perls, uno de los fundadores de esta corriente. El "terapeuta Gestalt" se dedica junto al paciente al "proceso de recuperar sensaciones y conductas que ha desechado y que siente que no le pertenecen".

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Sin embargo, al carecer de soporte científico, Real indica que este tipo de terapia tampoco dispone de ningún objetivo concreto y su aplicación se limita al criterio subjetivo del terapeuta. "Muchas personas pasan por este tipo de terapias y salen con traumas que no tenían antes. Se centran mucho en los recuerdos traumáticos que bloqueamos en la infancia, una historia que ha calado mucho en la memoria colectiva, pero realmente no se ha demostrado que reprimamos el trauma; al contrario, tendemos a no dejar de pensar en él", indica el psicólogo. "Al final, en las pseudoterapias al no haber ningún fin concreto, el terapeuta puede estar dándole vueltas a diferentes cosas sin ningún sentido, lo que hace gastar mucho tiempo y dinero porque no vas a ningún lado".

La problemática relación que se crea entre los "terapeutas" y los pacientes de este tipo de las pseudoterapias también es un aspecto señalado por la Plataforma de Afectados por la Biogestalt, una modalidad que combina la terapia Gestalt con la bioenergética, también sin evidencia científica.

"Te hacen creer que tu personalidad actual está llena de fallos y que hay que construir una nueva identidad. Ese es uno de los peligros, la relación de poder que se crea entre terapeuta y paciente, que da lugar a la manipulación psicológica. De hecho, el creador de la Biogestalt fue detenido por abusos sexuales a una paciente", denuncian desde la plataforma. "Entre los afectados vemos patrones comunes, como la gran cantidad de pérdidas económicas, la obligación de asistir a terapia durante mucho tiempo, el no saber cómo salir de ella, el deterioro de las relaciones personales, las crisis de identidad, depresión, dependencia del terapeuta y de la terapia o trastornos de ansiedad diferentes a los que les llevaron a la consulta", añaden.

"Las pseudoterapias, que rozan prácticas de sectarismo, consumo de ciertos alucinógenos, e incluso abandono de los núcleos de relación social y familiar, dejan inmersa a la persona en un nivel de desamparo que no le permite tomar bien las decisiones convenientes o ser crítico con el camino elegido", explican desde el Consejo Oficial de la Psicología. "Siempre que nos alejamos de lo que nos marca el desarrollo del conocimiento y más cuando el receptor es una persona expuesta a un cierto nivel de sufrimiento, se corre el riesgo de, no solo no mejorar, sino de entrar en estados de mayor sufrimiento o desequilibrio que en algunas ocasiones han producido desestabilizaciones importantes, ingresos psiquiátricos, e incluso toma de decisiones que han desajustado la vida o los referentes de seguridad en los que la persona estaba asentada".

El miedo a dejarlo o la aversión a la pérdida, de acuerdo con Real, sería otro de los elementos que dificultan que tanto pacientes como expertos abandonen algunas pseudoterapias por el tiempo invertido en las mismas y su valor emocional para ellos. "Después de haber tenido que ir a la terapia, luego les cuesta mucho reconocer que lo que están haciendo no funciona o que no ayuda a sus clientes. Nos duele en el orgullo admitir en voz alta que no funciona, que nos hemos equivocado o que nos han engañado. Igual que algunas sectas, los psicólogos que se han formado en bioneuroemoción, psicoanálisis o Gestalt se niegan a aceptar que lo que hacen no ayuda porque ya es una cuestión que daña su identidad", indica el terapeuta.

Cuando las pseudoterapias las aplican los expertos

Real se formó en terapia Gestalt y llegó a ejercerla durante cinco años. Comenta que fue "captado" mientras estudiaba Psicología en la facultad, donde ya se ofrecían prácticas de este tipo de terapia. En la actualidad, reniega y advierte de los riesgos de la misma, la cual aún se encuentra bajo evaluación oficial en el marco del Plan de Acción contra las Pseudoterapias del Ministerio de Sanidad, según indica a este diario la institución.

Sin embargo, y a pesar de que el código deontológico del Colegio Oficial de Psicólogos prevé que los psicólogos no han de utilizar medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, es habitual encontrar profesionales dentro del área de la salud mental que oferten y apliquen este tipo de técnicas. De hecho, la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG) asegura contar con 77 escuelas de formación acreditadas y más de 2.600 profesionales asociados, en su mayoría vinculados a las ciencias sociales y la salud.

Público ha contactado en diversas ocasiones con el Institut Gestalt -uno de los centros más relevantes a nivel nacional y que brinda servicios en diferentes ciudades como Barcelona, Madrid, València, Palma de Mallorca, Manresa y Girona, y cuya formación está acreditada por la AETG-, con el fin de conocer más sobre los efectos y contradicciones alrededor de esta disciplina, pero no ha obtenido respuesta a las preguntas planteadas.

Este diario también se ha puesto en contacto con el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, cuyo logotipo aparece en la página del Institut Gestalt, con el fin de consultar acerca de cuál es exactamente su relación con el centro. Desde el mismo indican que el Departament no tiene ninguna relación con el Institut Gestalt y que, a raíz de estas consultas, se les ha solicitado quitar el logotipo de la Generalitat de la página web.

La psicología no puede basarse únicamente en el modelo biomédico

Sin embargo, cabe destacar que otro organismo de la Generalitat vinculado al Departamento del Territori adjudicó 113.740 euros al Institut Gestalt con motivo de la prestación de servicios relativos a la formación en habilidades de liderazgo.

"Nuestro código deontológico lo deja bien claro, no podemos confundir al usuario ofreciendo sistemas de intervención que no son propios de nuestro conocimiento y de la actualización de él", señala el Consejo General de la Psicología a Público. "El Consejo General de la Psicología apoya y respalda aquellas intervenciones que se aprenden en la academia, o integradas en sociedades científicas, con estándares bien definidos y que guardan relación con los distintos modelos de intervención y escuelas que existen en nuestra profesión para ayudar al ser humano", agrega Rosa Ramos Torío, vicesecretaria del Consejo General de la Psicología (COP) y coordinadora de la Comisión del Ejercicio Privado, Intrusismo y Defensa de la Profesión.

Sin embargo, por los problemas sociales que abarca, la institución indica que, a diferencia de la medicina, la psicología no puede basarse únicamente en el modelo biomédico. "La psicología no puede someterse sin más a la evaluación impuesta por un modelo biologicista y desentenderse de los fenómenos que trabaja la psicoterapia. No son entidades naturales que soporten bien un modelo basado solo en la ciencia experimental. Trabajamos no sólo con trastornos mentales, también con problemas de la vida, realidades sociales y malestar emocional", afirman.

Sobre el famoso 'coaching'

"Desarrollo personal", "autorrealización", "traspasar los límites", "salir de la zona de confort", o, en general, "dejar de quejarse" y "empezar a vivir tu vida" son algunos de los mantras más estandarizados en la industria del coaching, una disciplina nacida dentro del ámbito empresarial que se propone identificar y confrontar los obstáculos que los seres humanos encuentran en el logro de sus aspiraciones.

El coaching no requiere de ningún tipo de titulación académica especializada. Sí es cierto que para formar parte de la Federación Internacional de Coaching (ICF) es necesario disponer de una formación mínima como coach en una de las escuelas acreditadas, donde algunos de los cursos más demandados se ofertan por un precio que va desde los 900 a los 4.000 euros. En la propia web de la Asociación Española de Coaching podemos encontrar más de 800 coaches que se dedican profesionalmente a esta disciplina.

"El coaching ha pasado a la esfera de lo personal, haciéndole ver a la persona que la solución está en él, es el miedo al cambio, o la afluencia de pensamientos negativos, o que las personas no quieren salir de su zona de confort. Toda esta palabrería psicológica, que deja de lado que las personas estamos inmersas en una sociedad, y expuestas a múltiples circunstancias vitales, que nos afectan y que quizás muchas de ellas podamos gestionar, pero no todas, buscan llevar al individuo a una felicidad que no es real", indica Torío.

Muchos especialistas han denunciado este tipo de intrusismo en el sector de la salud mental por parte de individuos que, a pesar de presentarse como "mentores" no disponen de una titulación que les acredite a abordar problemáticas en este área. "El coaching sí es una forma de intrusismo en el momento en el que se llevan a cabo acciones para las que ya existe una especialidad sanitaria que requieren una titulación específica", indica Praje.

"En el coaching se lleva mucho la idea de que tus pensamientos crean tu mundo y tienes que controlarlos para controlar lo que te ocurre, pero hay que aceptar que nuestro contexto también nos afecta. Este es uno de los mayores peligros de este tipo de ideologías, que además son extremadamente neoliberales, porque a las empresas y a tu jefe les interesa mucho que tu sufrimiento sea culpa tuya, que todo dependa de ti y que trabajes mucho. Que si estás mal no es culpa de tu jefe que te trata mal, sino culpa tuya que no sabes lidiar con la vida. Responsabilizan a la gente de cosas que no dependen de ellos", indica Real. "Al final, para hablar de salud mental tenemos que hablar también de la economía, el mercado laboral, las condiciones en las que vive la juventud, etcétera. No se puede ayudar a la sociedad si no se hacen mejoras en el sistema", añade el experto.

Avances para abordar las problemáticas derivadas de las pseudoterapias

El Ministerio de Sanidad presentó en 2018 el Plan para la protección de la salud frente a las pseudoterapias, entendiendo que estas implican un riesgo real que influye en la protección de la salud, influyendo en la información objetiva que profesionales y pacientes reciben sobre las alternativas terapéuticas disponibles.

El plan se centra en cuatro objetivos principales: la creación y difusión de información basada en la evidencia científica de las pseudoterapias a través de la Red Española de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Prestaciones del Sistema Nacional de Salud, en colaboración con el Ministerio de Ciencia; evitar la publicidad engañosa de las pseudoterapias, garantizar que todas las actividades sanitarias sean realizadas por profesionales titulados oficialmente y establecer una actuación coordinada con las instituciones competentes en materia científica para la formación de los profesionales sanitarios.

Los avances del plan de acción pueden seguirse en la página oficial de la campaña #coNprueba, donde ya se han publicado diversos estudios e informes que acreditan como pseudoterapias algunas disciplinas como la magnetoterapia estática, la sanación espiritual activa, la dieta macrobiótica o el masaje tailandés.

Sin embargo, la legitimidad social de las pseudociencias y los tratamientos sanitarios sin base científica es, en realidad, un asunto de enorme complejidad. Algunos estudios sobre el uso y la confianza en las terapias sin evidencia científica exploran la ambivalente concepción de la tecnología y la medicina, y la recurrencia a terapias alternativas ante las carencias y problemas detectados en la sociedad, y también específicamente el ámbito sanitario y la industria farmacéutica. "Se trata de una cuestión con muchas complejidades, y en la que la filosofía de la ciencia tiene un papel central para determinar qué entendemos en realidad como ciencia, cuál es la demarcación real entre ciencia y pseudociencia", puntualiza Praje.

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