La encargada de un restaurante resuelve un 'sinpa' con maestría: "Cinco minutos de charla y ha venido llorando a pagar"

Publicado el 31 de octubre del 2022

Marcharse sin pagar de un restaurante puede resultar excitante y una aventura, pero en las películas, donde no hay repercusiones legales. Irse sin pagar de un establecimiento provoca problemas para el local y la persona encargada.

Con todo, la encargada de un restaurante no perdió la calma y resolvió el problema con unos clientes no demasiado avispados. Y es que hicieron un sinpa cuando el restaurante tenía el número de teléfono con el que realizaron la reserva.

La encargada se puso manos a la obra y consiguió contactar con los deudores a través de mensajes. En un primer momento el dueño del teléfono se hizo el sueco, alegando que se habían equivocado.

Pero sus mentiras se desmoronaban poco a poco, ya que habían confirmado la reserva a través de ese mismo teléfono. Todo pasó de una equivocación a un uso indebido de sus datos para realizar la reserva, algo que tampoco engañó a la encargada.

De no saber absolutamente nada del tema, el contacto pasó a ser el tío de uno de los comensales, que alegaba que habían usado su teléfono. La chica no cesó en su empeño de cobrar la comida que le debían y le citó para pagar en el restaurante.

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Aquí aparece la última bala, el arma secreta del "padre guardia civil". Y en un intento desesperado, el contacto accedió a que el supuesto padre guardia civil de uno de los comensales fuese al restaurante.

El resultado, para sorpresa de nadie, fue que uno de los jóvenes acudió a pagar la cuenta con el rabo entre las piernas y con más miedo que un partido de derechas cuando lo apoya Vargas Llosa.

La encargada consiguió su objetivo y cobró la cuenta. "Luis, de verdad, que no pasa nada, eres joven, es normal. Pero se un poco inteligente a la próxima", le recomendó al joven. Lo que era una situación incómoda acabó haciéndole la tarde a la encargada. "Verte la lágrima caer y el temblor de los nervios me ha hecho la tarde", culminó.

Este acto de justicia poética es de los que gustan a los tuiteros. La encargada se ha llevado todos los elogios (y alguna oferta de trabajo) tras resolver el problema con maestría.

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