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El 'striptease' psicológico de Dulceida
Prime Video dedica una docuserie de cuatro capítulos al año más difícil para Dulceida. Este formato de telerrealidad se suma a otros precedentes como los de Tamara Falcó o Georgina Rodríguez, en Netflix. Las influencers han venido para quedarse, también en las plataformas de televisión a la carta.

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El 18 de noviembre de 2003, Britney Spears lanzó su cuarto álbum de estudio, In the Zone. El tercer sencillo de este trabajo discográfico fue Everytime, un tema anticipatorio que mostraba la otra cara de la fama. La narrativa del vídeo musical dirigido por David LaChepelle muestra a la Princesa del Pop acosada por los flashes de los paparazzi y refleja una desconexión absoluta con su pareja, interpretada por el actor Stephen Dorff. Al final del día, la presión puede con ella y acaba por sumergirse en la bañera, donde pierde la conciencia. Su estreno fue polémico. Acusaron a la discográfica de incitación al suicidio y llegaron a retirarse las imágenes más controvertidas.

En aquel momento, la salud mental seguía siendo un tabú y el peso de la fama parecía una carga liviana que solo podía ser un problema para artistas consentidas. Casi dos décadas después, se han sumado nuevos perfiles al firmamento de estrellas internacionales y las influencers han sido las últimas en sufrir la dictadura de la eterna sonrisa. Cada vez más famosos reconocen verse arrastrados por la necesidad de validación, la sobreexposición y el odio que reciben a diario en cientos de comentarios ofensivos que condicionan su autoestima. Algunos de ellos han hecho públicos sus diagnósticos de ansiedad, depresión y otras enfermedades mentales. Aida Domènech acaba de estrenar la serie documental Dulceida al desnudo en Prime Video.
Dulceida expresa los mismos dolores que cualquier hijo de vecino
A lo largo de cuatro capítulos, la catalana se abre al mundo como una nuez —que diría Rosalía entre las líneas de Saoko— y nos devuelve un retrato íntimo en el que no cabe el artificio. Aquella fanática de Rebelde que comenzó a subir sus looks a Fotolog en 2008 conserva la esencia: mitad cosmopolita, mitad de 'andar por casa'. Puede que su armario ya no se componga solo de prendas del universo de Amancio Ortega, pero la reina del streetstyle ha sabido construir un 'dulceimperio' a su alrededor sin perder de vista las cosas que le importan: la ilusión por triunfar en el cine, estar cerca de los suyos, formar una familia y, en definitiva, no dejar que se le escape de entre los dedos el amor. Mucho amor.
El síndrome de la impostora
Tras casi tres lustros de reinvención constante, la pionera de las influencers españolas ha conseguido atesorar más de tres millones de seguidores en Instagram. Toda una legión. En cambio, el respaldo de las masas no le ha salvado de ese 'pepito grillo' malicioso que todos llevamos dentro y nos susurra al oído, de cuándo en cuándo, que no valemos. "Qué horror, a veces, esto de las redes, de ser conocido", dice con la voz quebrada en un momento del documental. No solo el éxito la ha perseguido, también las polémicas.
En febrero de 2018, lanzó la campaña Respeto con un vídeo publicado en su canal de YouTube donde pedía la normalización de todos los cuerpos, después de ser duramente criticada por su imagen en la alfombra roja de los Goya. En cambio, meses más tarde, la opinión pública se volvió contra ella cuando escogió a presentar su primera colección de baño en Dulceida Shops con una instantánea en la que aparecía acompañada por Madame de Rosa, María Pombo, Teresa Andrés Gonzalvo, Laura Escanes y Marta Lozano, todas compañeras de profesión con cuerpos "normativos".
Una publicación compartida de Prime Video España (@primevideoes)
Una lluvia de telerrealidad
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Es posible que Aida Domènech no sea la primera elección de ¡Hola! para dar el relevo generacional en sus portadas, como quizás esté sucediendo con María Pombo o Victoria Federica, pero ya es un referente para otros públicos. "Hay cosas de ella tremendamente importantes. Puede parecer un cliché, pero su salida del armario es más relevante que la de un político. El lesbianismo tiene una capacidad muy siniestra de ser invisible socialmente y su paso al frente fue, cuanto menos refrescante", recuerda el columnista de El Mundo. "La actriz Robin Wright hizo pública su reivindicación para exigir que se le pagara lo mismo que a su compañero de reparto Kevin Spacey en la serie House of Cards. Aquella proclama feminista tuvo más visibilidad en los medios que muchas manifestaciones. En ese sentido, tenemos mucho que agradecer a estas mujeres. Dulceida ha puesto en la agenda pública temas como la normalización de ir al psicólogo y, aunque su mensaje no fuese perfecto, es preferible que esté ahí, sobre la mesa", concluye.