Los cementerios, que desde hace unos años son los protagonistas del necroturismo, reciben a numerosos familiares y seres queridos en torno al Día de los Muertos o el Día de Difuntos.
La importancia de los camposantos es indiscutible, tanto a nivel histórico como artístico, social y cultural, y por ello muchos forman parte de la Ruta Europa de los Cementerios. Pero tras sus muros también se esconden las tumbas más curiosas. Reparamos algunas de las de España, ya sea por unos motivos o por otros, desde las más antiguas hasta las más modernas e irreverentes.
Tumba de Cerdá

Comenzamos el repaso por las tumbas curiosas de los camposantos españoles en el cementerio de Montjuïc, en Barcelona (Cataluña). Aquí se encuentra el sepulcro que alberga los restos del político e ingeniero Ildefons Cerdà, quien planeó el Eixample o Distrito del Ensanche. De hecho, la lápida de mármol que cubre su tumba es una reproducción del Eixample.
Pirámide de Pilar Soler

A finales del siglo XIX se puso de moda en Europa el estilo egipcio en el diseño de tumbas y mausoleos. En la actualidad, sigue resultando sorprendente tropezarse con una pirámide en el cementerio. Entre ellas, destacamos la pirámide del panteón de Pilar Soler, ubicada en el cementerio barcelonés de Montjüic. Su diseño corrió a cargo de Leandre Albareda, que incluyó elementos decorativos como el disco solar alado con serpientes. Fue uno de los panteones y sepulturas que realizó Albareda, aunque su principal proyecto fue precisamente el cementerio de Barcelona, que se inauguró en la ladera sur de la montaña de Montjuïc en el año 1883.
Tumbas de conchas

Unas de las tumbas que más llaman la atención del cementerio de San Jorge, también conocido como el Cementerio Inglés, en Málaga (Andalucía), son aquellas cuya superficie se encuentra cubierta de conchas. Y es que la parte más antigua de este cementerio anglicano, catalogado como Bien de Interés Cultural en el año 2012, alberga una serie de tumbas que, debido a la escasez, se recubrían con conchas marinas. En el cementerio también pueden contemplarse las tumbas de Robert Boyd y el matrimonio de Gamel Doorsey y Gerald Brenan.
Panteón de Farreras i Framis

En el cementerio de Montjuïc, el panteón de Francesc Farreras i Framis sorprende y estremece por el realismo de la figura esculpida que yace sobre la tapa del sepulcro: un esqueleto cubierto por un sudario, del que apenas asoma un rostro y una mano. El autor de esta escultura fue Rossend Nobas, quien sin duda se inspiró en la carrera y oficio de Farreras, ya que era catedrático de anatomía.
Panteón de los Almonacid

Seguro que si hablamos de esculturas de leones piensas en los del Congreso de los Diputados en Madrid o los del santuario de Covadonga, entre los otros que se encuentran en distintos monumentos del país. No obstante, ver a estos felinos en los cementerios no es algo tan habitual. En el cementerio de San Isidro de Madrid, sorprenden así los leones en el panteón de los marqueses de Almonacid, en donde yace Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, quien fue retratada por Federico de Madrazo.
Mausoleo de Antonio P. C.

Pero más allá de esqueletos, ángeles y estilos egipcios, nos encontramos con auténticas rarezas en el siglo XXI. Una de ellas se localiza en el cementerio de Pinos Puente, en Granada (Andalucía). Se trata de la tumba de Antonio P. C., El Pirata de los Camiones, en el que sorprende la escultura de un vehículo todoterreno pintado de azul junto a la escultura del finado, con su tabaco, sus teléfonos móviles y todos los objetos que lo caracterizaban en vida. El coche es una réplica de aluminio a tamaño natural de un Audi Q5.
La Peineta

Si hay una tumba famosa en el cementerio de Ávila es La Peineta. Y es que a nadie deja indiferente el lugar de descanso del finado que decidió colocar en su lápida una escultura con un gesto tan peculiar. A algunos les horroriza, por irrespetuosa y de mal gusto; mientras que otros aplauden la última gracia o ironía del difunto. Sea como fuere, si visitas el camposanto, seguro que no te pasa desapercibida.