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Por la boca muere el macho

El CSD y el COE consideran que no deben intervenir contra los comentarios machistas que proliferan en el deporte

IGNACIO ROMO

Si tuviera el poder de prohibir a las mujeres conducir coches y retirar sus licencias, lo haría sin pensármelo dos veces'. Esta vez ha sido Arshavin, el nuevo futbolista ruso del Arsenal, el deportista que se ha sentido autorizado a pronunciar una frase machista. Hace unos meses, fue David Ferrer, tenista español, el que le gritó a una juez árbitro que 'las mujeres no saben hacer nada'. Digan lo que digan, no les sucede gran cosa. Sus ocurrencias sirven para llenar de discusiones las oficinas, pero pasan finalmente sin recibir ningún reproche o sanción. Por supuesto, ninguno oficial.

El Consejo Superior de Deportes, por ejemplo, no ve motivos para la preocupación, mucho menos para la intervención. Justifica su pasividad en que 'tampoco ha habido demasiados casos'. 'Tan sólo', admite un portavoz, 'el precedente de Ferrer. Pero se retractó inmediatamente. Por eso es normal que sea una falta no tipificada en ningún reglamento'.

Hace casi un año, en Perú, un futbolista fue sancionado con dos meses y medio de suspensión por un comentario grosero sobre la árbitro que lo expulsó: 'Está mal cogida. No le dieron un buen polvo en la mañana. No sé por qué ponen a una mujer a arbitrar'. Pero posiblemente en el castigo a Leguizamón, aunque luego pidió disculpas, pesó más la ofensa a la autoridad competente que el tono machista de la misma.

Tras dicho partido, otro futbolista, el peruano Silva, abundó en la tesis de su compañero: 'Me incomoda ver a una mujer en un ambiente lleno de testosterona'.

En el Comité Olímpico Español, sólo ven dos vías para sancionar el machismo en el deporte. 'Una de ellas manifiesta un portavoz sería en el caso de que hubiera incitación a la violencia. Y la otra se refiere a la organización de un acto que vulnerara el respeto por la igualdad de ambos sexos. Si un acto de ese tipo se organiza durante los Juegos, eso sí vulnera la Carta Olímpica'.

En definitiva, el deporte no contempla la sanción ni siquiera la reprobación por este tipo de comentarios. Arshavin puede respirar tranquilo. Sus declaraciones en la biografía recién editada 555 preguntas y respuestas sobre mujeres, dinero, política y fútbol, y recogidas y aireadas por el rotativo inglés The Sun no le van a ocasionar ni siquiera un sonrojo.

'No soporto que las mujeres fumen o mientan', afirma por ejemplo la estrella rusa. 'Para llamar mi atención, las mujeres han de ser altas, delgadas, de muslos firmes y culo pequeño. Si reúnen estas cualidades, las tetas me dan igual'.

Arshavin no es el único que apartaría a las mujeres del volante. María de Villota, la joven piloto española, ha desvelado que escucha frecuentemente frases despectivas cuando gana a un competidor del otro sexo.

Son muchos los especialistas que consideran que en este tipo de actitudes se encuentra uno de los gérmenes de la violencia en los estadios. Luis Agüera, psiquiatra cordobés, está convencido de que el machismo es el origen de la violencia deportiva. 'Desde un punto de vista intuitivo, está claro que el machismo genera comportamientos violentos'.

El deporte español vivió su particular caso de machismo el verano pasado. El tenista David Ferrer disputaba el Abierto de Estados Unidos. El de Jávea iba perdiendo y se encontraba descansando en su silla en uno de los intermedios cuando comenzó a perder los nervios y hablar en voz alta consigo mismo, fuera de sí: '¡No puedo pegarle a la puta bola, coño! ¡Mi cabeza está hecha una puta mierda!'. En ese momento, la juez de silla, Kerrilyn Cramer, le amonestó: 'Warning, Mr. Ferrer'. Y Ferrer explotó, ahora en inglés. '¿Por qué me amonestas? ¿Por hablar? Claro, es normal. Eres una chica. Las chicas no son capaces de hacer nada. Nada'.

De entre los deportistas que se sintieron graciosos por sus comentarios machistas, destaca el entrenador inglés Ron Atkinson, quien, cuando entrenaba al Sheffield Wednesday, declaró: 'Las mujeres deben estar en la cocina, en la discoteca y en la boutique, pero no en el fútbol'.

El deporte está manchado de machismo casi desde sus orígenes. Hasta los que pasan por más caballeros cometieron un desliz. Releyendo, por ejemplo, al barón Pierre de Coubertin, el gran impulsor del olimpismo en el siglo XIX, uno se ve obligado a llevarse las manos a la cabeza.

El noble francés, sin duda impregnado de la estrecha visión de su época en relación con la mujer, dejó para la historia este borrón en su biografía: 'Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas'.

'Si tuviera la facultad de impedir que las mujeres puedan conducir, no me lo pensaría dos veces' (Andrey Arshavin, futbolista ruso)

'Es normal, eres una chica; las chicas no son capaces de hacer nada, nada' (David Ferrer, tenista español, al dirigirse a una juez árbitro)

'Las mujeres deben estar en la cocina, en la discoteca y en la boutique, pero no en el fútbol' (Ron Atkinson, entrenador inglés)

'Los atletas italianos y las atletas rusas nunca se afeitan antes de las competiciones' (Eddy Ottoz, campeón europeo de los 110 metros vallas)

'Está mal ‘cogida’, no le dieron un buen polvo en la mañana; no sé por qué ponen a una mujer a arbitrar' (Leguizamón, futbolista peruano)

'Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas' (Barón Pierre de Coubertin, fundador del olimpismo)

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