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Colin Farrell siempre oye disparos

El protagonista de 'Tigerland' y 'La guerra de Hart' vuelve al género bélico con 'Triage', dirigida por el bosnio Denis Tanovic

ÁNGEL MUNÁRRIZ

Colin Farrell, el irlandés que ha conquistado Hollywood con su aire de canalla con buen fondo, ya ha oído demasiados disparos en su carrera.

'No sé por qué he hecho tantas películas bélicas, pero es así', afirma Farrell, gafas ahumadas, la camisa abierta hasta la mitad del pecho lampiño, pendientes, colgante, pulseras y permanente cigarrillo en mano, el cuadro perfecto del bad boy resacoso.

'He interpretado a muchos soldados y policías, cumpliendo las fantasías que tenía cuando era niño de un modo muy seguro... Pero ya he visto suficientes armas'.

Farrell regresa al cine bélico, tras Tigerland y La guerra de Hart, con Triage, una coproducción europea dirigida por el bosnio Denis Tanovic (ganador del Oscar a la mejor película extranjera por En tierra de nadie), en la que interpreta a un fotógrafo de guerra traumatizado por los horrores vistos en el Kurdistán arrasado por Sadam Husein en los ochenta.

A sus incursiones en el cine bélico lista a la que podría añadirse, salvando ciertas distancias, Alexander, de Oliver Stone, se suma también su vis policíaca, con su participación en títulos como Corrupción en Miami, Pride and glory o su papel de agente de la ley en Minority Report.

La película, que abrió ayer la sección oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla, atrajo a la capital andaluza a Farrell. El irlandés comparte protagonismo con Paz Vega y Christopher Lee, en los papeles de su novia y el abuelo de esta. Recuperado ya de los estragos físicos que la causó un rodaje para el que perdió 20 kilos y que lo presenta demacrado en pantalla, Farrell hace memoria de la dureza de meterse en la piel de un fotoperiodista con mala conciencia.

'Trabajábamos seis días a la semana, 14 horas, con temas psicológicos y emocionales muy duros. Lo ideal es llegar a casa sin la carga del personaje, pero siempre entra. Acabas muy cansado. Pero bueno, siempre puedes volver a casa y ponerte a engordar', relata sonriente mientras atrapa otro de sus cigarrillos American Spirit.

El actor, que ejerce con orgullo de irlandés futbolero, vive sin traumas con un pie en Hollywood y otro en Europa. Y se niega a elegir entre una y otra cinematografía, más allá de conceder que las películas a este lado del Atlántico 'se centran más en los matices de la condición humana'.

'Al principio sí, cuando hice Tigerland, me llegaron muchas ofertas en Hollywood y aproveché la ocasión. Trabajé con Spielberg, Terence Malik, Joel Schumacher... Pero yo no me limito a géneros ni a películas grandes o pequeñas. En un mundo perfecto, mi carrera sería ecléctica', dice Farrell, de 33 años.

Pero el mundo no es perfecto, como ha podido comprobar incluso el afortunado actor, cuya vida privada es objeto de una atención mediática desmesurada. Farrell, que ayer ejerció de estrella ante la prensa con extrema cortesía y disposición, sólo torció el gesto al pedirle una reflexión sobre la difusión masiva de un vídeo sexual suyo de 14 minutos, convertido ya en icono de cómo la era de Internet puede hacer saltar en pedazos el principio de privacidad.

'Nada que comentar', comienza diciendo. Pero añade: 'Está fuera de control. No puedo hacer nada. Si me implicara en estas cosas mi vida sería una ruina'. Y al final se calienta y asoma el irlandés retador. 'En Internet se esconden todos tras su nick. Deberían dar la cara y el nombre'.

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